16 años de la masacre de Santa Cecilia

Autor

CNMH

Fotografía

Mauricio Builes para el CNMH

Publicado

29 Ene 2016

16 años de la masacre de Santa Cecilia

Hace 16 años en Santa Cecilia en el corregimiento de Astrea, norte del Cesar, un grupo de paramilitares conformado por más de 100 hombres armados asesinó a 12 campesinos de la región.


Este 28 de enero se llevó a cabo actividades conmemorativas en el corregimiento como medida de reparación simbólica. Teniendo en cuenta que los hechos ocurridos ese fatídico 28 de enero de 2000, trascendieron a toda la comunidad, la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas (UARIV), desde 2013 inició el proceso de reparación con esta comunidad, donde se establecieron, entre otras, medidas de reparación como: reconocimiento público de lo ocurrido y actividades conmemorativas.

Otra historia no contada

Antonio Fermín relata la historia de una masacre inesperada, como muchas de las que han arrasado los pueblos colombianos. “Esa noche yo me quedé en Santa Cecilia, en la madrugaba los perros ladraban mucho, me levanté a las cinco de la mañana, iba saliendo y los paramilitares me dijeron que el pueblo estaba rodeado y que debía ir con los demás, caminé y llegué donde estaban todos amarrados. Nos pusieron en posición de requisa”, dice.

Los paramilitares, comandados por John Jairo Esquivel, alias “el Tigre”, se apoderaron de la única casa de dos pisos en la zona y montaron su cuartel de la muerte, junto a un retén militar, en toda la entrada del pueblo. Con lista en mano, pidiendo la cedula de los pobladores, iban seleccionando sus víctimas, las apartaban y amarraban: “a mí se me acercó alias ‘el Llorón’ y me dijo que conmigo no era el problema, que era con los que estaban amarrados”, relata Fermín.

Osmani Ortega, esposa de Dalwis Salcedo e hija de Rosa Elvira Rojas, —ambos asesinados en la masacre—, guarda en su memoria lo que sufrió durante esas largas horas de drama: “llegaban a las casas de los que estaban en la lista dando patadas, a todos los que estábamos amarrados nos sentaron en el piso, y a las cinco de la mañana éramos ocho allí. A mí me soltaron diciendo que estaba limpia. Y ‘el Tigre’ nos dijo que hiciéramos fiesta, que hiciéramos sancocho, que cuando ellos venían —refiriéndose a la guerrilla— hacíamos fiesta.”

Los paramilitares amarraron a 11 personas durante más de 12 horas, —desde las dos de la madrugada—a las tres de la tarde recibieron la orden de acabar con sus vidas. “Al primero que mataron fue al hijo de Ulises —Ulises Coronado Marín—, yo corrí cuando me dijeron ‘huye o te tiro yo’”, recuerda Antonio Fermín.

Según los testimonios de algunos habitantes de Santa Cecilia, a las personas asesinadas les dispararon en la cabeza y a Luz Aida Marín un perro le arrancó los senos. El pueblo quedó en silencio y desde ese día el grupo paramilitar se estableció en el corregimiento provocando el desplazamientos del 90% de sus habitantes, más de 350 familias. 

Al retornar les quemaron las casas

María Rojas se desplazó para Valledupar. Los primeros años en esta ciudad se atemorizaba al escuchar un perro ladrar, en una ocasión “llegaron a dar una serenata y mi hermana y yo vimos fue hombres armados”, explica María Rojas. Los traumas de la guerra la perseguían, llegando a confundir el sonido de unas trompetas con armas.

Con el tiempo, los labriegos decidieron regresar a las tierras, convencidos de una normalización del orden público, pero las cosas no han estado tan tranquilas como pensaron. El 30 de diciembre de 2013 un grupo de hombres no identificado ingresó al corregimiento y violentamente quemó siete casas. Varios líderes tuvieron que desplazarse.

16 años después de la masacre, compartimos "Santa Cecilia: Afectación, Daño y Resistencia" y “La memoria sin voz”, dos vídeos realizados por el Centro de Memoria del Conflicto de Valledupar y la comunidad para visibilizar esta tragedia.


Publicado en Noticias CNMH

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