La violencia contra las mujeres y sectores LGBT en los más de 50 años de guerra en Colombia no fue aislada. Entender las razones detrás de este tipo de hechos es esencial para la no repetición.
Más de cinco décadas de violencia en Colombia dificultaron el entendimiento de muchas dinámicas del conflicto armado. Durante años no nos preguntamos cómo afectó el conflicto, de forma diferenciada, a algunos sectores de la sociedad que han sido vulnerados y discriminados históricamente. Un solo ejemplo: entre 1958 y 2017 un total de 15.076 personas fueron víctimas de violencia sexual; el 91,6% eran mujeres.
En el Centro Nacional de Memoria Histórica empezamos a acercarnos a esas preguntas, a través de las iniciativas de grupos y organizaciones de mujeres. Hicimos el ejercicio de construir memoria indagando por el tema de género, y por su relevancia en la comprensión del conflicto armado. Esto nos permitió aportar nuevas visiones y comprensiones del conflicto. Se encontró que el sexo y la sexualidad sí tuvieron un lugar en los repertorios de violencia de los grupos armados, y que estas categorías entraron a hacer parte las dinámicas de la guerra a través de hechos victimizantes como la violencia sexual.
Las voces de las víctimas fueron una guía para comprender la violencia de género en el conflicto armado, y cómo esto afectó la cotidianidad de las regiones. Así se evidencia en este testimonio del informe “El Placer: Mujeres, coca y guerra en el Bajo Putumayo”: “Yo salía todos los días con las niñas pasando por las trincheras y [uno escuchaba] todos los comentarios que decían […] que cogían a las mujeres, que las violaban, que esto y que lo otro. Para los hombres era como más riesgoso […] porque los cogían y los mataban. Mis hijas tenía 15 años, la otra 13 y la otra tenía como 9 años. Todos los días pasábamos las cuatro cuando bajábamos a la escuela, pero yo me devolvía. Mientras ellos estuvieron ahí, yo siempre las vine a dejar, yo o el papá”.
"A mi hija, que en ese entonces estaba embarazada, después de que tuvo el bebé la amenazaban y le decían que se la llevaban para arriba. A muchas niñas las violaban allá, pero nadie decía nada porque tenía miedo."Informe Mujeres y guerra. Víctimas y resistentes en el Caribe colombiano, 2011, GMH.
Con base en este trabajo el CNMH hizo una apuesta metodológica en todas sus investigaciones, para reflexionar sobre lo que implican los ejercicios de memoria desde una perspectiva de género, y se crearon categorías propias. Por eso hoy podemos afirmar que la violencia de género no es aislada ni inevitable.
En este proceso, el Centro de Memoria también entendió que la comprensión del conflicto implicaba poner una especial atención en otros sectores sociales que, por factores relacionados con la identidad de género y la orientación sexual, también habían vivido la guerra de forma diferente: la comunidad LGBT. En el 2016 publicamos un informe dedicado a esta población y encontramos, por ejemplo, que la intolerancia de los habitantes de algunas regiones potenció la violencia de género en el conflicto. En algunas ocasiones, las comunidades toleraron o incluso apoyaron la violencia contra sectores LGBT.
Sin embargo, hay tareas pendientes. Por un lado, es necesario que a la hora de abordar el tema de género en el conflicto armado no se relacione solamente con las violencias dirigidas a las mujeres, ni se aborde como un tema de “minorías”. Solo así podremos entender el lugar que tuvo el género, en sus más amplias posibilidades, en las dinámicas del conflicto armado, y construir un país que acoja la diversidad como uno de sus pilares.
“El mismo CNMH ha procurado hacer parte de esa discusión y sus informes demuestran cómo, por medio de su trabajo, la categoría género se ha ido enriqueciendo y complejizando para incorporar las identidades de género y la orientación sexual en el análisis de la violencia del conflicto armado”
Balance de Género
Por otro lado, es importante preguntarse por las masculinidades, por cómo los hombres heterosexuales también han vivido de forma diferenciada el conflicto. Y por las mujeres que, como relata también un testimonio del informe “Mujeres y Guerra: Víctimas y resistentes en el Caribe colombiano”, fueron parte de las dinámicas del conflicto desde el interior de los grupos armados. “En cuanto a nosotras en la guerra, […] Yo digo una cosa: yo no soy una boba y yo pienso y yo razono. Yo sé en lo que estoy metida. Uno no es ingenuo. […] [Mi participación en las AUC] es una elección consciente. Yo no estoy aquí ni como la víctima, ni como la pobrecita, y es que la han golpeado. Soy bien consciente de las consecuencias".
Hay grandes avances en temas metodológicos y en la documentación de la violencia sexual, pero debemos seguir trabajando en enfatizar otras formas de violencia de género, como la económica, para comprender el entramado de la guerra en todas sus dimensiones.