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CNMH Tomado del artículo «Bojayá: un pueblo que reclama el derecho a la verdad»

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24 de marzo de 2025

El derecho a la verdad: memoria, justicia y paz en la lucha por los derechos humanos

 

El 24 de marzo, Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos, se conmemora la lucha por la justicia, la memoria y el reconocimiento de las víctimas. En esta fecha se honra la memoria de quienes han entregado su vida en defensa de los derechos humanos, como monseñor Óscar Romero, y se reafirma la importancia de conocer la verdad para sanar heridas, evitar la repetición de la violencia y construir una paz duradera.

 

El 24 de marzo se celebra el Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y la Dignidad de las Víctimas, con el fin de promover la memoria de los dolientes y la importancia del derecho a la verdad y la justicia; además, se busca rendir homenaje a quienes han dedicado y entregado su vida a la defensa de los derechos humanos. Es fundamental para los procesos de reparación y no repetición que, como primera medida, se reconozcan los hechos, a fin de garantizar la verdad y la justicia social, además de honrar la memoria de las víctimas y sus familias.

 

 

El derecho a la verdad le permite a la sociedad conocer la realidad sobre las violaciones a los derechos humanos (causas, responsables, datos específicos, etcétera) y nace como una respuesta a la falta de investigaciones y sanciones en torno a estos hechos. Además, en este día se rinde homenaje a la memoria de monseñor Óscar Arnulfo Romero, quien denunció las violaciones a los derechos humanos de las personas más vulnerables de El Salvador y luchó por esta población hasta su asesinato, el 24 de marzo de 1980 (la Comisión de la Verdad para El Salvador, en su informe de 15 de marzo de 1993, documentó los hechos sobre su asesinato a tiros por un francotirador, bajo la orden de fuerzas progubernamentales, conocidas como «escuadrones de la muerte», durante una misa celebrada ese día).

 

Fotografía de monseñor Óscar Arnulfo Romero

Cada año, millones de personas sufren violaciones a los derechos humanos en todo el mundo, y se convierten en víctimas sin verdad y sin justicia. Arrebatarles el reconocimiento al dolor, desconocer lo que sucedió con un familiar, negarles la posibilidad de hacer un duelo y constreñir un futuro, es arrebatarle a una sociedad la construcción de paz. En esa medida, reconocer al otro como doliente de violaciones es crear sentires colectivos y tejido social en torno a la lucha y la defensa de los derechos humanos. Apostarle a la verdad como elemento clave para el avance y el bienestar común, se convierte entonces en una necesidad para los procesos de reparación y en un compromiso con el futuro.

En el contexto colombiano, un ejemplo de comunidad que ha clamado por la verdad son las madres de las víctimas de desaparición forzada en la comuna 13 de Medellín, de donde surge recientemente la frase «Las cuchas tienen razón», ya que ellas han buscado incansablemente a sus hijos desaparecidos en el conflicto armado colombiano y han denunciado los intentos fallidos por parte de algunos sectores de manipular y desconocer la memoria colectiva y la justicia que aún está pendiente luego de tantos años. Ellas, al igual que las Madres de la Plaza de Mayo en Argentina y las Madres de los Caídos en Perú, se convirtieron en un símbolo de resistencia y defensa de los derechos humanos y merecen saber la verdad sobre lo que les sucedió a sus seres queridos.

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Y, así, un sinfín de actos violentos han quedado para la historia y con ellos un sinfín de dolientes, empáticos de los hechos y defensores activos que dedican su vida a la búsqueda de la verdad. Es así como, sumándose a esta lucha, nacen en Colombia organizaciones como la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición (CEV) y el Centro Nacional de Memoria Histórica, con la misión de investigar y reconocer las violencias y los actores del entramado de violaciones a los derechos humanos producto del conflicto armado interno, además de compilar y conservar las memorias históricas de esta guerra. 

«Hay futuro si hay verdad» es el lema de la CEV en Colombia, una frase que refleja la realidad del país y que, entre líneas, promueve la paz y la no repetición, pero, sobre todo, la sed de verdad y justicia de las víctimas. Así, entonces, hay que recordar, finalmente, que solo a través del reconocimiento de la verdad se podrá construir una paz genuina, donde hayan sanado las heridas del pasado y surja el compromiso con un futuro en el que la justicia y la memoria colectiva no den paso nunca más a la violencia.

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