PABLO ANDRÉS DÍAZ CÁRDENAS

Portada perfil Pablo Andrés Díaz Cárdenas.

Mi padre fue mi gran amigo,
mi padre fue mi amigo fiel.
Mi padre se jugaba conmigo
y yo me jugaba con él.

El día de su muerte yo estaba muy lejos,
y no pude verlo ni cómo moría.
Tanto que luchó por sus hijos mi viejo
y no alcanzó a ver la gloria que quería.


Canción: Mi gran amigo, Jorge Oñate

Mi papá se llamaba Pablo Andrés Díaz Cárdenas, era un hombre alto, moreno, de cejas pobladas y cabello liso, era muy simpático. Se caracterizaba por ser un hombre trabajador, honesto, colaborador, le ayudaba a todas las personas que acudían a él. Desde muy joven se había vuelto cristiano y fundó la iglesia Luz de la Esperanza en la vereda La Floresta, municipio de Chinú.

Vivíamos en La Floresta, porque allá mi papá tenía una finca, “El Tesoro”, que había heredado de sus padres.

Nuestra familia estaba conformada por mi papá, mi mamá, que se llamaba Islene Cordero, y sus doce hijos; éramos seis mujeres y seis hombres. Todos trabajábamos en la finca y nos ayudábamos. Vivíamos en La Floresta, porque allá mi papá tenía una finca, “El Tesoro”, que había heredado de sus padres. La finca tenía una extensión de diecisiete y media hectáreas dedicadas a la ganadería, cría de puercos y carneros, piscicultura y cultivos de maíz, yuca, arroz y ñame. Mi papá fue un buen negociante, llegó a tener 150 reses en la finca, muchas veces la tierra no alcanzaba y tocaba sacarlas. En todo eso nosotros le ayudábamos.

Mi papá fue muy amoroso, le gustaba jugar con sus hijos y nos daba consejos. Con los varones jugaba lucha, buchácara y fútbol, y con las muchachas brincaba y corría por todas partes. En las tardes, después de almorzar, nos contaba historias de generaciones pasadas o de su niñez, nos echaba chistes y se reía mucho con nosotros. De esas historias y recuerdos siempre hablábamos de cuando era joven y se había comprado un acordeón, le gustaba mucho tocar y cantar, tanto que para algunos matrimonios y otras fiestas lo buscaban. Una de las canciones que más le gustaban era “Rico Cují” de Enrique Díaz:

Conozco un ganadero que tiene mucho ganao'
Vende novillo gordo y la plata va es para el banco.

Ay, conozco un ganadero que tiene mucho ganao'
Vende novillo gordo y la plata va es para el banco.

Lo mira uste' en la casa flaquito como un carao'
se come una comida y ese es el filo apurao'.
Cuando no encuentra bollo se come el fideo vacío
ese rico hacendao' cada día vive aburrio'.

A veces nos íbamos todos para la represa a pescar y cogíamos un montón de bocachico para el almuerzo o la cena, porque eso sí la comida no podía faltar, a él le gustaba que la mesa siempre estuviera llena, le decía a mi mamá que le preparara yuca, plátano, suero, queso, que hubiera de todo.

A mi papá le encantaban los animales, la finca la andaba a caballo y del ganado siempre estaba muy pendiente, lo atendía y lo alimentaba. Pero hay una historia curiosa, en San Pedro de Urabá le debían una plata y como sabían de su gusto por los animales le ofrecieron un tigre, lo trajo cachorrito en una jaula y acá le construyó una más grande en lata. Le gustaba cuidarlo, lo bañaba, le limpiaba la jaula, lo alimentaba y lo mantenía cerca de él siempre. Compartió con él unos cinco años hasta que un día amaneció muerto en la jaula.

