Machuca, Antioquia; la ilusión a flor de comunidad

Publicado 29 Oct 2019

  • •Hace 21 años, Colombia conoció en dónde quedaba el corregimiento de Machuca. En esa tierra del nordeste antioqueño, el Eln produjo una  explosión en el oleoducto que por allí pasaba y además detonó una carga explosiva que provocaría un gran incendio. 84 personas murieron. Los hechos se conocen como la masacre de Machuca.

  • •Históricamente, este corregimiento del municipio de Segovia se ha visto atravesado por la falta de oportunidades, la disputa entre actores armados, el estigma y el abandono. Sin embargo, sus pobladores han desarrollado sus propias iniciativas para conmemorar y para seguir adelante.

Al tiempo que la canción “Pedro Navaja” se apoderaba de las pistas de baile de América Latina, su letra -por si solita- empezaba a ser comparada con algunas de las mejores crónicas de este lado del continente.

Cuando Alberto Salcedo dijo que los vallenatos de antes eran cuentos bien contados, muchos le dieron la razón. Y cuando Carlos Pacheco -en ese entonces soldado profesional del Ejército-, escribió “Barbarie en Machuca”, parecía que para Fraguas (Machuca), el resurgir no fuese más que una quimera.

Su composición vallenata reza: “una madrugada del 18 de octubre del año 98, en el pueblo de Machuca, ahí llegó la guerrilla y se tiró el oleoducto causando muertes injustas. Una llamarada de grandes magnitudes, de la forma más absurda. Los ancianos gritaban y los niños lloraban con enormes quemaduras. Fue tan enorme esa explosión que hasta cultivos arrasó y aquel río contaminó, fue un pueblo humilde y soñador que un día las llamas consumió con su esperanza e ilusión”.

Y sí, es cierto, de aquella madrugada quedó un saldo de 84 personas muertas (42 de ellas niños), pero también la fortaleza para iniciar un proceso conmemorativo propio.

El pasado jueves se conmemoraron 21 años de lo ocurrido. Y los pobladores, como año tras año, desarrollaron acciones para mediante el recuerdo dignificar a sus seres queridos y para volver a poner sobre el tapete, el Machuca que desean, por el que han venido trabajando.

Una eucaristía en el cementerio; una reunión en el parque que incluía el descubrimiento de una pirámide que contiene piedras con los nombres de las víctimas de la masacre; y una marcha que recorrió “Barrio Nuevo” (el barrio que terminó más afectado), fueron algunas de las actividades desarrolladas el jueves pasado.

Precisamente, quienes decidan emprender un viaje de 10 horas para llegar a Machuca -distancia que separa a Medellín de este corregimiento-, se encontrarán con un “Barrio Nuevo” repleto de casas pintadas de todos los colores. Los mismos que la comunidad decidió utilizar para pintar las piedras incrustadas en la pirámide. Es como si se tratara de recordarse que la vida es mejor verla así, a color.

Atrás han quedado las casas en madera, las que se convirtieron en lo que señalan los mismos machuquitas: “la leña de los cuerpos que las habitaban”.

La huella que dejó el paso de las llamas por este barrio no impidió que personas como Maribel Agualimpia, desarrollaran -allí mismo y casi al tiempo de la tragedia-, sus apuestas de vida. Hace 20 años, “Machuca Digital Stereo” se convirtió en la plataforma que le permitiría a la comunidad estar informada, y a Maribel, convencerse de que sí valía por sí misma.

Aquella mujer, cuyo exesposo la maltrataba y que le decía si lo dejaba no sobreviviría porque “no sabía lo que era trabajar”, es la responsable de que día a día y desde el 23 de agosto de 1999, los barrios Lagunita, Las Brisas, Bolívar, La Batea, La Esperanza, Buenos Aíres y por supuesto Barrio Nuevo, estén informados de lo que pasa en su corregimiento, en su municipio y en el país.

