Bibliotecarias y promotoras de lectura del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, junto al equipo de la Biblioteca Especializada del CNMH, durante el ejercicio de cartografía social sobre los lugares de memoria del territorio.

Autor

CNMH

Foto

Fotografía: Germán Vanegas (CNMH)

Publicado

24 de septiembre de 2025

Cartografías de la memoria: lo que une a los territorios de Norte de Santander desde sus bibliotecas

 

En un proceso que inició en la virtualidad y floreció en la presencialidad, los bibliotecarios de la red departamental dieron forma a mapas, cuadernillos y ejercicios colectivos que revelan lo que une a sus municipios: la memoria, la biblioteca, la resiliencia, la cultura y los sueños de paz.

Desde junio de 2025, los bibliotecarios que integran la Red Departamental de Bibliotecas Públicas de Norte de Santander emprendieron un proceso formativo acompañado por el Centro Nacional de Memoria Histórica, en el marco de la alianza con la Biblioteca Nacional, para fortalecer los procesos de memoria histórica en la Red Nacional de Bibliotecas Públicas. Esta ruta comenzó en la virtualidad, a través de talleres que se convirtieron en espacios de exploración de las publicaciones del CNMH: relatos, testimonios e investigaciones que dan cuenta de la memoria viva de las comunidades afectadas por el conflicto armado interno.

A partir de estas publicaciones, surgieron reflexiones sobre cómo, desde las bibliotecas, es posible crear «centros de interés» que visibilicen las voces plasmadas en esa diversidad de formatos. No se trataba únicamente de divulgar contenidos, sino de proponer caminos de mediación con un enfoque de acción sin daño, incorporando un elemento esencial: el autocuidado emocional de quienes leen, escuchan y comparten esas memorias.

El proceso avanzó hacia una segunda etapa centrada en la promoción de la Lectura, Escritura y Oralidad (LEO), mediante la elaboración de cartografías sociales en cada municipio. Estos mapas, acompañados de cuadernillos que narran las particularidades locales, permitieron identificar lugares de memoria, reconocer servicios bibliotecarios y visibilizar el impacto de las bibliotecas en sus comunidades.

La ruta formativa se desarrolló en tres momentos: dos encuentros virtuales y un cierre presencial en Cúcuta, el 3 de septiembre, durante el 31.° Encuentro Departamental de Bibliotecarios, Promotores y Mediadores de Lectura. Este evento, realizado en el marco de la Fiesta del Libro de Cúcuta, reunió a 54 participantes de distintos municipios y se consolidó como un espacio pedagógico que resaltó el papel de las bibliotecas como escenarios vivos de resistencia, reparación y construcción de paz.

Durante la jornada de cierre, los bibliotecarios socializaron sus cartografías por subregiones, compartiendo no solo la información recogida, sino también aquello que los une como territorios:

  • En el Catatumbo y el occidente (El Carmen, Hacarí, La Playa de Belén), la memoria colectiva se entretejió con la violencia y el dolor, pero también con la resiliencia, la belleza natural y la añorada paz.
  • En el área metropolitana (San Cayetano, Cornejo, El Zulia, Astilleros, Cúcuta y sus corregimientos, Puerto Santander), los lazos se construyen en torno a la agricultura, el café, el arroz, el turismo, la solidaridad con la población migrante y la gastronomía compartida.
  • En el sur occidente (Silos, Mutiscua, Chitagá, Cácota, Pamplonita, Pamplona), los páramos, los duraznos y ciruelas, los cultivos y las tradiciones se entrelazan con las bibliotecas como espacios de identidad.
  • En la región centro (Cucutilla, Gramalote, Lourdes, Bucaracica, Villacaro), aflora el carisma, el don de gentes, la agricultura y el café, junto a la fuerza de su gente «berraca».
  • En el sur oriente (Bochalema, Toledo, Labateca, Chinácota, Herrán, Ragonvalia, Durania), los caminos reales, el río Táchira, el turismo y la agricultura se convirtieron en símbolos de unión.

Como resultado de este ejercicio colectivo, se llevaron a cabo tres actividades simbólicas de construcción de memoria: un «centro de interés» con los cuadernillos, el «Rollo de la memoria» y el «Jardín de las semillas». En cada una de ellas, los bibliotecarios plasmaron recuerdos, reflexiones y emociones que, al entrelazarse, dieron forma a un relato colectivo cargado de sensibilidad y esperanza.

Uno de los momentos más significativos fue la elaboración de una cartografía social del departamento. Cada municipio presentó su biblioteca, compartió experiencias y visibilizó sus apuestas en torno a la memoria histórica. Este ejercicio permitió reconocer la diversidad de servicios, usuarios y contextos, pero también evidenció un hilo común: el compromiso de las bibliotecas con la verdad, la dignidad y el fortalecimiento del tejido comunitario.

La Maleta Viajera se consolidó como una de las estrategias más importantes del encuentro. Cargada de libros, tejidos, relatos y símbolos, esta propuesta evoca la memoria al recorrer cada territorio, sembrando experiencias y alegrías. Junto a ella, el Rollo de la Memoria se convirtió en un ejercicio de escritura y creación colectiva, donde los participantes dejaron plasmados sus dibujos, relatos y memorias sobre lo que significa recordar y construir paz desde las bibliotecas.

Al cierre del encuentro, se abrió un espacio de planeación conjunta para identificar necesidades y acciones futuras. Entre las propuestas surgieron iniciativas como realizar tertulias regionales, crear un sistema de información sobre emprendimientos locales, complementar las cartografías y los cuadernillos, y desarrollar ejercicios entre bibliotecarios para participar en el «Salón de la Memoria 2026». También se reconocieron las dificultades del proceso, especialmente en la recolección y síntesis de la información, lo que otorgó aún más valor a los productos alcanzados.

Las voces que se escucharon al final reflejaron la riqueza de la experiencia vivida: «Me voy con conocimiento, con muchas ideas y ganas de continuar con mi labor»; Este proceso es una semilla en buena tierra, pronto dará frutos»; «Me voy feliz, fortalecida, con conciencia de lo que nos une y de la necesidad de preservar la memoria»; «Aprendí a ser más empática, a escuchar y a reconocer lo que nos hace iguales en medio de las diferencias».

Desde la Red Departamental de Bibliotecas Públicas de Norte de Santander se destacó el esfuerzo de los bibliotecarios por sostener estos procesos, a pesar de los desafíos logísticos, la alta rotación de personal y las dificultades de conectividad. «Ser bibliotecario es una pasión. Y cuando alguien pasa por una biblioteca pública con algo en su corazón, ese conocimiento lo transforma y lo lleva consigo adonde vaya», expresó la coordinadora de la red, Marlene Navas.

Finalmente, desde el Centro Nacional de Memoria Histórica, se reafirma el compromiso de continuar fortaleciendo procesos de formación y acompañamiento en el territorio, reconociendo el papel de las bibliotecas públicas como espacios fundamentales para la construcción de memoria histórica. Este espacio marcó un paso firme hacia la continuidad de procesos pedagógicos que vinculan la memoria con la acción cultural y educativa en los municipios del Norte de Santander.

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