Los procesos de reconstrucción y reparación de las víctimas se han concentrado en las pérdidas materiales de la guerra. Es necesario poner el foco en el sufrimiento de las personas, como formas de daño que también deben ser reconocidas por los responsables y atendidas por las instituciones.
En diez años de investigación hemos hecho un esfuerzo por describir los daños inmateriales de las víctimas del conflicto, más allá de lo meramente jurídico. Cuando hablamos de daños inmateriales nos referimos al daño moral, al proyecto de vida, a la oportunidad. Esto nos ha permitido tener una comprensión más amplia de los efectos de la guerra, pues no solo contempla el análisis del daño moral a los individuos, sino las formas de sufrimiento colectivas.
El Centro Nacional de Memoria histórica (CNMH) también se ha detenido en los daños materiales, no con el fin de cuantificar las pérdidas, sino de determinar su significado para las comunidades y los sujetos victimizados. Los hallazgos que hemos hecho en este sentido pueden nutrir el ejercicio que van a desarrollar la Comisión de la Verdad y la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) en el proceso de implementación de los acuerdos de paz pactados por el Gobierno y la guerrilla de las FARC.
También hicimos un esfuerzo por describir los contextos en los que ocurrieron los daños: las condiciones sociales, geográficas, económicas y políticas de las actuaciones de los grupos armados; sus intereses, sus formas de obrar y los hechos victimizantes. Esto, con el fin de identificar la intencionalidad del daño, no solo en el crimen sino en las formas de dominación, control y posicionamiento de los actores armados en algunos territorios. Pero el Centro Nacional de Memoria Histórica no solo ha enfatizado en los daños, sino también en las resistencias y en la capacidad de las comunidades para sobreponerse a ellos.
Mis hijos estaban pequeñitos. Llegaron a la una de la mañana en unas camionetas turbos. Rodearon la casa. Quitaron la luz del barrio. Entraron gritando: –¡Eche pa’fuera! Requisaron todo, nos pusieron en fila y me dijeron: –¡Que las armas! ¿Dónde está su marido? –Yo no tengo marido. Parecían yanquis, eran negros y blancos y muy altos. Venían con la cara tapada. Yo me puse a orar con mis papás. Me llevaron para atrás, me golpearon, me desmayé (...) Fueron muchas camionetas, muchos hombres, mucho terror. Nos dieron la orden de desocupar porque si no, nos mataban. Yo tenía el negocio de hacer comida. Salimos con la mera ropita. A los 15 días, murió mi papá y a los otros 15, mi mamá. De ahí en adelante yo no salía. Me encerré totalmente con mis hijos.
Informe Mujeres y guerra. Víctimas y resistentes en el Caribe colombiano, 2011, GMH
Con este trabajo exploramos otra manera de interpretar el daño como concepto, más allá de como lo ha hecho tradicionalmente la justicia en Colombia. La memoria histórica puede ser usada también con fines pedagógicos y no solo probatorios. Así, encontramos que los hechos más recurrentes dentro del conflicto armado, comunes a todas las poblaciones, casos y sujetos victimizados, es la imposibilidad de las víctimas para expresar el daño y tener un espacio-tiempo para hacer una declaración del dolor. Y esto ha ocurrido porque se ha privilegiado la recuperación material de los efectos de la guerra. Por eso es importante que la Comisión de la Verdad y la Jurisdicción Especial para la Paz permitan situar el sufrimiento de las personas como formas de daño que deben ser reconocidas por los responsables, y atendidas por las instituciones a cargo del proceso de sanar las heridas del pasado.
Este siguiente testimonio de un hombre de Bellavista (Chocó), publicado en el informe Bojayá. La guerra sin límites, es una muestra de los daños que causó el conflicto, más allá de las pérdidas tangibles: “la verdad es que este pueblo se ve muy empobrecido a pesar de que tiene unas casas muy ‘elegantes’, pues prácticamente cambió mucho. Si miramos a nivel social, a nivel de producción, si vamos a mirar la seguridad alimentaria, o sea, el pueblo se acostumbró a vivir de esos recursos y descuidó sus otras actividades productivas. Es decir, se acabó, se vio mucho el impacto, demasiado el impacto, la gente no sabe qué hacer y ahora no hay una administración que lidere grandes procesos de transformación, generación de ingresos, o proyectos que vuelvan a estimular la producción local. No hay esos procesos, entonces por eso la situación de la gente es bastante crítica. Entre otras cosas la gente no quiere hacer nada. Antes la gente quería ir a cultivar, a pescar, y ya ni quieren hacer eso”.
Otra conclusión a la que llegamos es que la guerra ha afectado no solo a las víctimas directas o indirectas, sino a la sociedad en general. Por ejemplo: los asesinatos, desapariciones, exilios y desplazamientos a los que han sido sometidos los periodistas en este país no solo han producido daños a ellos como víctimas directas, a sus familias, a sus asociaciones o a sus medios, sino que han causado lesiones a la libertad de prensa, a la verdad y a la comunicación.
“Este balance pretende transmitir –a manera de síntesis–, los principales hallazgos asociados a los daños sufridos por diferentes sujetos victimizados, como consecuencia del conflicto armado, y los esquemas metodológicos que han permitido alcanzar conclusiones sobre las consecuencias lesivas a estos sujetos” Balance Daños