Mi papá conoció de Dios desde muy joven y se volvió cristiano, entonces dejó de tocar el acordeón y todo fue cambiando, poco a poco fue predicando la palabra de Dios por la vereda, de finca en finca hasta que fundó la iglesia de La Floresta y para tener respaldo se anexó al Concilio de la Iglesia Evangélica del Caribe que tiene su sede en Sincelejo. Toda la familia pertenecía a esta iglesia y seguíamos las enseñanzas de mi papá, veíamos que él hacia las cosas bien y que no tenía problemas con nadie, por eso su muerte nos sorprendió tanto. Recuerdo que esa noche llegaron hombres armados a buscar cosas en la casa y luego se lo llevaron, en eso también se llevaron y asesinaron a nuestro hermano mayor Namán y a Jorge Luis Díaz Ortega, un trabajador de la finca. Los cuerpos aparecieron en la vereda Las Piñuelas del municipio La Unión, Sucre.

Para nosotros fue muy difícil, porque no solo perdimos a mi papá sino a Namán. Él apenas tenía 36 años, era muy alegre, extrovertido, los fines de semana le gustaba tomarse unos tragos, jugar fútbol y montar a caballo. Namán ya tenía su hogar con tres hijos, a quienes amaba mucho, les daba buenos consejos. A nosotros también nos daba consejos. Él era muy apegado a mis papás, todos los días llegaba en la mañana a tomarse el tinto con mi mamá y a jugar o hablar con mi papá.

Después de todo eso nosotros quedamos con mucho miedo y recibimos amenazas, así que al poco tiempo nos vinimos a vivir a Sahagún y después algunos de mis hermanos se fueron a Venezuela, aunque Manases se quedó viviendo en la vereda Heredia, cerca de Chinú. Como la finca quedó sola, se robaron todos los animales. La tragedia familiar no se detuvo allí, porque en los siguientes años nos mataron a mi hermano Cesar, a mi mamá, mi hermano Urías, su primera y su segunda esposas y a mi hermano Manases.

Imagínese usted todo ese dolor que hemos tenido que vivir por inventos de la gente. Con el proceso de Justicia y Paz nos enteramos que nos habían acusado de secuestrar personas de la región y de tener armamento escondido en la casa, por eso en las diferentes ocasiones que atacaron a nuestra familia buscaban y hasta desbarataban nuestras viviendas, y ¡para nada!, porque nosotros no somos personas malas y nunca hemos estado metidos en esas cosas, somos personas que seguimos la palabra de Dios.

Como tuvimos que salir huyendo y no podíamos volver, con el tiempo vendimos la finca a un precio que no fue justo, casi regalamos esas tierras. Por eso ahora estamos esperando la restitución, queremos que nos devuelvan nuestra finca, nos digan la verdad, se respete la memoria familiar y el nombre de cada uno de ellos quede limpio, porque no es justo nada de lo que se dijo de ellos y no es justo todo lo que tuvimos que vivir.

Gracias a mi papá y sus enseñanzas hemos salido adelante, por eso le inculco a mis hijos lo mismo, les digo que tienen que ser honestos, sinceros, respetuosos y que hagan las cosas bien. Los aconsejo, al igual que él lo hizo con nosotros, que estudien y se preparen para que nadie los vaya a humillar.

Era buen esposo, buen hijo, buen papá, siempre estaba pendiente de la familia, de que no nos faltara nada.

¡Qué puedo decir de mi padre! Era buen esposo, buen hijo, buen papá, siempre estaba pendiente de la familia, de que no nos faltara nada. Ante cualquier dificultad que teníamos siempre estaba ahí delante solucionando y aún nos duele mucho, porque cuando tenemos cualquier problema pensamos que él estaría aquí apoyándonos y direccionándonos.

Nosotros no olvidamos a nuestros familiares y siempre que nos reunimos los tenemos muy presentes, en especial de mi papá no hay un día en que no hablemos o que no lo pensemos. Cuando estamos juntos nos ponemos a escuchar las canciones que le gustaban, recordamos anécdotas y nos ponemos a reír o a llorar, pero siempre juntos. A pesar de todas las adversidades, seguimos siendo una familia muy unida como nos enseñó papá.