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Publicado

22 Jul 2019

10 años del Salón del Nunca Más en Granada, Antioquia

El primer lugar de memoria de Colombia construído por una comunidad cumplió 10 años el pasado 3 de julio en Granada, Antioquia. Con series fotográficas que visibilizan los rostros de las víctimas e infografías con datos clave sobre el conflicto armado, han ido alimentando el que hoy se reconoce como uno de los lugares de memoria más importantes del país para dignificar a las víctimas.


Muchas comunidades, desde hace ya varios años, han dado a la sociedad colombiana una lección de dignidad al confrontar las consecuencias de la guerra y no permitir que esos hechos queden en el olvido. Los habitantes de Granada, ubicado en el Oriente Antioqueño, fueron los primeros en sacar fuerzas para construir, mano a mano, un salón de la memoria en el que pudieran visibilizar los rostros de cientos de hombres, mujeres y niños que fueron víctimas de la violencia en este municipio. Hoy por hoy, ellos son quienes llevan la bandera de la paz y el salón que construyeron cumplió 10 años el pasado 3 de julio.

No ha sido un camino fácil. ¿Cómo reconstruir la memoria histórica de un municipio que ha vivido tomas guerrilleras, más de 36 masacres, secuestros, desplazamientos, asesinatos selectivos por parte de paramilitares y enfrentamientos militares entre distintos grupos armados? Según cifras de la Personería de Granada, hasta finales de 2008 este municipio tenía registradas más de 400 víctimas de muertes selectivas y 128 desaparecidos. El 60% de la población fue desplazada pasando de 19.500 habitantes a 9.800. Cerca de 83 personas han sido víctimas de minas antipersonal y casas bomba, el 50% civiles y el 50% militares. Además, se han reconocido 15 fosas comunes y de ellas han sido identificadas 8 personas.

A principio de este siglo, apenas un mes después de que paramilitares del Bloque Metro entrarán al casco urbano de Granada y masacraran a 19 personas, cientos de guerrilleros de las Farc hicieron explotar un carro bomba con 400 kilos de dinamita y se tomaron el municipio a plomo, durante casi un día entero. En esa incursión, ocurrida entre el 6 y el 7 de diciembre del 2000, perdieron la vida 23 personas y varias cuadras quedaron completamente destruidas. De ese tamaño fue la guerra en Granada.

Su cercanía con la autopista Medellín-Bogotá y con las centrales hidroeléctricas del oriente antioqueño, así como su ubicación entre el Valle de Aburrá y el Magdalena Medio, hicieron de Granada un lugar estratégico para la disputa entre guerrillas, paramilitares y Ejército. Según el informe Granada: Memorias de guerra, resistencia y reconstrucción, del Centro Nacional de Memoria Histórica, el conflicto armado dejó en ese municipio por lo menos 460 muertos, 299 desaparecidos y unos 10 mil desplazados, cifras grandes para un municipio pequeño.

Pero durante esa época, cuando la violencia llegó con más fuerza a la región, sus habitantes respondieron con valentía y dignidad. Para reconstruir el pueblo, cargaron ladrillos al hombro por una de las calles principales en la Marcha del adobe. Prendieron velas blancas y caminaron con ellas en silencio en las Jornadas de la luz. Salieron juntos a recorrer y a reapropiar los lugares del horror en encuentros que llamaron Abriendo trochas. Pintaron piedras de colores y las llevaron al Parque de la Vida para honrar a sus desaparecidos.


  • Una de las marchas de la luz que se organizaban desde antes del 2007 en Granada. Las jornadas se hacían en silencio los últimos viernes de cada mes. - Fotografía: Lorena Luengas

  • Bitácora de uno de los jóvenes desaparecidos, donde amigos, conocidos y familiares depositaban mensajes y pensamientos. - Fotografía: Lorena Luengas



    La Organización de Víctimas Unidas por la Vida, ASOVIDA, fue la encargada de materializar esta iniciativa comunitaria junto a la personería municipal y el Cinep. El Salón del Nunca Más buscaba convertirse en un escenario público en el que se trataran temáticas asociadas a las violencias vividas en el territorio, al tiempo que defendían y garantizaban su acceso a políticas públicas en defensa de los derechos humanos de los sobrevivientes.

    Gloria Ramírez, coordinadora del Salón del Nunca Más, creyó que con inaugurar el espacio su tarea en parte había terminado, “pero ahí empezó el trabajo fuerte. Ahora vienen estudiantes, personas del común y extranjeros. Atendemos casi a diario y lo hacemos con cariño, con el interés de sensibilizar un país deshumanizado. Lo que vivimos no es fácil, pero lo que perseguimos es la construcción de paz y las garantías de que esto no vuelva a suceder”, afirmó.

    Le recomendamos el documental "Rostros de la memoria".

    Lorena Luengas, museóloga y profesional del equipo del Museo de Memoria Histórica de Colombia, acompañó la construcción del Salón desde el 2007 y reconoce la transformación que vivió Granada y los miembros de ASOVIDA, a partir de la inauguración. “Este día vivimos una conmoción muy grande. Muchos familiares se desmayaron o tomaban de la foto de su familiar y lloraban de manera inconsolable. Durante los siguientes días hicimos un acompañamiento psicosocial muy fuerte, estuvieron dos psicólogas con las familias. Sin embargo, fue un momento muy importante porque los familiares decían que ahora tenían la oportunidad de ir al Salón, ver la foto de su familiar de una manera distinta: con amor, con el reconocimiento de quienes eran y no con el dolor de su pérdida”, dijo Lorena.

    Lorena recuerda que con el tiempo fueron consignadas unas bitácoras que contenían las fotografías de las víctimas. Sus familiares y amigos acudían al Salón y empezaban a escribir a sus familiares en un diálogo reparador. “Una niña iba con cierta regularidad a escribirle a su papá que había muerto cuando ella era pequeña, en la bitácora le contaba sus relaciones con su familia, con sus amigas del colegio. Una profesora estaba en contra del reclutamiento y la guerrilla la mató afuera del salón de clase, sus estudiantes le escribían mensajes de gratitud y cariño por todo lo que había hecho por ellos”, comentó.

    Desde hace algunos años, la construcción ha venido presentando un deterioro significativo en su estructura. En el 2018, los líderes del proyecto se vieron en la necesidad de recoger fondos por internet para poder patrocinar la remodelación. Como comentó Gloria, no ha sido sencillo. “Desafortunadamente no le hemos podido hacer mucha intervención. Hicimos una recolecta de 4,5 millones de pesos, pero ese dinero se invirtió en recuperar el dominio web para poder volver a ser dueños de la página y que nos visiten no solo en Colombia sino a nivel mundial. Queremos tener un contacto más cercano con la comunidad”.

    Este panorama hace aún más urgente la necesidad de pensar políticas públicas que garanticen la permanencia de los lugares de memoria en los territorios. Más que un museo, el Salón del Nunca Más se ha convertido en un lugar de encuentro alrededor de la memoria, la superación de las violencias y la reconciliación. En diez años, las organizaciones de víctimas de Granada han logrado posicionar la memoria como un eje transversal al interior del municipio. Además, durante el 2010, fueron seleccionados como ganadores del Premio Nacional de Paz. “Con este espacio de memoria hemos minimizado los impactos de la guerra y hemos entendido que unidos podemos lograr muchas cosas, si seguimos trabajando por la paz ese será nuestro mejor aporte. Queremos que nos vean como un municipio resiliente, estar sin actores armados, sin daños al medio ambiente”, afirmó Gloria.

     
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