Noticia

Autor

Daniel Sarmiento

Fotografía

Daniel Sarmiento/María Paula Durán

Publicado

23 May 2018

70 mil personas visitaron el Museo en la FILBo

16 días. 70 mil asistentes. 103 eventos. 162 protagonistas que viajaron a Bogotá a contar sus historias. Así fue la exposición Voces para transformar a Colombia.


Los museos de memoria deben contar lo que pasó cuando hubo violencia. Ese relato no es sencillo ni plano, y menos en Colombia, donde la violencia sigue. Así que la gran pregunta es cómo contarlo. Esa es la tarea que desde hace seis años tiene el Museo de Memoria Histórica de Colombia. La primera gran respuesta a esa pregunta fue la exposición ‘Voces para transformar a Colombia’, que estuvo abierta durante los 16 días de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo), y fue visitada por más de 70 mil personas.  

La narración de la exposición se hizo a través de tres voces: la del cuerpo, la de la tierra y la del agua. Esas voces contaron historias conocidas y poco conocidas de violencia y resistencia: por ejemplo, la del puerto de Buenaventura, la de los lugares sagrados de los wiwa en la Sierra Nevada y la de la Organización Femenina Popular en el Magdalena Medio. Durante el recorrido había cómics, murales, objetos íntimos, canciones, experiencias en realidad virtual y hasta una mata de coca.

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    Lina Palacios en FILBo 2018 - Foto: María Paula Durán/CNMH

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    Alabadoras - Foto: Daniel Sarmiento/CNMH

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    Eje Cuerpo - Foto: María Paula Durán/CNMH

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    Obra de teatro

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    Conmemora Radio - Foto: Daniel Sarmiento/CNMH


    “En un museo de memoria no entras a mirar. Entras a ser interpelado”, dijo en El Espectador el escritor Daniel Ferreira. Cuando el equipo del Museo del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) escogió la FILBo para presentar esta exposición, lo hizo pensando en el amplio y diverso público que podía atraer, pero con dudas sobre si en ese escenario masivo, con la presión de recorrer muchos pabellones en poco tiempo, los visitantes sí se tomarían el tiempo de ser interpelados, en lugar de solo mirar de paso.

    Contrario a ese temor, la participación de más de 70 mil personas hizo que durante esas dos semanas el Museo estuviera vivo. Una parte importante de esa vida se la dieron los protagonistas de las historias, que viajaron desde sus territorios a participar en la exposición. 162 personas, además de las que ya estaban en Bogotá, estuvieron contando sus propios relatos, hablaron con el público, resolvieron dudas y conocieron casos y personajes de otras regiones del país.

    Luz Marina Bernal, madre de Fair Leonardo Porras, ejecutado extrajudicialmente, fue varios días a acompañar y explicar la pieza que la representaba. Las mujeres de la Comuna 13 de Medellín hicieron lo mismo. También indígenas wiwa y barí, y representantes de la Organización Femenina Popular y del Consejo Comunitario de La Larga y Tumaradó, y Lina Palacios, víctima de violencia sexual, y personas de Buenaventura y de Trujillo, Valle, entre otros y otras.

    88 de esos visitantes participaron también en la programación dentro del pabellón: 103 eventos, entre conversatorios, conciertos, rituales, cine y obras de teatro. Hubo una charla cantada entre Inés Granja y Gumercindo Palencia, dos maestros tradicionales del Pacífico y el Atlántico. Una obra de teatro sobre la delicada situación que vive la Comunidad de Paz de San José de Apartadó. Un performance sobre la violencia contra las comunidades ribereñas. Un ciclo de cine con películas animadas sobre conflicto armado. Un ritual de un grupo de mujeres afrodescendientes que le cantaron a Bojayá en el aniversario de la masacre.

    En la programación y los recorridos también participaron niños, niñas y adolescentes, con rutas y eventos diseñados para ellos, que por las mañanas llenaban el pabellón. En el segundo piso de la exposición, dentro de una casa construida a muchas manos, dejaron sus mensajes: “no permitamos que nos sigan arrebatando nuestros sueños”, “somos futuro”, “queremos paz”, “aún hay esperanza”. En ese mismo piso funcionó también un espacio de Conmemora Radio, por donde pasaron víctimas, artistas, académicos y visitantes ocasionales. En la radio hubo entrevistas, lecturas, conversaciones, música y teatro en vivo.

    La exposición, explicó en Conmemora Radio Lina Díaz, del equipo del Museo, sirvió para confrontar la idea de que la sociedad colombiana es indiferente: “Muchas veces tenemos imaginarios sobre el cansancio de los colombianos para hablar de la guerra, pero ‘Voces para transformar a Colombia’ nos demostró que seguimos preocupados por lo que está pasando, con posturas muy diversas: vimos que sí nos interesa saber, que sí nos interesan las historias de esas víctimas. La gente se sentaba a leer con calma, a escuchar los relatos. Vimos personas que volvieron a llevar a familiares y amigos. La gente tiene cosas para decir y se quiere comprometer”.

    Lo que pasó entre el 17 de abril y el 2 de mayo es apenas un primer paso. El verdadero éxito de esta exposición, y de lo que será el Museo cuando inaugure su edificio en 2020, son las reflexiones, debates y acciones transformadoras que promueve en el público. Puede conocer más sobre el proyecto del Museo en www.museodememoria.gov.co

     

    Publicado en Noticias CNMH

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