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Publicado

22 de marzo de 2025

35 años del asesinato de Bernardo Jaramillo Ossa: un crimen de lesa humanidad que marcó la historia de Colombia

 

El 22 de marzo de 1990, Bernardo Jaramillo Ossa, candidato presidencial por la Unión Patriótica (UP), fue asesinado en el Puente Aéreo de Bogotá por un sicario de 16 años. Su muerte se convirtió en un símbolo de la violencia política en Colombia y del exterminio sistemático de los militantes de la UP, un partido que nació a partir del proceso de paz con las FARC-EP en 1985.

 

Una esperanza truncada

En la década de los ochenta, Colombia estaba viviendo los últimos años del bipartidismo tradicional. La Unión Patriótica emergió como una alternativa política tras los diálogos de paz entre el gobierno de Belisario Betancur y la guerrilla de las FARC-EP. Jaramillo Ossa, un abogado nacido en Manizales en 1955 y militante del Partido Comunista Colombiano, se convirtió en una de sus figuras más representativas.

Su liderazgo político lo llevó a ser concejal en Apartadó, representante a la Cámara por Antioquia y, tras el asesinato de Jaime Pardo Leal en 1987, presidente de la UP. En 1990, se postuló a la Presidencia con el lema «Venga esa mano, país», un llamado a la reconciliación en medio de un contexto de violencia y persecución contra los integrantes de su partido.

La violencia como respuesta

El ascenso político de la UP fue respondido con una campaña de exterminio. Grupos paramilitares, en alianza con sectores del Estado y poderes económicos, desataron una ola de asesinatos contra sus militantes. Jaramillo Ossa denunció públicamente la complicidad estatal en estos crímenes y se alejó de la estrategia de lucha armada defendida por las FARC, apostando por una vía democrática.

«No se puede hablar de paz cuando no se castiga ejemplarmente a los miembros del Estado comprometidos con la violencia hacia la población civil», advirtió en uno de sus discursos.

Un magnicidio impune

Pese a contar con un esquema de seguridad conformado por 16 escoltas pertenecientes al Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), Jaramillo Ossa fue baleado en la mañana del 22 de marzo de 1990. Su pareja, Mariela Barragán, lo sostuvo en sus brazos en sus últimos momentos de vida. «Mi amor, no siento las piernas. Estos hijueputas me mataron», fueron sus últimas palabras.

En 2014, la Fiscalía General de la Nación declaró su asesinato como un crimen de lesa humanidad, lo que impide que prescriban las respectivas investigaciones. Sin embargo, 35 años después, aún no se ha determinado toda la cadena de responsabilidades detrás de este magnicidio.

Un fallo histórico

El 30 de enero de 2023, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) responsabilizó al Estado colombiano por el exterminio de la Unión Patriótica, que dejó más de 6000 víctimas entre asesinatos, desapariciones forzadas y otras violaciones a los derechos humanos. El fallo confirmó que hubo una alianza entre sectores del Estado, grupos paramilitares y empresarios para eliminar a los militantes de la UP.

Bernardo Jaramillo Ossa fue una de las víctimas más emblemáticas de este genocidio político. Sin embargo, a pesar del dolor y la impunidad por su asesinato, su legado sigue vivo en la memoria colectiva del país, recordando la importancia de la lucha por una democracia real y sin violencia.

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