“En noviembre del 98 me fui sola a Medellín, pasé diciembre, pasé enero y me apegué mucho a la música y a las noticias porque me sentía sola. Y me dije, yo algún día tengo que ser comunicadora”, relata Maribel, una chocoana que llegó a Machuca a los 12 años y que, tras sobrevivir a la masacre se desplazó a Medellín.

Sin embargo, la tierra y el deseo de reencontrarse de nuevo con sus hijos, “jaló más”. Casi al instante surgió la oportunidad que Maribel estaba esperando: participar de un curso de comunicación ¡Era el momento!

“El curso lo hicimos nueve jóvenes y yo que ya tenía 39 años. Lo terminamos y quisimos seguir. Fue un impacto muy grande para la comunidad porque acá las noticias eran por megáfono. Al iniciar no sabíamos cómo transmitir, no hablábamos bien y la gente se nos burlaba mucho. Muchos de mis compañeros no se aguantaron los comentarios y se fueron, pero yo sabía que este era un proceso que valía la pena”, sostiene Maribel.

De esos inicios de lucha por dotar de equipos a la emisora, esta mujer recuerda acciones como la cartelera que construyeron para que el gobernador de ese entonces, Aníbal Gaviria, no pudiera esquivar mientras daba un discurso en una visita que programó al corregimiento. El resultado fue positivo; gracias a esa iniciativa de la sociedad civil, la emisora recibió una donación del entonces mandatario.

Con aún más cariño, aparecen en la memoria las primeras “complacencias”. Estas, no eran nada diferente a las canciones que los oyentes le pedían. Las melodías que le gustaban a los esposos, a las hijas o a las madres que se fueron en la tragedia del 18 de octubre, siempre fueron solicitud recurrente.

La emisora se ha convertido entonces en reflejo de la voluntad de servicio del machuquita para con los machuquitas. En ella, se pasan los avisos de capacitaciones, se entregan informaciones relacionadas con la alcaldía o gobernación, se notifica sobre el estado de procesos tan importantes como el de reparación individual y reparación colectiva, y se anuncia la siempre esperada llegada de las brigadas médicas.

“Este ha sido mi sueño, yo seguiré hasta el día en que me muera y como le he dicho a mis hijos: esto es de la comunidad. Lo he hecho con mucho amor y queremos seguir construyendo futuro”, reitera Maribel cuando se le pregunta hasta cuándo seguirá ofreciendo este servicio.

En esa perspectiva de esperanza y de futuro en la que ha venido trabajando la comunidad, también han aparecido nuevos procesos. Uno de ellos es el semillero de radio y de memoria con la Institución Educativa Fray Martín de Porres, la única que existe en la cabecera del corregimiento.

Esta iniciativa acompañada por el Centro Nacional de Memoria Histórica se ha transformado en un espacio para conocer los temas que los niños, niñas y adolescentes de Machuca piensan en su cotidianidad, así como para poner en los lenguajes de la radio, perspectivas en torno a la comprensión de la memoria y de los derechos humanos.

Machuca se reinventa, desde el anhelo de sus personas mayores por traer de vuelta las épocas de libertad y sana diversión, pasando por el manifiesto de un futuro digno que hacen sus niños y niñas, y concluyendo en los esfuerzos de sus organizaciones por garantizar el acceso a condiciones de bienestar.

 

Pichilín: una comunidad contra la estigmatización

Publicado 19 Nov 2019
Modificado por última vez en 20 Nov 2019

  • • Este mes se lanzó “No señor, guerrilleros no. ¡Somos campesinos y campesinas de Pichilín!, un compilado de cuentos e ilustraciones que narran lo que la comunidad del corregimiento de Pichilín (Morroa, Sucre) vivió durante casi cincuenta años.

  • • La construcción del texto se hizo a través de distintos talleres, entrevistas y encuentros con personas de la comunidad.

  • El esfuerzo colectivo de campesinos por recuperar tierras, la incursión de actores armados, las muestras de solidaridad entre sus habitantes y los esfuerzos por volver a ser ejemplo de fortaleza organizativa hacen parte de los relatos.

