Cerrando el evento cultural de la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín, la Dirección de Acuerdos de la Verdad -DAV-, del Centro Nacional de Memoria Histórica -CNMH-, presentó uno de sus informes de paramilitarismo. El investigador Rodrigo Torrejano comenzó el diálogo explicando que esta dirección es la instancia que tiene la responsabilidad, dentro del Centro Nacional de Memoria Histórica, de construir informes y análisis sobre el paramilitarismo en Colombia.
A través del Mecanismo No Judicial de Contribución a la Verdad, los investigadores hicieron más de 14 mil entrevistas a desmovilizados de las Autodefensas Unidas de Colombia, las cuales les ayudaron a tejer los 14 informes que buscan detallar el accionar de las estructuras paramilitares que hicieron presencia en todo el territorio nacional.
Este, el informe número 13, se centra en la región del Urabá antioqueño, el sur de Córdoba, bajo Atrato y Darién, y pretende esclarecer las afectaciones sobre la población en este territorio a través de la proyección de relatos recogidos. "Este informe es uno de los pocos que no elige una sola estructura, sino que involucra la perspectiva geográfica y territorial para hablar de una macrorregión. Entrega una versión más territorial y contextual de lo que fue el fenómeno paramilitar", explica Torrejano. Esto permite comprender mejor la dimensión de este hecho, pues no existe un mismo fenómeno paramilitar en todo el país, ya que el conflicto por la tierra en función del ordenamiento territorial es esencial para comprenderlo en su totalidad.
Laura Ballén, investigadora del informe, explicó que las estrategias en esta región en particular consistieron en la cooptación de ciertos grupos por otras estructuras más complejas. "La incursión de los hermanos Castaño tiene un efecto de aglutinar fuerzas en el territorio", precisó. De ahí se desprendieron fuerzas como el Bloque Bananero o el Elmer Cárdenas.
Asimismo, se pueden identificar tres temporalidades: la primera, los antecedentes del fenómeno paramilitar reciente, remontado a las décadas de los 70 y 80; luego, desde la mitad de los 80 hasta el año 93, 94, y a partir de ahí hasta el origen de la estructura conocida como Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá, que es una suerte de casa matriz para la expansión a otras regiones del sur de Córdoba, el Atrato y Darién.
En la expansión del fenómeno van implícitos esquemas de reclutamiento forzado de niños y jóvenes de estos territorios. Además, dentro de este proceso de expansión, las estructuras buscan legitimar su presencia a través de masacres y actos de terror como instrumentos de avanzada. Dicha expansión coincide con la pretensión de desarrollar actividades económicas extractivas, más allá de la ganadería.
Pero el informe no solo involucra a los victimarios, pues también incluye la voz de las víctimas y organizaciones sociales. Ana Ghisays, enlace municipal de víctimas de Tierralta, Córdoba, afirmó que el ejercicio del principio de la verdad para acceder a la dignidad por la población víctima, más allá de la verdad jurídica que busca establecer cómo ha operado el fenómeno paramilitar, "desde la visión y el sentir de las comunidades nos llena de satisfacción".