“Para que no me olviden: la violencia me mató, pero la escritura me mantiene vivo”, es un libro que cuenta la vida de jóvenes asesinados en el marco del conflicto armado en El Bagre, Antioquia, y que pertenecían a la Institución Educativa 20 de julio, proyecto que hace parte del acompañamiento a iniciativas de memoria realizado por el CNMH.
El Bagre (Antioquia), falso paraíso minero, infierno armado. La contradictoria ecuación que detiene en el tiempo, a causa del conflicto armado, a este municipio anclado en la subregión del Bajo Cauca Antioqueño.
En las calles de su casco urbano (con vista al río Nechí, palabra que significa Oro Natural), el arrebato de las motos aparece primero como una tormenta áspera de sonidos y congestión vehicular que inunda el ambiente; en ellas, hombres y mujeres salen en busca de espacio en un poblado que no pasa los 40 mil habitantes. Para el peregrino que llega, el municipio aparece en medio de una espesa vegetación y la separación de un río oscuro, entre amarillo y café ocre, quizás, a causa de la actividad minera que se desarrolla en la región.
El Bagre, que debe su nombre a ese pez rayado y con bigotes parecidos a los de un gato, es el fortín de docentes, líderes sociales y defensores de derechos humanos cuyos procesos organizativos y de memoria son el escudo utilizado para combatir la violencia, la apatía y la indiferencia que muchos han sembrado en las regiones de Colombia, y que El Bagre no es ajeno a ella.
Para nadie es un secreto que es muy peligroso en estos días ser un líder social en el país. Según datos suministrados en octubre de 2021 por Indepaz, desde la firma del Acuerdo de Paz en 2016 entre el Gobierno y la antigua guerrilla de las Farc, han sido asesinados 1.260 líderes sociales. Un dato que para muchos se ha vuelto un adorno más en las estadísticas, pero que, aunque no se note, es el espejo del horror de la guerra en Colombia que se encarniza sin medida contra la población civil.
Camiseta realizada por la iniciativa de memoria histórica “Para que no me olviden: la violencia me mató, pero la escritura me mantiene vivo” realizado en el Instituto Educativo 20 de Julio en El Bagre, Antioquia.
“No podemos seguir diciendo que por algo lo mataron, no podemos seguir justificando la muerte”, dice Sandra Colón desde el fondo de su corazón, que se ve reflejado en el brillo de sus ojos negros y redondos. Sandra es docente del Instituto Educativo 20 de Julio en El Bagre, y promueve la iniciativa de memoria histórica “Para que no me olviden: la violencia me mató, pero la escritura me mantiene vivo”.
Este proyecto, que se vincula como parte del Servicio Social Estudiantil de la institución, recopila los relatos de vida de jóvenes que han sido víctimas directas del conflicto armado y que tenían un vínculo como estudiantes y egresados de este establecimiento educativo. El pasado 3 de noviembre se presentó el libro que se divide en dos secciones: la primera, que explica el proceso pedagógico que utilizaron para la construcción de los perfiles, y la segunda, donde se narran las vidas de cinco compañeros de la institución que fueron asesinados.
“El flagelo de la violencia -explica Sandra en el libro- ha sido una constante en nuestro territorio y comenzó a golpearnos de frente, especialmente en contra de la vida de nuestros estudiantes. El dolor nos removió como comunidad académica y nos motivó a plasmar nuestras emociones y sentimientos en el proyecto”.
Sandra Colón, docente del Instituto Educativo 20 de Julio en El Bagre, y líder de la iniciativa de memoria histórica “Para que no me olviden: la violencia me mató, pero la escritura me mantiene vivo”.
Es miércoles por la mañana y los más de 30 grados que afloran en el auditorio no son impedimento para que las 50 personas (que por razones de bioseguridad se les permitió el ingreso) asistentes al lanzamiento se conmuevan con cada acto que se preparó para la presentación del libro. Sandra, quien también auspició como maestra de ceremonias, tiene la personalidad de una mujer guerrera que se ha fortalecido a pesar de las duras batallas en su vida, va explicando paso a paso cómo surgió este proceso y la importancia que tiene para la institución, el municipio y el país. “De esta forma rendimos un homenaje a las víctimas”, explica Sandra.