Quienes visiten Pichilín hoy, hace 10 años o hace 50, se encontrarán con una comunidad “carta cabal”, a prueba de todo.

Y es que, desde sus inicios, sus pobladores, hombres y mujeres campesinos, han acumulado experiencias que los han marcado. Para demostrarlo, basta devolverse al inicio de Pichilín como corregimiento, proceso que, por demás, es tema central del primer capítulo de esta publicación del Centro Nacional de Memoria Histórica.

Para aquel entonces -finales de los sesentas e inicios de los setentas-, la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) hizo una movilización nacional que exhortó a los campesinos a recuperar más de mil haciendas y latifundios que estaban sin trabajar. Esta se hizo por todo el país, y en Sucre no fue la excepción. Allí lograron conformarse juntas directivas departamentales respetadas por sus campesinos.

Luego de que otras fincas ganaderas fueran recuperadas, el 12 de octubre de 1971 llegó el turno para la finca Pichilín.

“Bueno, el día de la recuperación de Pichilín, el 12 de febrero de 1971, fecha que nunca olvidaré, nos encontramos temprano como habíamos acordado. Íbamos Donaldo Salgado, Luis Enrique Salgado, Elías Vitola, Bonifacio Salgado, al que le decimos ‘Bone’, Tomás Vitola, Miguel Pérez Vitola y otro poco de campesinos. Éramos un grupo grande y nos repartimos por toda la finca” (fragmento extraído de “La recuperación de nuestras tierras es lo más valioso que hemos hecho en toda nuestra historia”).

Según se señala en el texto, la Policía y Los Pájaros (escuadrones de seguridad que trabajaban para terratenientes), intentaron detener a los campesinos, pero sus esfuerzos fueron infructuosos, pues rápidamente estos empezaron a construir sus ranchos. Fue así como se recuperó a Pichilín, tierra que solo sería titulada 17 años después, el 4 de octubre de 1988.

Sin embargo, Pichilín, al igual que muchos otros territorios en Colombia, ha visto a los ojos a la violencia. La antigua guerrilla de las Farc, grupos paramilitares y agentes del Estado colombiano cometieron hechos violentos contra la población.

Esas dinámicas, también se esbozan en este libro, una publicación que recogió las voces y memorias de sus pobladores mediante un lenguaje literario. Con ello, se buscó seguir estimulando el interés por parte de la población más joven del corregimiento y posibilitar la continuidad generacional de los procesos comunitarios de la región de Los Montes de María.

Así pues, diferentes narraciones del segundo capítulo, “Cuando el conflicto nos golpeó”, confrontan al lector con los impactos que dejaron en Pichilín: el ingreso de las Farc en los inicios de los noventas, la masacre de los paramilitares en diciembre del noventa y seis, los posteriores procesos de desplazamiento y retorno, los años de confrontación entre la Armada y la guerrilla, los asesinatos selectivos y las permanentes sospechas de pertenecer a uno u otro bando.

Con ellos, también llegó un alto nivel de estigmatización hacia su comunidad. Algunos habitantes de pueblos vecinos, de los grupos armados y hasta en el interior del propio corregimiento la ejercieron y produjeron desde ‘la ruptura de los lazos comunitarios, pasando por la desintegración familiar y terminando en una profunda sensación de incertidumbre y desconfianza” (fragmento de “Cuando el conflicto nos golpeó”).

No obstante, en las líneas de este capítulo, también aparece una cotidianidad plasmada de resistencias por quedarse, de acciones para mantener familias unidas y de estrategias para sobrevivir y evadir a los actores armados.

Finalmente, en el tercer y último capítulo del libro, “Ahora la lucha es por las organizaciones”, se asiste al relato del proceso de reconstrucción de esta población entre el año 2004 y el año 2018. El retorno de las Juntas de Acción comunal y los comités, la aparición de organizaciones, la configuración de una Asociación de Víctimas y el liderazgo que están ejerciendo las mujeres son contados con detalle.

