VER ESPECIAL MULTIMEDIA: Buenaventura, un puerto sin comunidad.
Buenaventura amaneció sin luz el domingo 31 de mayo. Las Farc habían derribado la torre 17 que proveía de este servicio a la ciudad. El daño no era irreparable, pero sí llevaría cerca de tres días restaurar la energía. En la ciudad, de fondo, se oía el sonido de los motores de las plantas eléctricas, constante, ensordecedor.
Al ritmo de tambores más de 200 personas se unieron al coro “Todo el pueblo ay que ore”, y se dio inicio, a las 2:30 p.m. del 2 de junio, de la eucaristía presidida por monseñor Héctor Epalza en la Catedral de Buenaventura. En este acto litúrgico, con baile y música del Pacífico, Monseñor habló sobre cómo Buenaventura se ha convertido en un escenario de la barbarie contra la vida humana y resaltó cómo la comunidad continúa rechazando la cultura de la muerte.
Al finalizar la eucaristía, el Centro Nacional de Memoria Histórica entregó unas placas conmemorativas, en reconocimiento por su labor y su resistencia, a las organizaciones sociales de esta ciudad del Pacífico.
Al salir de la Catedral los asistentes marcharon a la plazoleta del CAN. Allí, las organizaciones Entretejiendo Voces y Madres por la Vida los esperaban con su plantón en honor a los desaparecidos de Buenaventura. Con fotografías, flores, velas y una canción que repetía “Tan solo la voz de un ángel nos da la consolación”, se exigió verdad, justicia y reparación.
Al finalizar el acto simbólico, las personas marcharon al auditorio de Confamar. La apertura del evento estuvo a cargo de Gonzalo Sánchez, Director del CNMH, quien reconoció la resistencia de la comunidad ante los hechos violentos y la grave situación humanitaria en la que viven, y aprovechó el espacio para hacer un llamado a romper con la indiferencia, no solo de las personas, sino de las instituciones estatales.
Constanza Millán, coordinadora de la investigación, agradeció a todas las personas y organizaciones sociales que ayudaron en la construcción del informe. Posteriormente, destacó los principales hallazgos de la investigación, como que la espiral de la violencia ascendió después de la desmovilización del Bloque Calima.
Monseñor Héctor Epalza, por su parte, mencionó que el título de esta publicación es desconcertante pero revela, de verdad, la situación que vive Buenaventura. “Buenaventura: un puerto sin comunidad no es una exageración, es una impresionante realidad que necesita atención afectiva y efectiva”, recalcó.
Pero quizá el momento más emotivo se vivió cuando Danelly Estupiñán, lideresa de la comunidad e integrante de la Minga por la Memoria, tomó el micrófono. Con el respaldo de todos los asistentes que la seguían detenidamente, y que en sus pausas la respaldaban con gritos de júbilo y porras, aseguró que los hijos e hijas de Buenaventura se niegan arrancar de su memoria todos los hechos violentos y violaciones a los derechos humanos ocurridos contra la población. Asimismo, mencionó que la estrategia de expansión portuaria es un generador de violencia en Buenaventura y que el informe hace parte de las pruebas que les permitirán lograr el acceso a la justicia. “Nosotros somos los dueños de esta tierra pues nuestros ancestros nos la han dejado”, mencionó.
Al terminar su discurso, una ola de esperanza, unión y fraternidad inundó el auditorio.
Fue entonces cuando Gonzalo Sánchez subió de nuevo al escenario para entregar unas placas conmemorativas a los líderes de la comunidad que se han destacado por su labor en la defensa de los derechos humanos.
Luego Gonzalo Sánchez entregó los archivos de Manuel Bedoya y Temístocles Machado a la comunidad de Buenaventura. Estos archivos dan cuenta de cómo era esta ciudad portuaria antes de que empezara el conflicto armado, cómo éste se fue intensificando con el paso de los años y de qué manera la comunidad ha resistido. Los archivos ya pueden ser consultados en Fundescodes y en el centro de documentación del CNMH.
Además, el Director del CNMH anunció el inicio de la intervención de uno de los fondos documentales más importantes, el de Narcilo Romero, que reúne las luchas sindicalistas de Colpuertos.
30 artistas del Semillero Teatral por la Vida entraron a escena para mostrar que la memoria está viva y que el arte es una posibilidad más para hacerle frente a la violencia. Después de un año de proceso, esta obra teatral expuso los planteamientos centrales del informe. Una prueba más de la capacidad que tienen las comunidades, y en especial los jóvenes, para entender su realidad, denunciar, resistir y reinterpretar sus vivencias a través de diferentes medios.
A las 7:00 p.m. y luego de una jornada extenuante, los asistentes recibieron el informe y partieron a sus hogares en medio de una oscuridad abrumadora, pero con una luz en sus ojos que ni el apagón más extenso logró opacar.