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CNMH

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CNMH

Publicado

19 Jun 2015

La imagen perdida

Pocos conocen el grave genocidio que se cometió contra la población de Camboya. Se calcula que murieron 1,7 millones de personas, aproximadamente la cuarta parte de la población. En términos porcentuales, es la aniquilación de una misma sociedad más grande de la Historia.

“Cuando ves de dónde viene Camboya y lo comparas cómo era hace 30 años, te das cuenta de lo felices y afortunados que somos de estar vivos, de poder expresar nuestros sentimientos, que se pueden hacer películas, que la creatividad y la imaginación están vivas, que los Jemeres Rojos no destruyeron y no pueden destruir el pensamiento y  la imaginación”.  Estas son las palabras de Rithy Panh, director de la película recomendada hoy en CINE + MEMORIA: “La imagen perdida”.

Para él estar vivo y tener la posibilidad de contar su historia no es poca cosa. Tuvo la oportunidad de salir como refugiado a Francia en donde adelantó estudios de cine documental. No todos los jóvenes de su época corrieron la misma suerte. “La imagen perdida” es un retrato íntimo de sus recuerdos. Es la reconstrucción de una historia vivida en carne propia, una historia de familia. Es el relato del fin de una guerra civil que contrario de lo que la población pensaba, dio paso a uno de los peores regímenes de terror jamás instaurando.

Entre 1970 y 1975 se libró en Camboya una guerra civil, reflejo de la que se vivía en Vietnam. Después de cinco años de guerra, de millones de muertes y después de la retirada del ejército estadounidense, el grupo guerrillero comunista de los Jemeres Rojos triunfaron en el poder apoyados por China. Estos, en nombre de la igualdad, tomaron Phnom Penh e instauraron la Kampuchea Democrática al mando del Pol Pot.

El régimen que instauraron buscaba la ruralización de toda la población y perseguía cualquier otro oficio que no fuera la agricultura. Las personas de las ciudades eran llevadas a campos de “rehabilitación” de lo urbano en donde eran obligados a trabajar 20 horas al día y eran despojados de todas sus posesiones y separadas de sus familias. Quienes se oponían al régimen eran asesinados y quienes desobedecían eran torturados.

El nombre del documental responde a la búsqueda que emprende el director por encontrar imágenes que reflejaran sus vivencias del pasado. Al no encontrarlas, recurre a la recreación de las escenas presentes en su memoria a través de figuritas hechas de barro, entre estas y las imágenes de archivo que sí pudo encontrar. El documental nos relata un periodo oscuro de la historia, un retrato íntimo de quien vive la guerra en carne propia y sobrevive para contarla. 

 


Publicado en Cine + memoria

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