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Publicado

20 Sep 2017

Lanzamiento del informe: Memoria de la infamia

  • No existe un acuerdo entre las diferentes entidades públicas sobre cuántas personas han sido desaparecidas en el marco del conflicto armado, y tampoco con las organizaciones sociales y de familiares que se han dedicado a seguir las huellas de las personas desaparecidas. La razón de dicho desencuentro está en el núcleo central que caracteriza el delito: el ocultamiento por parte de los “desaparecedores” con prácticas que dificultan el registro. 
  • En este informe se usa la palabra “desaparecedor”, en lugar de perpetrador, para connotar el acto vil y deshumanizador del delito en quien lo ejecuta. 
  • Según el Observatorio Nacional de Memoria y Conflicto, ONMC, del Centro Nacional de Memoria Histórica, entre 1970 y 2013:
  • Se registró un total de 2.627 víctimas directas de desaparición forzada en los diez municipios de la investigación, así: Puerto Berrío (590), Yondó (119), Cantagallo (21), San Pablo (261), Aguachica (281), Barrancabermeja (745), Cimitarra (207), Puerto Wilches (86), Sabana de Torres (99) y San Vicente de Chucurí (218).
  • En cuanto al género de las víctimas, se estableció que el 86,6 por ciento corresponde a hombres, el 9,3 por ciento a mujeres, y en el 4,1 por ciento de los casos no se tenía información.
  • En todo caso, no obstante el esfuerzo del ONMC, el informe plantea el problema del subregistro. Se puede afirmar que el número de personas desaparecidas en Colombia es superior al conjunto de las desaparecidas en las dictaduras del Cono Sur, pero no ha generado en la sociedad los niveles de conciencia y rechazo que existen en Argentina o en Chile. 

La región del Magdalena Medio se encuentra ubicada en el centro de Colombia, entre las cordilleras Central y Oriental. Está conformada por 31 municipios de los departamentos de Antioquia, Caldas, Cundinamarca, Bolívar, Boyacá, Santander, Cesar y Magdalena, y cuenta con una extensión territorial de aproximadamente 60 mil kilómetros cuadrados. Cuenta con importantes recursos minero-energéticos, tierras planas para el desarrollo de actividades agropecuarias de tipo comercial, infraestructura energética y vial, así como una posición geográfica estratégica para la interconexión comercial, lo cual funcionó como un atractivo para la exacción de rentas de origen y obtención tanto lícitas como ilícitas. 

Lo anterior condujo a una fuerte disputa violenta y a un ejercicio del control territorial y social de la región entre diferentes actores armados que derivó en una degradación extrema, a través de la comisión de delitos tipificados como violaciones a los derechos humanos e infracciones al DIH. En particular, el delito atroz de la desaparición forzada fue utilizado como un recurso efectivo para generar terror y paralizar a los pobladores. 

La desaparición forzada refleja el drama y el sufrimiento de los familiares, la desprotección del Estado y la barbarie de los “desaparecedores”, quienes niegan los valores que sustentan la convivencia humana y el respeto por la dignidad y la vida.

Memoria de la infamia. Desaparición forzada en el Magdalena Medio,la nueva investigación del Centro Nacional de Memoria Histórica, contó con el apoyo de Credhos, la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos regional Barrancabermeja (ASFADDES), la Asociación Regional de Víctimas de Crímenes de Estado en el Magdalena Medio (Asorvimm) en Puerto Berrío, la Fundación Círculo de Estudios Culturales y Políticos en San Vicente del Chucurí, y el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio (PDPMM). Presenta un análisis testimonial de 128 casos de desaparición forzada en 10 municipios del Magdalena Medio. Lo expresado por los familiares de las víctimas, desde su experiencia trágica y singular, da cuenta sobre quiénes fueron las personas víctimas para honrar su dignidad y su historia. 

La base central del informe es la voz de los familiares, a través de sus testimonios que orientaron los hallazgos, tales como el perfil de las víctimas, las características del método infame perpetrado, quiénes son los “desaparecedores”, el discurso justificativo utilizado y la micropolítica creada en cuanto a guiones y creencias que hacen parte no solo del acto delictivo sino de su posibilidad de existencia en el contexto social. Los testimonios no solo hablan de lo que ocurrió, sino de la sociedad en la que aparece la desaparición forzada. 

El informe da cuenta de los dispositivos que configuran el atroz delito, tales como la destrucción de la identidad reflejada en la desaparición del cuerpo, la estigmatización e intención de anulación de la historia de las personas víctimas, y la impunidad. Esta última activa una doble desaparición en tanto invisibiliza el delito y describe cómo la desaparición forzada es un hecho contundente y arrasador para las familias, ya que la ausencia de su familiar es una presencia permanente mediante el retorno repetido de recuerdos e imágenes que atormentan y mantienen el sufrimiento, convirtiéndose en una tragedia congelada en el tiempo. 

Esta investigación expone los cambios en las circunstancias de la vida de los familiares en una cotidianidad signada por el dolor y el silenciamiento. También muestra la contracara de la barbarie al encontrar dentro de los testimonios la persistencia del sentido de la búsqueda y el inquebrantable vínculo de amor de los familiares con su ser querido, así como la mano solidaria y de apoyo de las organizaciones sociales de la región. 

Para finalizar, esta investigación presenta unas recomendaciones al Estado colombiano y a la sociedad general respecto a su papel en la reparación de las víctimas y para que como país se concreten actos éticos, políticos de apoyo a las víctimas que logren transformar las condiciones que favorecen la ocurrencia de este atroz delito. 


Publicado en Noticias CNMH

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