¿Qué vamos a encontrar en la Fiesta del Libro?
“Vamos a encontrar un área inmensa en la parte sur del Jardín Botánico, que es jardín lectura viva, donde estarán diferentes organizaciones e instituciones que se han dedicado a promover la lectura, a motivar a la gente a leer y cada uno de ellos tiene un espacio donde se dictan talleres. Tenemos 107 expositores de todo el país donde incluimos las editoriales grandes, las independientes, las de la ciudad y de otras partes del país. Es la primera vez que tenemos al Centro Nacional de Memoria Histórica y es de resaltar porque creemos que va empezar a generarse un polo de visitantes para que se reflexione sobre el tema de la memoria y que muy seguramente en años futuros se constituya en un área misional que cada año esté presente. Hay una gran programación cultural con conversatorios de los escritores que van a venir; en total tenemos 320 invitados que vienen de diferentes partes del mundo, 60 de ellos son internacionales y el resto nacionales”.
El eslogan de este año de la Fiesta del Libro es Leer la vida, ¿por qué?
“Medellín ha atravesado momentos muy difíciles, tal vez es la ciudad más golpeada en Colombia por la violencia en diferentes manifestaciones. En el reciente episodio oscuro que vivió la ciudad por culpa del narcotráfico y todo lo que ocurrió con los capos de la mafia, la ciudad resistió enérgicamente aunque pagó muy caro ese episodio, se perdió el espacio público. Quedó el imaginario de que los ciudadanos corrían a esconderse a sus casas y el espacio público había quedado prácticamente desierto; entonces estos eventos como la Fiesta del Libro y otros desde la década del noventa empezaron a convocar a la ciudadanía al espacio público y hacer una celebración de la vida. Vemos muy pertinente que se hable de la vida como tema central, pero enfocado desde el punto de vista de la lectura. Los ciudadanos de Medellín lo entienden y lo viven como algo natural pero al resto del país hay que hablarle sobre ese contexto, sobre la pérdida del sentido de la vida; estamos precisamente celebrando la recuperación de ese mismo sentido de la palabra vida. Entonces la Fiesta del libro propone leer la vida como una forma no solo de leer el libro sino de leer las vidas de las personas, a los ciudadanos, leer al ser humano, leer las ciudades, leer los procesos históricos que se están viviendo”.
¿Cómo se lee la vida y la memoria?
“Creo que no se puede leer la vida sin leer la memoria. Nosotros tuvimos la duda de si el tema de este año debería ser la memoria o la vida. En el imaginario existe que hacer memoria es recordar el dolor, pero se les olvida que hacer memoria es precisamente superar el dolor, es vencer el dolor, es convocar la alegría y la vida. Nosotros creemos que son dos caras de la misma moneda, no se puede pensar en la vida sin reflexionar sobre la memoria. Es muy bienvenida la propuesta del Centro Nacional de Memoria Histórica de complementar esta propuesta que nosotros teníamos”.
¿Cuál es el aporte de la Fiesta del Libro a la memoria?
“Todo lo que hace la gente, todo lo que hace el ser humano, son aportes a los procesos; reflexionar e incorporarlo al pensamiento, a los imaginarios de la sociedad para que tome sentido y no sea un canto a la bandera, para no volver a repetir los errores, las injusticias. Cuando se lleva al nivel de la reflexión hace parte de un inventario que no deja que se vuelvan a repetir los errores”.
¿Qué opina de los aportes de memoria que se han hecho en Antioquia?
“Conozco el tema de San Carlos porque hice un documental sobre el retorno a esta región, con la idea de que las personas que estaban viviendo en Medellín retornaran a San Carlos. Cuando fui a esta región y me entrevisté con las personas que habían sido víctimas de la violencia —visité los lugares donde estaban enterrados los cuerpos, visité las casas donde habían realizado todo tipo de infamias los actores de la guerra y que ahora se convertían en lugares de encuentro— yo pensé que a pesar de que tenía el corazón destrozado hay un camino y no todo está perdido. Sentí que había una esperanza y que la gente es demasiado valiente por ser capaz de saber, por ejemplo, que enterraron a su hija en un solar y tener que ir allá a reuniones para poder hablar sobre el tema de superar la violencia y superar esos momentos”.
¿Si tuviera la posibilidad de adoptar un autor de memoria, cuál adoptaría?
“Nosotros tenemos acá muy cercano a Evelio Rosero que habla sobre los ejércitos y las infamias que han cometido, sin decir si son de derecha o izquierda. Eso es una forma de entrar en el conflicto, lo que ha tenido que vivir una persona que ha sido víctima. Tomás González ha hecho lo mismo, Ricardo Silva con El Espantapájaros también. Lo que veo es que esa cotidianidad se impone de tal manera que ahora la enfrentamos. Los escritores no deben ser ajenos a lo que sucede a su alrededor”.
¿Una buena manera de poder llegar a más públicos y a esa cotidianidad es con libros digítales?
“Creo que hay que combinar, como dicen, todas las maneras de luchas. El tema digital es un formato más, el libro impreso es un objeto muy perfecto que ha sobrevivido a siglos y todavía sigue vivo. Lo digital sirve mucho porque está al alcance de todos pero no creo que sea todo, los libros que se escriben y que se imprimen sobre un papel van a ser tan válidos como una multimedia o como un libro digital”.
¿Qué recomiendas leer sobre memoria?
“Me interesa mucho los temas que le crean a uno la conciencia de que leer y releer sobre lo ocurrido es algo necesario. Veo que los alemanes siguen escribiendo sobre la tragedia del nacismo, a pesar de que uno piensa que están saturados todavía falta mucho para que se siga hablando y que la gente se concientice de esas historias para que no se vuelvan a repetir. No debemos estigmatizar los libros que vuelven hablar del tema, por ejemplo cuando veo que a Víctor Gaviria lo acusan de que solo habla de cosas negativas. Es un deber que tenemos todos los creadores de seguir escribiendo sobre estos temas que han sido tan dolorosos”.