El director del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), Darío Acevedo Carmona, reafirmó el compromiso de la entidad con la reparación simbólica de las víctimas del conflicto en Bojayá y el Medio Atrato, el fortalecimiento del espíritu resiliente de la comunidad y la difusión de la memoria histórica para la no repetición de los hechos de violencia. El CNMH acompañará a la comunidad en la organización de la conmemoración del Día de las Víctimas de Bojayá.
“Nuestro compromiso con la memoria de las víctimas del conflicto armado en Bojayá no se acaba. Este año, cuando se cumplen 20 años de la masacre ocurrida en la cabecera de este municipio chocoano, el CNMH apoyará la recuperación del Lugar de Memoria de Bojayá y el Medio Atrato, en el antiguo Bellavista, y acompañará a la comunidad en la conmemoración del 2 de mayo”, afirmó Darío Acevedo.
José de la Cruz Valencia, miembro del Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá, contó que se han robado las láminas de zinc de las cubiertas de la iglesia, la casa cural, la escuela y la caseta comunitaria, que permanecen en la antigua población de Bellavista, hoy deshabitada, como testimonio de la afectación del conflicto armado a orillas del río Atrato.
El CNMH aportará materiales para construir nuevos techos para las edificaciones que hacen parte de la memoria histórica de Bojayá. En la intervención se utilizará manto asfáltico, que después de ser aplicado no tiene valor para quienes pretendan apropiarse del material.
El Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá proyecta realizar en febrero el lanzamiento del libro Los muertos de Bojayá son nuestros muertos. Este producto de memoria se presentará en Bogotá, Quibdó y Bojayá y será entregado al CNMH y las demás entidades que participaron entre 2017 y 2019 del proceso de identificación de los muertos de la masacre.
Colombia no puede olvidar el 2 de mayo de 2002, fecha en la que guerrilleros de las Farc dispararon un cilindro bomba contra la iglesia San Pablo Apóstol, de Bellavista, donde se refugiaban alrededor de 300 personas por los enfrentamientos que libraban desde el 20 de abril el Frente José María Córdova de la guerrilla y el Bloque Élmer Cárdenas de las autodefensas. La presión de la guerrilla por deshacerse de los cadáveres antes de la llegada de medios de comunicación y autoridades y la violencia continuada en el territorio no permitieron la despedida y el duelo de acuerdo a sus tradiciones religiosas.
“Si se piensa en la magnitud de los eventos en términos de muertos, heridos y desplazados, frente al tamaño de la población, se puede decir que los daños ocasionados por la masacre fueron catastróficos. Toda familia quedó de alguna manera en duelo, todas las familias tuvieron que participar en la búsqueda y el conteo de sus víctimas”, señala el informe Bojayá: La guerra sin límites, publicado en 2010 por el Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación.