¡Ni una muerte más por odio en Colombia!
¡No al asesinato de personas con orientaciones sexuales e identidades de género no hegemónicas (OSIGNH)!
Desde el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), conscientes de que todas las memorias —sin distinción— deben ser conocidas, narradas y valoradas, hacemos un llamado urgente a la sociedad colombiana para reconocer, valorar y actuar frente al preocupante aumento en las cifras de crímenes de odio. Estos actos son la expresión de una violencia estructural y sistemática que históricamente ha afectado a las personas pertenecientes a los sectores sociales LGBTIQ+, especialmente a aquellas con orientaciones sexuales e identidades de género no hegemónicas.
En Colombia, vivir con la libertad de ser y amar continúa costando vidas. Durante lo transcurrido del 2025, han sido asesinadas 28 personas con orientaciones sexuales e identidades de género no hegemónicas, siendo particularmente afectadas las mujeres trans. El reciente y brutal asesinato de Sara Millerey, una mujer trans de 32 años, en Bello, Antioquia, evidencia la profunda descomposición moral, la falta de empatía y la deshumanización de quienes recurren a la violencia para marginar la diversidad.
Desde el CNMH, reconocemos y exaltamos las luchas y resistencias frente a esta violencia, y rechazamos categóricamente cualquier ataque contra personas pertenecientes a los sectores sociales LGBTIQ+. Los asesinatos de personas OSIGNH ocurren en contextos complejos, atravesados por factores históricos, políticos y culturales que configuran disputas sobre el sentido de la memoria, los derechos humanos y la dignidad. Estos hechos no pueden entenderse como casos aislados, sino que forman parte de una violencia sistemática que demanda respuestas urgentes, diferenciadas y transformadoras.
El CNMH expresa su solidaridad con el dolor de la familia de Sara Millerey y con todas aquellas personas que han alzado su voz frente a este hecho. La memoria de Sara visibiliza la cruda realidad que enfrentan las mujeres trans; por ello, su recuerdo debe convertirse en una herramienta transformadora que contribuya al reconocimiento de las víctimas, al desmantelamiento de las estructuras de opresión y al fortalecimiento de una sociedad más justa, plural e incluyente.
Callar frente a estas violencias perpetúa la impunidad; narrar lo ocurrido, en cambio, es un acto de dignidad y una defensa radical de la vida. El silencio también mata y, por ello, es momento de asumir responsabilidades colectivas e institucionales frente a la violencia sistemática contra las personas OSIGNH en Colombia.