Alrededor de 100 personas del Bajo Cauca, Norte y Nordeste antioqueño se congregaron en la Casa de la Cultura de Yarumal para conocer y construir la propuesta del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) «El territorio habla, el centro escucha».
En el segundo piso de la Casa de la Cultura de Yarumal (Antioquia) hay una habitación que recoge y representa el esfuerzo de la comunidad por resignificar el nombre de su municipio. «El Aula Nunca Más es un lugar que cuenta la historia desde el corazón de las víctimas», afirmó Magdalena Calle, coordinadora de Madres por la Vida.
El aula se ubica justamente entre una intersección de dos paredes; por eso, Magdalena la considera «el rincón de la memoria de Yarumal». En aquel espacio están inscritas las palabras de las víctimas, los recuerdos de sus seres queridos y los esfuerzos de la población —con el apoyo de algunas instituciones— por cambiar la percepción sobre el municipio.
La resistencia y resiliencia de la comunidad no se quedan en esas cuatro paredes, sino que lo albergado en el Aula Nunca Más se expande a la población de Yarumal. Así quedó en evidencia cuando el equipo del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) llegó al municipio para presentar y construir de la mano de la población la estrategia de territorialización «El territorio habla, el centro escucha».
Conoce sobre la política pública de Lectura, Escritura y Oralidad que acompaña el CNMH.
Del 5 al 7 de octubre, Yarumal recibió a habitantes de las subregiones del Bajo Cauca, Norte y Nordeste antioqueño. «Para nosotros es muy importante que nos hayan escogido para este evento. El territorio es una zona de fe, cultura y campo; es la cuna de la independencia de Antioquia y es un lugar de resistencia», dijo la coordinadora.
Alrededor de 100 personas se congregaron en la Casa de la Cultura de Yarumal para contar su historia. Camila Orjuela, profesional del equipo de la estrategia de territorialización y transversalización del CNMH, señaló que el encuentro fue «el intento real de la entidad para fortalecer los procesos que la comunidad ha hecho desde cada uno de los territorios».
Ver esta publicación en Instagram
Aunque cada uno de los participantes tiene una historia relacionada con el conflicto armado, no todos se conocían entre ellos. La primera dinámica del espacio consistió en reconocer al otro: con unas fichas bibliográficas, plumones y marcadores, los invitados hicieron unas escarapelas con su nombre y el dibujo de un elemento que caracteriza su territorio.
«Para mí, nuestra representación es el río y la gente pujante y berraca», indicó Danilo Yepes. Sus palabras abarcaron gran parte de los dibujos y las presentaciones de los asistentes, lo que muestra que el territorio no solo se caracteriza por la delimitación geográfica, sino también por las personas, la naturaleza y el arte. «No es solo la tierra, sino también esas historias que queremos resignificar», añadió Manuela Avendaño, profesional psicosocial del equipo regional pionero.
El reconocimiento del otro también aplicó para el CNMH. En un espacio de construcción colectiva, los invitados hablaron sobre lo que conocían de la entidad y mencionaron la relevancia de la Ley 1448 de 2011. «Nadie aquí escogió ser víctima, para nadie es un gozo. Queremos que nos den garantías para ser como un fénix y poder resurgir», precisó Danilo.
De acuerdo con Camila Orjuela, la presencia del CNMH en Antioquia corresponde también a «una apuesta por generar planes territoriales de memoria». Así, los participantes se dividieron en cuatro grandes grupos con el objetivo de hacer unas cartografías sociales en las que plasmaron los lugares donde hacen memoria y donde han surgido sus procesos de resistencia.
Los participantes se dividieron en 4⃣ grupos para realizar una cartografía social sobre quiénes y dónde se está haciendo memoria. La dinámica no solo pretendía generar un mapeo 🗺️, sino también empezar a trabajar en un plan territorial de memoria en las subregiones. pic.twitter.com/JOPf9lERn7
— Centro Nacional de Memoria Histórica (@CentroMemoriaH) October 8, 2023
El diálogo sobre la historia y los cimientos de los municipios aledaños quedó registrado en aquellos mapas; si había veredas o corregimientos faltantes, los participantes los dibujaron para no olvidarlos. Los aprendizajes logrados en esa construcción no se quedaron en cada uno de los grupos, sino que hubo una reintegración para exponer las conclusiones. «Lo más grande que hemos hecho para resistir es no olvidar lo que nos ha pasado», dijo Adriana Pérez, de la mesa departamental y municipal de víctimas.
Tras la conversación, el equipo regional pionero expuso la estrategia de territorialización y le preguntó a la comunidad cómo creía que el CNMH debería hacer presencia en los territorios. Los participantes resaltaron la importancia de que las personas involucradas en el proceso tengan calidad humana, idoneidad y conocimiento sobre el territorio.
Magdalena Calle, coordinadora de Madres por la Vida de Yarumal, recibe la propuesta gráfica del Libro Blanco de Yarumal.
Los participantes cerraron el espacio de tres días tal como lo iniciaron: reconociendo al otro en un abrazo grupal. En un gran círculo alrededor de los mapas en los que trabajaron, cada uno ofrendó dos palabras con una vela: una para agradecer y otra de aprendizaje. «Voy a llegar donde mi esposa e hijos para contarles que aquí encontré otra familia», afirmó uno de ellos.
Tras las palabras de todos, Magdalena Calle volvió a tomar la vocería y habló sobre el Libro Blanco de Yarumal: rastros de vida, la iniciativa de memoria histórica que ha trabajado el municipio junto al CNMH. Desde 2017, la comunidad ha buscado contar su propia historia, más allá del impacto del conflicto. «Era muy triste que siempre nos encasillaran con Los Doce Apóstoles», agregó la lideresa.
La esperanza volvió a invadir el rostro de Magdalena cuando, durante el espacio, los integrantes del CNMH entregaron la propuesta gráfica del Libro Blanco con el compromiso de hacer el lanzamiento oficial en noviembre. «Hicimos esta narración partiendo de la historia de Yarumal», explicó la lideresa no solo hablando del conflicto armado, sino de la presentación sociohistórica que contiene el ejemplar.
En sus manos también estuvieron las ilustraciones de diez personas representativas del municipio. «Este libro contiene unos relatos de vida de aquellos que nos pueden llevar a resignificar el dolor», comentó la coordinadora de Madres por la Vida, mientras colocaba aquellos retratos en el rincón de la memoria, justo en la repisa que tiene grabada la frase «Aquí guardamos un espacio para el Libro Blanco de Yarumal».
El encuentro subregional terminó, pues, con la voluntad que estaba recogida en aquel rincón de la memoria, que ahora alberga algunas de las ilustraciones de los yarumalenses y espera que llegue ese Libro blanco para seguir resignificando la historia de un municipio afectado en más de una forma por el conflicto.