Sembrando y tejiendo la memoria histórica en el Nororiente colombiano

 

El camino hacia la paz en Colombia se construye desde los territorios y, como parte de su misión, la Dirección del Museo de Memoria de Colombia está adelantando la identificación y caracterización de los lugares de memoria en todas las regiones del país. Les contamos los avances que se han llevado a cabo al respecto en Norte de Santander y Santander.

El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) acompaña a las comunidades en la vital tarea de transformar el dolor en dignidad, y los escenarios del horror en lugares de memoria y esperanza. Cada región, con su historia y sus luchas, teje un relato único de resistencia y resiliencia. ¡Conoce estas historias en algunos de los municipios de Norte de Santander y Santander! 

Cúcuta, Norte de Santander: el hilo sanador de la Fundación Moiras

En la capital del departamento fronterizo, las mujeres que integran la Fundación Moiras han convertido su casa en un lugar de memoria; allí emplean el tejido, la costura y el bordado como herramientas para resignificar el dolor. Su espacio alberga exposiciones con elementos creados por mujeres buscadoras de personas dadas por desaparecidas, en especial las del corregimiento de Juan Frío, en Villa del Rosario.

La dimensión territorial de la Dirección del Museo de Memoria de Colombia realizó la caracterización de este lugar de memoria y actualmente adelanta un proceso para identificar acciones de asistencia técnica que potencien el impacto de este espacio, consolidado por la resiliencia femenina.

Juan Frío, Villa del Rosario, Norte de Santander: contra la estigmatización


Este corregimiento es sujeto de reparación colectiva y, como resultado, aquí se está construyendo un lugar de memoria con recursos del Departamento de Prosperidad Social (DPS), ubicado estratégicamente en el centro policultural.

El acompañamiento de la Dirección del Museo de Memoria de Colombia a esta iniciativa se ha centrado en la construcción social del contenido para el lugar de memoria, con el propósito de resignificar espacios de horror, como los tristemente célebres hornos crematorios. En esa medida, la comunidad de Juan Frío se reconoce y se defiende como constructora de paz, que lucha contra la estigmatización y defiende su identidad en un territorio que clama por la construcción de paz.

Sardinata, Norte de Santander: un circuito de placas para dignificar la verdad


Desde 2020, la Mesa Municipal de Participación Efectiva de las Víctimas ha emprendido una cruzada para instalar placas en sectores emblemáticos, como la Gruta de la Virgen, tristemente ligada a hechos de violencia y desapariciones. 

El Centro Nacional de Memoria Histórica ha acompañado este proceso como parte de una estrategia para construir un circuito de la memoria que dote a cada corregimiento en un plazo de dos años. Estas placas son un mecanismo fundamental para reivindicar la voz de las víctimas y asegurar que los hechos no se borren del territorio. 

Tibú, Norte de Santander: un museo para reconstruir el tejido social

Tanto la zona rural como el casco urbano de Tibú han sido epicentro de momentos complejos durante el conflicto armado. Allí, la comunidad avanza en su proceso de reparación colectiva con una visión ambiciosa: la construcción de un museo de la memoria.

Este proyecto, impulsado por el comité de impulso y la Mesa Municipal de Participación Efectiva de las Víctimas, y respaldado por la alcaldía, la gobernación, la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas (Uariv) y organismos de cooperación internacional, busca ser un espacio de encuentro, diálogo y pedagogía en este municipio que es la entrada principal al Catatumbo.

Vetas, Santander: donde la naturaleza florece en resistencia 


En las alturas de este municipio, ubicado a 3350 metros sobre el nivel del mar, las víctimas del conflicto armado están haciendo florecer la memoria. Es así como la Mesa Municipal de Participación Efectiva de las Víctimas, en alianza con la personería y la alcaldía, ha puesto en marcha la creación de un jardín de la memoria en el parque central. 

En este jardín, no solo se plantarán especies típicas del municipio, sino que también se resignificarán las fuentes hídricas afectadas por el conflicto armado. Aquí, el acompañamiento del CNMH se ha centrado en la construcción social del jardín, en la identificación de elementos clave en la identidad local y en la resistencia de la comunidad ante la violencia.

¿Conoces otros lugares de memoria en tu región? ¡Cuéntanos cómo la memoria puede transformar tu futuro!


Volver arriba