cCasa Arana
Historia del pueblo ocaina “se los comió la naturaleza… mejor así”
Lugar donde incineraron al pueblo ocaina. María Luisa Moreno para CNMH, 2016
La casa Arana es el lugar más sangriento para la memoria del pueblo okaina, en especial para el grupo Dyuxalla, allí padecieron los jefes de los clanes a mano de los peruanos y sus trabajadores.
Cuenta la historia que por una copa de oro del jefe a 16 kilómetros de acá [territorio ancestral ocaina] por esa copa castigaron al hijo de uno de los jefes de los ocaina y se murió, el jefe de los ocaina se alteró contra ellos y de venganza lo mataron. Por ende, Julio César Arana mandó recoger por medio de regalitos y engaños para que viniera todo el pueblo ocaina para averiguar quién fue el que mató a ese señor. Hubo una noche de masacre en el calabozo en ese tiempo, cercos de pura chonta, mataron a uno por uno preguntando si sabía o no sabía. Los masacraron, los cargaron y los trajeron a este punto en una fosa de diez metros de largo con diez metros de alto y los echaron un galón de queroseno y los quemaron, una quema que duró un día. Si una excava acá ve las secuelas porque hay carbón y aquí fue donde se acabaron todas las autoridades de los ocaina. Esta versión sale así: el conductor se llamaba Carlos Loaiza quien tuvo una compañera que fue ocaina, se llamaba Aro. Yo fui compaginando lo que contaba mi abuelo con un libro que escribió Guijao. Aro era nieta de mi bisabuelo y ella vio toda esa masacre que se hizo. Ella le contó a mi abuelo.
En la arquitectura original de Casa Arana acá habían casas alrededor, acá habían bodegas.
A nuestros abuelos les tocaba cargar piedras del río para construir distintas cosas… eso se lo comió la naturaleza.
Casa Arana después de cien años
Casa Arana era la estación central de acopio de caucho. A este lugar llegaban los indígenas cargando gran parte de la recolección que se hacía en los campamentos de Último Retino, El Sur, La Sabana, entre otros. Esta arquitectura que ha permanecido en el tiempo, está ubicada en el casco urbano de La Chorrera.
Mapa representación Casa Arana. Juan Carlos Gittoma, 2015
Aunque este lugar también fue espacio de tortura y asesinato, en este caso el equipo de investigación quiso reconstruir el proceso de resignificación que se le ha otorgado a este lugar como parte del camino que se ha andado para endulzar la palabra del pasado.
Luego de la época de la cauchería este lugar se convirtió en un orfanato para los niños y niñas huérfanos de la cauchería. A mediados del siglo XX el internado fue trasladado. De manera muy rápida, en 1984 se instaló la sede de la Caja Agraria. Aunque la Caja Agraria tenía un proyecto relacionado con turismo y educación, las autoridades del territorio decidieron recuperar dicho espacio para proyectar en él un lugar de educación propia para las nuevas generaciones. A partir de la década de los noventa la comunidad tomó parte de las decisiones del plan de vida y del proyecto de etnoeducación con el Ministerio de Educación. En 2008 esta arquitectura de principios del siglo XX fue declarada por el Ministerio de Cultura como bien de interés cultural del orden nacional. En la actualidad es conocido como Colegio Indígena Casa del Conocimiento para reivindicar la cultura y el conocimiento propio de los pueblos del tabaco, la coca y la yuca dulce.
El hecho de que ahora esas ruinas sean un colegio tiene una razón social que lo dijeron nuestros mismos mayores: aquí donde nos mataron tenemos que educar a los niños en este nuevo momento histórico que estamos. Por eso es que ahora las ruinas son sede de la institución educativa que tenemos ahora (rector del Colegio Indígena Casa del Conocimiento, 2016).
para que eso no quede como un espacio de tristeza, de soledad o de amargura entonces después de tanto diálogo, mambeo, de tanto analizar pues pudimos endulzar la palabra (Participante del encuentro pueblos en La Chorrera, agosto 2016).
María Luisa Moreno para CNMH, 2016
Pintura mural
Mural Los hijos del tabaco, la coca y la yuca dulce. María Luisa Moreno, 2015
Autor: Rember Yahuarcani
Esta es la parte original antes de la llegada del hombre blanco. Vivían en un paraíso, la maloka, la selva, todo en su exuberancia. Luego con la llegada de los blancos con la cauchería llega la muerte, quemadura, ahogados, cepos, cadenas. Sin embargo, allá se ve el espíritu del tabaco, la coca y la yuca dulce, ese dando el aire que sale de la boca que a pesar de estar en la esclavitud iluminaban y nunca dejaron de hacer bailes, lenguas. Esta parte que se ve es de una garza que como manera mítica está acá, Huma, quien pisa fuerte en la formación del chorro para ayudar a sostener el problema de la esclavitud que estaban sufriendo.
En todo el dibujo se ve la hoja del tabaco que lo mantuvieron hasta el final. La madre yuca dulce le sigue al hijo como esperanza de vida y luego bota a caguana como abundancia. Los ojos son la formación del chorro y las piedras son personas que se encantaron y miran. Está pintado en tres fases y estamos en la fase tres.