“Ahora, con la convicción más fuerte de que pelear por sus intereses y derechos, dar su opinión y visibilizar su inconformidad frente a lo que no les parece justo, no debe ser motivo de estigmatización ni de criminalización”.

Los invitamos entonces a que conozcan una historia de campesinos, de voces que han vivido, resisten y luchan.

* Con este libro se dio cumplimiento por parte del Centro Nacional de Memoria Histórica a la primera sentencia emitida por parte del Consejo de Estado el 9 de julio de 2014 con respecto a la comunidad de Pichilín, a la sentencia de Restitución de Tierras del 3 de junio de 2016 y al PIRC (Plan Integral de Reparación Colectiva) de abril de 2014.

 

El 58% de los paramilitares ingresaron a las estructuras armadas con fines de desmovilización

Publicado 21 Nov 2019

El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNM), a través de su Dirección de Acuerdos de la Verdad lanzó públicamente en Bogotá el Análisis Cuantitativo del Paramilitarismo en Colombia, en la XII edición de la Semana por la Memoria, que cada año conmemora el CNMH. Este informe está basado en una muestra de 9.021 entrevistas estructuradas, realizadas a las personas desmovilizadas de los grupos paramilitares que firmaron los Acuerdos de la Verdad en el marco de la Ley 1424 de 2010. El total del universo de los paramilitares que suscribieron los Acuerdos de la Verdad son 18.306, lo que significa que la muestra se acerca a la mitad de la población firmante, convirtiéndose en el estudio de mayor representatividad estadística para la comprensión del fenómeno paramilitar en Colombia.

El Análisis Cuantitativo presenta la caracterización sociodemográfica de la población desmovilizada, el contexto de su participación en los grupos paramilitares y las características de su victimización. Entre los distintos hallazgos se encuentra que el 58% hizo su ingreso a las filas paramilitares entre 2003 y 2006, período que coincide con los diálogos y desmovilizaciones de los paramilitares.

El informe destaca que el 52% de los integrantes de grupos paramilitares (ellos o sus familiares) fueron víctimas del conflicto armado antes de ingresar a la estructura armada; pero menos del 1% reconoce que su participación se debió a esa victimización. Así mismo, el documento hace referencia a 39 estructuras paramilitares, incluidas las que se desmovilizaron, las no desmovilizadas, las que mutaron, las que se sometieron a otras y las que fueron exterminadas en el contexto de las propias guerras entre fracciones paramilitares.

En cuanto a las victimizaciones de liderazgos, el informe concluye que los sectores sindicales y de educadores aparecen como los más perseguidos por los grupos paramilitares según el nivel de reconocimiento de las personas entrevistadas. El homicidio, el exterminio social, el desplazamiento forzado y la desaparición forzada son los repertorios más reconocidos.

El estudio también señala que los grupos paramilitares vincularon en general a hombres jóvenes, entre los 16 y los 29 años de edad, que en su mayoría no se auto-reconocían con alguna identidad étnica; que presentaban bajo nivel de escolaridad y escasos recursos económicos. Entre tanto, el Análisis Cuantitativo señaló que las estructuras paramilitares tuvieron presencia en 667 municipios de los 1.101 municipios registrados en el país, lo que representa el 60,5 por ciento del territorio colombiano.

Este documento se suma a la serie de informes sobre las principales estructuras paramilitares, los cuales exploran el origen, estructuración, actuación, contexto, relaciones con diversos actores, victimizaciones e impactos producidos en distintos territorios y regiones, que también realiza la Dirección de Acuerdos del CNMH en la actualidad. Además se constituye en un nuevo aporte al derecho a la verdad de las víctimas y al esclarecimiento del conflicto armado en el país.

