El subintendente de la Policía Nacional, fue asesinado el día del asalto a la Asamblea, el 11 de abril del 2002. Su hermana, Luz Marina Cendales hizo parte del grupo de personas que se reunió con las FARC en La Habana el 22 de octubre del 2016, encuentro que le sirvió para despejar su corazón del odio que produce la guerra.
Recordando ese día, a Luz Marina Cendales le tiembla la voz: “al saber que de los guerrilleros nos separaba una puerta, el corazón se me empezó a acelerar, los recuerdos llegaron atropellándose y por mi mente pasó la historia completa de lo que había pasado el 11 de abril del 2002 en la Asamblea”.
En ese momento Luz Marina revivió los temores de ‘Beto’, como le decían cariñosamente a su hermano Carlos Alberto, a quien indignó profundamente el asesinato del arzobispo Isaías Duarte el 16 de marzo del 2002, y el secuestro del policía José Norberto Pérez, a quien sus captores le negaron el permiso de ver a su hijo agonizante. Carlos Alberto decía que había un “león dormido” en Cali, que cuando se despertara causaría estragos. Y frente a los temores de su madre Jael Zúñiga, por su trabajo como policía, decía que “había que afrontar las cosas como se presentaran”.
Ese 11 de abril Luz Marina habló por teléfono con ‘Beto’ a las 10:00 am. Minutos después de colgar el teléfono comenzó la incertidumbre. Se empezó a escuchar la noticia de un ataque a la Gobernación, donde su hermano estaba de turno; y se decía que había policías heridos. Desde ese momento los hechos se precipitaron. “Que había bombas en varios lugares. Que ‘Beto’ estaba herido. Que lo habían llevado a la clínica y después, que acababa de morir”, dice Luz.
“Lo abracé y lloré como despojándome de toda esa carga de odio, resentimiento y deseos de venganza”
Eran recuerdos que, como en una acelerada película, desfilaban en su memoria mientras lloraba, no sabía si de dolor o de rabia, sentada frente a los miembros de las FARC. En ese momento le llegó, serena y confortante, la voz del arzobispo Darío Monsalve que oficiaba como coordinador de la reunión. “Tú puedes pararte, no te quebrantes”. Llevaba puesta una camiseta con la fotografía de su hermano muerto. “Quiero que sepan quién era Carlos Alberto Cendales”. Lo dijo mirando a los ojos a los altos mandos guerrilleros. Ellos no eran los asesinos, pero habían dado las órdenes para esa operación de secuestro que había cobrado la vida de su hermano.
Llevaba en sus manos su libro “Un sueño para Morir”, el texto que ella escribió en homenaje a su hermano y que llevó hasta La Habana para dárselo a Pablo Catatumbo. “Se lo entregué y hubo como un segundo eterno. Vi que tuvo intenciones de acercarse, pero se frenó. Entonces pensé ‘si no abrazo a este hombre, él jamás se atreverá a abrazarme, porque sé que está sintiendo dolor y arrepentimiento’. Lo abracé y lloré como despojándome de toda esa carga de odio, resentimiento y deseos de venganza. Luego de ese abrazo puedo afirmar que las FARC tienen un lado humano”, recuerda Luz Marina.
El subintendente Carlos Alberto Cendales fue el primero en morir durante la toma de la Asamblea del Valle. Conozca el relato completo descargando el libro “El caso de la Asamblea del Valle: tragedia y reconciliación” y siguiendo la serie documental “Somos más que 11”.