No olvidar, como reclamo recurrente en muchas de las demandas y exigencias realizadas por gran parte de las víctimas, las organizaciones de víctimas y la sociedad civil, es el eco constante que se escucha en los eventos de memoria del país. Y durante años la población del Bajo Cauca Antioqueño se ha visto afectada de manera dramática a lo largo del conflicto social y político en la región.
El libro “Para que no me olviden: la violencia me mató, pero la escritura me mantiene vivo” explica que estos territorios se han aprovechado “por grupos al margen de la ley para el ejercicio de diversas actividades como la minería ilegal, los cultivos ilícitos y el narcotráfico, sirviendo como corredor de movilización desde el Catatumbo, Norte de Santander hasta el Urabá Antioqueño (Rutas del Conflicto, 2021, enero). Esto ha desencadenado hechos victimizantes como el desplazamiento forzado, homicidios selectivos, desapariciones forzadas, despojo de tierras, amenazas, violencia sexual y masacres, realizados por parte de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), el ELN y el Bloque Virgilio Peralta Arenas, quienes se disputan el control territorial en la actualidad (Defensoría del Pueblo, 2020)”.
El resultado nefasto a raíz de este cóctel de intimidaciones y muerte tiene que ver, sobre todo, con la exposición constante de hechos violentos contra la población de niños, niñas y adolescentes. Según la Unidad Administrativa Especial para las Víctimas del Conflicto Armado, dato también descrito en el libro, dice que en el Registro Único de Víctimas (RUV), 1.353 personas están reconocidas como víctimas de homicidio en El Bagre. De esta cifra, 32 hombres y 41 mujeres tenían entre 0 y 17 años al momento de sufrir este hecho victimizante. Y que informes del Observatorio de Memoria y Conflicto (OMC), muestran que entre 1985 y 2014 se han identificado 36 casos de violencia sexual en el municipio.
Asistentes en el auditorio del Instituto Educativo 20 de Julio en El Bagre, presentes en el lanzamiento de “Para que no me olviden: la violencia me mató, pero la escritura me mantiene vivo”.
Es así como este libro se convierte en un portavoz contra la violencia en el marco del conflicto armado que han vivido los alumnos y exalumnos del Instituto Educativo 20 de Julio en El Bagre. En palabras de Osvaldo Miguel Madera García, rector de la institución, es “un proyecto que le quiere gritar a toda Colombia que el dolor de nuestros congéneres no nos es indiferente, que nos afecta nuestra dimensión humana. De que queremos sensibilizar a la ciudadanía de este flagelo, que necesitamos que los gobiernos busquen caminos que permitan eliminar y superar las causas estructurales de la violación de los derechos humanos y del DIH, donde se prevean estas violaciones y se evite el riesgo para nuestros jóvenes, y evitar el dolor para nuestra comunidad”.
Osvaldo Miguel Madera García, rector del Instituto Educativo 20 de Julio en El Bagre.
Si bien El Bagre descubrió el oro y la violencia, también es el escenario de la cultura y la pujanza de un pueblo que desea vivir en paz. Espacios de baile, canto y teatro se ven en sus calles promovidos desde festivales y encuentros sociales. Como parte del acto de lanzamiento los estudiantes que hicieron este ejercicio de memoria simbólica, presentaron una performance para expresar su rechazo hacia la violencia que los rodea. De igual manera varios de sus pensamientos quedaron plasmados en el libro, como el de Alex Stiven Basilio Fuertes, quien dice que “es importante que podamos comprender la gravedad de la violencia, y usar nuestro arte para expresarnos, oponernos a la violencia y así ser esa luz al final del túnel”.
Les invitamos a descargar el libro y conocer más sobre las iniciativas de memoria acompañadas por el Centro Nacional de Memoria Histórica.
También en el siguiente vídeo puede profundizar sobre “Para que no me olviden: la violencia me mató, pero la escritura me mantiene vivo” en este video.