Esta dimensión del Museo de Memoria de Colombia (MMC) abarca mucho más que solo un edificio en Bogotá. Comprende un entorno total que incluye sus espacios internos (salones, auditorios, jardines, salas de investigación, talleres de creación, el Archivo de Derechos Humanos y áreas de cuidado personal y conmemoración) y su entorno público inmediato (el parque, la plaza, la calle, el eje vial y el paisaje urbano).
Un espacio para el encuentro y la reflexión
El MMC se concibe como un lugar de encuentro para la memoria y el ejercicio democrático. Su diseño busca establecer una relación dinámica e incluyente entre las personas y el espacio, propiciando una experiencia memorable y reflexiva. Esta vivencia conduce al reconocimiento de los hechos violentos y sus causas (Viviescas, 2013; Lleras, 2014). Así, los ámbitos espacial, ambiental y simbólico del MMC configuran un espacio público fundamental para la memoria, el encuentro crítico ciudadano y la reflexión que impulsa el compromiso con la no repetición (Viviescas, 2016; CNMH, Área de Pedagogía, 2014).
La centralidad de Bogotá: Un amplificador de voces
Durante los encuentros y talleres regionales realizados por el CNMH entre 2013 y 2015, los participantes discutieron la relevancia de ubicar el MMC en la capital. Una perspectiva común destacó que la ubicación física en Bogotá «podría mostrar lo ocurrido de una manera más amplia, posicionar las voces de las víctimas y aportar a la no repetición» (CNMH, Dirección de Museo de Memoria Histórica, 2015b). Los asistentes expresaron el deseo de «no quedarse hablando entre los mismos, en las mismas zonas donde no han sido escuchados y ven en el Museo una herramienta para multiplicar sus voces» (CNMH, DMMH, 2015b). Comunicar esta señal simbólica en la ciudad más poblada de Colombia ofrece una oportunidad invaluable para visibilizar los acontecimientos y los procesos de resistencia tanto en otras regiones del país como en Bogotá, contribuyendo sustantivamente a su mandato de reparación simbólica.
Consciente de las preocupaciones sobre la centralización, el MMC adopta un modelo de funcionamiento en red con iniciativas y lugares de memoria, definiendo la dimensión territorial como una de sus tres maneras de existir.
Eje de Paz y Memoria: Un espacio urbano de reconocimiento
El proyecto arquitectónico del MMC y el espacio exterior de la Plaza de la Democracia son ‘componentes prioritarios’ para consolidar el Eje de Paz y Memoria. Este proyecto urbano, reglamentado por el Decreto 632 de 2014, busca «fortalecer un espacio urbano de reconocimiento y remembranza de los hechos y víctimas de la violencia, a partir de transformaciones en torno a los Conjuntos Monumentales de Espacio Público localizados alrededor de la Avenida Jorge Eliécer Gaitán (Calle 26), con el fin de contribuir a la reparación integral de las víctimas de hechos violentos ocurridos en la historia reciente de la ciudad y el país».
En su dimensión físico-espacial, el MMC busca la restitución física y simbólica de la identidad de las víctimas en el espacio público. Transforma un escenario de violencia, indiferencia e incredulidad en un entorno inclusivo, un símbolo de respeto y defensa de los derechos humanos (ONU Mujeres y CNMH, 2015a), de la pluralidad, de las diversas formas de recordar y dignificar a las víctimas e, incluso, del ejercicio democrático (Viviescas, 2013).

