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Autor

Maria Paula Durán

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Maria Paula Durán

Publicado

04 Sep 2017

El Cristo de Bojayá, sobreviviente de la masacre del 2 de mayo, presidirá Eucaristía del Papa

La visita del Papa Francisco a Colombia tendrá un espacio especial de encuentro entre él y un grupo de víctimas de diferentes hechos violentos en Colombia. Entre esas víctimas estarán 16 representantes de Bojayá que llevarán el Cristo Mutilado, símbolo del dolor y resistencia de esta comunidad, una de las más emblemáticas no solo del conflicto sino de la reconciliación y la construcción de paz. Las víctimas y el Cristo acompañarán al Papa en su Eucaristía en la ciudad de Villavicencio el 8 de septiembre.

El 2 de mayo de 2002, cuando las balas de paramilitares y guerrilleros no daban tregua, y con la fuerte lluvia del pacífico habiendo inundado todo el pueblo, los bojayaceños encontraron en la parroquia de San Pablo Apóstol el mejor refugio para la guerra. Y sin embargo, la peor de las tragedias ocurrió justamente allí, en la Iglesia del pueblo, cuando una pipeta cayó en el tejado dejando 79 muertos, decenas de heridos, cientos de desplazados y secuelas que aún no se pueden contar.

Y es que la Iglesia, la Diócesis de Quibdó, representó siempre para los bojayaceños un refugio no solo para la guerra, sino en general para las diferentes problemáticas derivadas del abandono estatal en esta región. Las apuestas culturales, educativas, de salud, por medio de brigadas, estuvieron en manos de misioneros y párrocos que recorrieron, hombro a hombro y de río en río, los territorios del pacífico.

Cuando la guerra se agravó en la región, los religiosos también fueron parte de las víctimas de la violencia. En Bellavista, por ejemplo, uno de los párrocos más queridos por sus habitantes, Jorge Luis Mazo, fue asesinado en 1999 cuando una lancha en la que se movilizaban integrantes de las AUC, según confesó Carlos Castaño, embistió la panga en la que viajaba el religioso.

La Diócesis de Quibdó fue la que logró documentar cientos de hechos victimizantes que ocurrían mientras los guerrilleros y los paramilitares buscaban dominar los territorios del Chocó,  específicamente del Medio Atrato,  para el tráfico de armas y drogas. De hecho, con base en esta documentación, la Diócesis construyó en Quibdó una capilla, muy cerca de la Catedral, llamada la Capilla de las Víctimas, en donde reposan las fotografías en memoria de muchísimas personas afectadas injustamente por la guerra. Entre ellas, por supuesto, están las víctimas de la masacre de Bojayá, uno de los hechos más representativos de la guerra en todo el país.  

En Bellavista, además de los párrocos, por décadas han sido las Hermanas Agustinas Misioneras las que han abanderado esta labor humanitaria. Auria, una de ellas, que ha vivido en Bojayá más de 20 años, recuerda cómo desde el puerto veía bajar muertos por el Atrato, cómo llegaban noticias de muertes en diferentes pueblos a lo largo del río, y cómo eran ellas, antes que ninguna otra autoridad, las que se embarcaban para hablar con la gente, apoyar y dar consuelo a viudas y huérfanos en estas tierras.

Por todas estas razones, el Cristo que también sobrevivió a la masacre, fue seleccionado por la Conferencia Episcopal para presidir la Eucaristía que el Papa Francisco dará en Villavicencio con miles de víctimas del conflicto de diferentes lugares de Colombia. Porque no solo en Chocó la Iglesia tuvo un papel protagónico en la guerra, sino que en muchos lugares de Colombia los representantes de esta institución han sido un apoyo fundamental para las víctimas. Además, para muchos de ellos y ellas, la fe ha sido una de las herramientas más valiosas que les han ayudado a sobrellevar tantos dolores.

Este lunes, la misma comunidad trasladó El Cristo hasta Quibdó, y estará en la Capilla de las Víctimas. Luego se hará una peregrinación hasta la Catedral San Francisco de Asís, con cientos de feligreses. En la noche de este 4 de septiembre se realizará una vigilia en la Catedral, después de una eucaristía.

El 5 de septiembre, las 16 integrantes de la comunidad viajarán hacia Bogotá, para salir luego hacia Villavicencio.

“El jueves 7 de septiembre a las 11:30 a.m. se realizará un rito de acogida al Cristo en la Catedral de la capital de Meta. Luego se trasladará al parque de las Malocas, escenario donde el Papa Francisco hará la jornada de oración de acompañamiento por la reconciliación en Colombia.  Allí el Cristo de Bojayá será colocado en una cruz que presidirá la ceremonia de reconciliación nacional. Allí el Papa escuchara cuatro testimonios de personas víctimas de la violencia.  Este acto será el viernes 8 de septiembre a las 3:30 pm”, dice el comunicado de la Pastoral Social de la Conferencia Episcopal.

El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) acompaña a las víctimas y este proceso, y estará presente durante la jornada en Villavicencio.


Publicado en Noticias CNMH

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