Una de las historias menos conocidas de la toma de la Asamblea del Valle es está, la de Walter López López, conductor del canal RCN, quien murió en el cubrimiento de este hecho.
Dos días antes de su muerte, Walter Sandoval tuvo el presentimiento de que pronto alguien de su familia iba a faltar. Pensó que sería su padre. “Hacía un año que nos habíamos reencontrado con papá después de 8 años. Lo volvimos a ver con diabetes y problemas respiratorios. Pensamos que se iba a morir y vea, el que faltó fue Walter”, contó John Jairo López, hermano de Walter López, otra de las víctimas fatales que dejó el asalto de las FARC a la Asamblea del Valle el 11 de abril del 2002. Ese día, Walter estaba conduciendo el carro del canal RCN, en el que se movilizaban dos reporteros que cubrían el hecho. En medio del operativo de rescate de las fuerzas armadas, Walter recibió un impacto de bala.
“Walter era un berraquito. No se le arrugaba trabajar en lo que fuera -dijo John Jairo-. Si le tocaba recoger naranjas, las recogía. Fue vendedor de biblias, trabajó en una droguería, pasó unos años en una empresa de seguridad. Desde 1998 había logrado entrar a trabajar RCN como mensajero y en el 2002 fue ascendido a conductor. Me decía orgulloso que le estaba yendo bien”.
El carro que Walter estaba manejando, iba tras el rastro del bus en que la guerrilla llevaba secuestrados a once diputados del Valle y a otros funcionarios de la Asamblea. Por petición de los diputados, ya las FARC habían liberado a algunas personas, y los periodistas tenían la esperanza de encontrar nuevas liberaciones. A las 2:30 p.m. el grupo de periodistas empezó a ver como se acercaba un helicóptero Arpía, que estaba ametrallando y lanzando cohetes hacia una montaña apartada. “El helicóptero se hizo justo encima de nosotros y disparó cohetes hacia la montaña. Nosotros hicimos una banderita con una rama y un pañuelo”, testificaron los periodistas.
Cuando cesaron los ataques, los periodistas decidieron devolverse. Juan Bautista, quien iba en el carro de RCN, recordó: “Dentro del vehículo, Walter dijo: ‘Voy a ir hasta esa curva para devolverme’. La pequeña curva estaba a escasos cinco metros de donde nos encontrábamos.
“El helicóptero se hizo justo encima de nosotros y disparó cohetes hacia la montaña”
Walter se había levantado en una familia con siete hermanos que, a pesar de una vida difícil, se mantuvieron unidos. “La última vez que estuvimos juntos fue en el aeropuerto despidiendo a mi hermano Gilberto, que se fue a otro país a buscar una mejor forma de vida. Eso hace más de 25 años”, contó su hermano John Jairo.
Y continuó: “Después se fueron al exterior Martha y Bayolet. Ese día Walter le dijo a Bayolet: ‘hermanita no sé si nos volvamos a ver, pero yo te quiero mucho’. Y no nos pudimos volver a reunir. Para mi familia, después de la muerte de Walter vinieron una serie de sucesos dolorosos como la muerte de mi papá. A los cuarenta días de haber enterrado a mi papá, los paramilitares asesinaron a mi hermano Alex. A Keneth le dispararon siete veces mientras estaba parado en una esquina. Pero bueno… Dios no nos da nada que no podamos soportar ¿no?”.
“¿Sabe qué me voy a llevar a la tumba? -agregó Jhon-. La risa de mi hermano, era contagiosa y sincera. Se reía con nada y se sonrojaba”. A su compañero de trabajo, Jhoni Ramírez, también lo contagió la alegría de Walter: “era caleño hasta en su forma de vestir: camiseta, jean y zapatillas. Amante de la salsa al estilo guateque. Bailarín de la salsa de golpe. Bromista hasta el cansancio. El viejo ‘Whaly’ hace falta”. Así era Walter.
Hay una imagen que sus compañeros de trabajo nunca van a olvidar: Walter reclinado sobre la cabrilla de su carro, la mano junto a la barra de cambios, ya sin vida, pero en su puesto de trabajo. Murió trabajando, cumpliendo su deber, lo que siempre hizo en la vida.
Conozca el relato completo de la vida de Walter descargando el libro “El caso de la Asamblea del Valle: tragedia y reconciliación” y siguiendo la serie documental “Somos más que 11”.