Es importante destacar que la Dirección de Acuerdos de la Verdad también realizó, en la XII Semana por la Memoria,  un conversatorio denominado: ¿Qué sabemos del paramilitarismo a 10 años de la ley 1424? Con el propósito de realizar un balance del Mecanismo no Judicial de Contribución a la Verdad, creado por la Ley 1424 de 2010 el cual  fue diseñado e implementado por el CNMH a través de la Dirección de Acuerdos de la Verdad. Los exparamilitares no comprometidos con graves violaciones, en proceso de reintegración a la vida civil, y acogidos a la justicia, suscribieron los Acuerdos de la Verdad y están llamados a presentar sus contribuciones, aportando a la satisfacción del derecho a la verdad de las víctimas y de la sociedad en general.

 

Nuestra Semana por la Memoria reunió las miradas plurales

Publicado 06 Dic 2019
Modificado por última vez en 06 Dic 2019

  • • Lanzamientos, conversatorios y más de 2.000 publicaciones entregadas hicieron parte de esta conmemoración.

  • • Gran acogida tuvo durante la Semana las presentaciones los informes de Pueblos indígenas, Cuantitativo del paramilitarismo y Ser marica en medio del conflicto.

Un ritual del Pueblo Nasa dio apertura un acto sin precedentes. En el teatro Colón, el pasado 18 de noviembre, en Bogotá, más de 700 personas fueron testigos del lanzamiento del informe Tiempos de Vida y Muerte: Memorias y Luchas de los Pueblos Indígenas en Colombia”, resultado de una investigación del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), con la Organización Nacional Indígena de Colombia.

Este multitudinario evento, el cual fue acompañado por nuestro director, Rubén Darío Acevedo, también marcó el inicio de la decimosegunda Semana por la Memoria, en la que visibilizamos los trabajos que demuestran la pluralidad y diversidad en todas las voces de las víctimas y la participación de las poblaciones.

En total, a las 10 actividades desarrolladas en Bogotá, Medellín, Valledupar, Timbiquí (Cauca) y La Hormiga (Putumayo) asistieron más de 2.500 personas y entregamos 2.100 publicaciones.

Fotografía: Alexander Castellanos/CNMH

¿Qué sabemos del paramilitarismo en Colombia?, 10 años de la Ley 1424, fue el foro, encabezado por  la directora de la Dirección de Acuerdos de la Verdad (DAV), Jenny Lopera, en el que investigadores, representantes de entidades gubernamentales y expertos académicos conversaron sobre los hallazgos del Mecanismo no Judicial de Contribución a la Verdad.

Así mismo, la DAV presentó ante la opinión pública el “Análisis Cuantitativo del Paramilitarismo en Colombia”, en el que el CNMH expone los resultados de la investigación sobre las 39 estructuras paramilitares identificadas por el Mecanismo No Judicial de Contribución a la Verdad. Es el estudio de mayor representatividad estadística para la comprensión del fenómeno paramilitar en Colombia.

Otro evento de gran acogida, con más de 600 asistentes, fue el lanzamiento de “Ser Marica en medio del conflicto armado, memorias de sectores LGBT en el Magdalena Medio”, un trabajo que se da como respuesta a la primera sentencia contra Autodefensas Campesinas de Puerto Boyacá (ACPB), por crímenes cometidos contra esta población.

La Semana por la Memoria también tuvo el lanzamiento de Empresarios, memorias y guerra. “Testimonios desde el Pacífico Colombiano”, en el Museo de Arte Moderno de Bogotá. Esta publicación reúne relatos y testimonios de emprendedores y empresarios del Pacífico colombiano sobre sus experiencias durante el conflicto armado en la región.

El director del CNMH, Rubén Darío Acevedo, expresó que las memorias de empresarios como otras publicaciones de la entidad presentada muestran que “hay una historia que registrar y recuperar para que el país tenga una visión más completa y clara de las memorias de todas las víctimas, una visión plural y diversa, de que la memoria no es única, no es homogénea, y vale la pena contar que cada sector de la sociedad expresa de diversas maneras el sufrimiento a manos de distintos victimarios”.

Publicado en Noticias CNMH

Gran acogida tuvo durante la Semana las presentaciones los informes de Pueblos indígenas, Cuantitativo del paramilitarismo y Ser marica en medio del conflicto.

 Lizeth Sanabria


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