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Autor

Laura Cerón

Fotografía

Laura Cerón

Publicado

02 Jun 2017

Mis desaparecidos, nuestros desaparecidos

El pasado 26 de mayo se dio inicio a la Semana de la Desaparición Forzada en Bogotá. En el acto conmemorativo se encontraban víctimas de Barrancabermeja, Antioquia, Caldas, Meta y Bogotá que siguen luchando sin descanso hasta encontrar a sus familiares.


Uno por uno los asistentes que están sentados en las escaleras del Centro de Memoria Paz y Reconciliación esperan escuchar el nombre de su familiar desaparecido. La idea causa más consuelo que alegría. Al frente y en círculo, van apareciendo en pequeños cubos de cristal los rostros de hijos, hijas, hermanos, hermanas, padres, abuelos, tíos, tías y sobrinos de los que nunca más volvieron a saber. 

Luz Marina López al escuchar el nombre de sus dos hijos baja por las escaleras mientras un joven rubio, su hijo menor, la toma de la mano y cuida sus pasos. Al llegar toma una figura en cada mano y las mira con detenimiento. La luz traslucida que pasa por la mitad dibuja el rostro de Diego Fernando y Ana María Ochoa, dos mellizos de 20 años que cayeron en una redada paramilitar mientras estaban en un bazar que se celebraba en un barrio de Barrancabermeja.  Corría el año 98 y desde entonces ella y su familia no han podido dar con el paradero de sus restos, aunque ya conozcan quiénes cometieron el crimen gracias a versiones libres de Justicia y Paz.

Luz Marina no dice nada pero su rostro carga con el dolor de todos estos años de ausencia. Al acercarme me dice que mire lo lindos que quedaron, que ella ya no quiere llorar más porque en sueños ambos le cuentan que están bien y le dicen que merece descansar.  Como ella, cada núcleo familiar baja, recibe a su ser querido y hace catarsis de la manera que puede. Algunos asistentes gritan “que nos los devuelvan vivos porque vivos se los llevaron”.

Son 154 figuras en total las que hacen parte de una obra artística llamada Souvenir que el artista Sair García hizo en homenaje a las familias y a las víctimas. “Como ustedes comparto la gran tristeza de tener un familiar desaparecido. Este es un elemento para que puedan interactuar con ellos desde el corazón”, les cuenta a los asistentes.

La entrega hace parte de la conmemoración de la Semana de la Desaparición Forzada. Una fecha que desde hace varios años han instaurado las mismas víctimas para que se visibilice uno de los crímenes que más impacto causa en la vida de los familiares, pues como relata el informe “Hasta encontrarlos” del CNMH, se enfrentan a la incertidumbre de saber su paradero y a la revictimización por parte de un sistema judicial que en muy pocos casos opera de forma efectiva. De los 60.630 desaparecidos de Colombia, tan solo 8.162 tienen algún tipo de información respecto a ese hecho.

Horas más tarde, una gran cantidad de personas sale del Centro de Memoria Paz y Reconciliación con un objetivo: recordarle a la ciudad sus desaparecidos. Con un clavel blanco y un sol abrasador caminan por la calle 26 hacia el occidente hasta la Universidad Nacional. Todos van a un ritmo lento, paciente, mientras cantan arengas y mencionan los nombres de sus familiares sin descanso.

La gente alrededor apenas mira las pancartas con las fotos y sigue su camino, otro diferente. Lo que muchos no saben es que entre el gentío hay varios grupos de familiares de víctimas de desaparición forzada que llevan más de 35 años exigiendo el paradero de sus seres queridos. Tal es el caso del Colectivo 82, formado después de que un grupo de 12 estudiantes de la Universidad Nacional y la Universidad Distrital fueran desaparecidos.

Una vez instalados en la Plaza del Che de la Universidad Nacional, el grupo Arlequín ofreció a las familias una obra de teatro. La representación era un homenaje a todos aquellos que no han bajado la guardia buscando a los suyos. En medio de la tarde, las familias disfrutaron de un ambiente de música y poesía.

Los padres de Jhon Ricardo Ubate Monroy, desaparecido hace 22 años reconocen que es muy difícil que el proceso avance más, “lo único que pedimos es que nos digan dónde están sus restos”, afirman. Para muchos el consuelo está en haber encontrado fortaleza en el otro que también ha sentido su dolor y lo comparte, así continuar buscándolos en los ríos, los bosques, las montañas.

Este año la conmemoración  se realizó en el marco de la acción conjunta que realiza el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), el Programa de Alianzas para la Reconciliación, de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y ACDI/VOCA


Publicado en Noticias CNMH

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