El pueblo que sanó con telares

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Publicado

10 marzo 2023

El pueblo que sanó con telares

Los tejidos de Mampuján son tanto o más conocidos que los hechos que el conflicto dejó en esa zona de los Montes de María el 11 de marzo de 2000. Sus mujeres se dieron a la tarea de tejer un nuevo comienzo, una nueva historia. Y lo lograron a punta de agujas e hilos.

Puede que no haya un pueblo en Colombia tan conocido por el dolor como por el arte. Lo uno llevó a lo otro, porque no había más camino. O sí. Mampuján pudo haberse quedado sumido en la crónica de una tragedia, en sus recuerdos tristes, en el temor que provocaban los frutos de los árboles que caían sobre los techos de zinc y recordaban las balas, pero sus mujeres decidieron lo contrario.

Se sentaron en mecedoras, en sus terrazas, en sus salas, y comenzaron el proceso. «Treinta y tres mujeres empezamos a reunirnos para coser retazos geométricos en telares. Esta experiencia se convertiría en nuestra salvación». Lo contaron así en el relato que acompaña su espacio digital como participantes del 46° Salón Nacional de Artistas «Inaudito Magdalena», porque eso son ahora: artistas.

Fue Teresa Geiser, una psicóloga menonita, la que les enseñó a dar la puntada inicial. A partir de ahí, los metros de hilos y tela son incontables, así como las emociones decantadas en el acto de tejer. «Para nosotras el ejercicio de coser era (y sigue siendo) una terapia para recordar sin dolor y una forma de expresión pública para poder contar nuestras historias». A través de las representaciones de las telas, dicen, empezaron a revivir «nuestros conocimientos ancestrales, raíces, memorias y anhelos».

Los tapices cuentan su historia negra, que antecede a los tiempos adversos del conflicto, y muestran otro origen de sus resistencias: África como cuna del mundo, los barcos cargueros repletos de negros, su subasta, la llegada del pueblo cimarrón a la libertad; también historias de su territorio, la zona de montaña de los Montes de María y las violencias que han soportado: la reforma agraria, la erradicación de cultivos ilícitos, el desplazamiento, el secuestro, y un día que hay que mencionar con nombre propio, porque no se puede olvidar: Mampuján 11 de marzo de 2000. Día de llanto.

En este telar, de 200 x 140 centímetros, los retazos de tela sobre tela —técnica conocida como patchworkrelatan el asesinato de 12 lugareños de la vereda Las Brisas, ubicada en el corregimiento de San Cayetano, jurisdicción de San Juan Nepomuceno. Pero el horror había comenzado la noche anterior, en el vecino corregimiento de Mampuján, en María La Baja, hasta donde llegaron tres camiones con 60 paramilitares, comandados por alias Cadena, Diego Vecino y Úber Banquez, alias Juancho Dique, e hicieron correr a más de 245 familias. «Tuvimos que huir para vivir por muchos años hacinados y bajo la mirada juzgadora de una sociedad que nos tildaba de colaboradores de la guerrilla» (Mincultura, 2004).

Por lo que significa, por lo que cuenta, por ser un tejido de memoria colectiva, Mampuján 11 de marzo de 2000. Día de llanto llegó al Museo Nacional de Colombia. Es uno de los tres telares de la colección del museo y uno de los 18 que hay en total —se encuentran 15 en comodato— que rotan en el segundo piso como parte de la exhibición permanente, en la sala Memoria y Nación.

El antropólogo Luis Alberto Pulgarín, autor de un ensayo que se pregunta por el papel del arte y del tejido en los procesos de resignificación y perdón, y que fue incluido en Cuadernos de Curaduría, una publicación del Museo Nacional en 2020, explica lo siguiente: «esta pieza forma parte de la sección titulada “Guerra y memoria”. En este espacio, a través de la narración de los acontecimientos plasmada artísticamente en la tela (producto de las historias personales de mujeres víctimas de la violencia), se abre una ventana a la historia reciente de nuestro país y al debate de cómo queremos recordar y representar ese pasado bélico».

Esa ventana la propuso el Museo Nacional desde 2014, con la sala Memoria y Nación. Pulgarín valora el esfuerzo de este espacio museal por renovarse a partir de «introducir distintos aspectos que no están representados en el relato existente y, por otro [lado], actualizar las formas de narrar y exhibir el patrimonio conservado en dicha institución». Los museos, como entidades vivas y dinámicas, que se completan con la interacción de sus visitantes, están llamados a integrar nuevos relatos y miradas que pongan de relieve los contextos y relaciones de la sociedad a la que le habla.

Mampuján 11 de marzo de 2000. Día de llanto es una pieza que llegó allí por la violencia que no podemos ignorar. Es parte de la historia de Colombia y es el resultado de un ejercicio de memoria colectiva expresado y legitimado a través del arte popular. ¿Para qué un lienzo que lo narre si existe este telar?

 

En clave de mujer

En esos espacios que alguna vez pudieron parecer esquivos para técnicas como la del patchwork, y para mujeres como las de Mampuján, también se podría mencionar el Salón Nacional de Artistas, aunque este haya supuesto, históricamente, una sacudida de las placas que soportan el arte colombiano. Si el arte está para incomodar, todo honor le hace el Salón Nacional.

En su más reciente edición, titulada «Inaudito Magdalena», las Tejedoras de Mampuján llevaron la obra Naturaleza y Resistencia, compuesta por cuatro telares elaborados entre el 2006 y 2022. Fue diseñada en el mes de marzo del año 2016 por la lideresa y artista Juana Alicia Ruiz, y fue encargada por la maestría en Construcción de Paz y Conflicto Social de la Universidad de Cartagena, y el Espacio Regional de Construcción de Paz de los Montes de María.

La mujer es el elemento central de la obra. En ella orbitan realidades, como su capacidad de dar vida, de ser sostén, de trabajar la tierra y de parir la paz. Así lo explica su autora:

En esta obra se expresa la participación de la mujer (morada), tipifica a la mujer, ser humano afro, indígena, mestiza, mulata, blanca, campesina, rom, palenquera, raizal, intraurbana que pare la paz cada día, no solo con la labor de sus manos, pare la paz cuando da a luz hijos e hijas y los educa para la paz. La guerra se hereda, basta con que los niños nos vean actuando con violencia, pero la construcción de paz la enseña la mujer desde que tiene al bebé en el vientre y se sigue enseñando a resistir la violencia con el ejemplo, el amor y la justicia. También muestra la resiliencia de la mujer campesina colombiana montemariana y de cualquier parte del mundo. El fruto de la justicia es la paz, la tolerancia, la sabiduría, todo esto permitirá verdad, reparación y garantías de no repetición de los hechos violentos.

El dolor ya no es necesario explicitarlo solo en los tapices. Ha dado un paso al costado para que florezcan historias más alegres, que además aparecen sobre ropas, como vestidos y chaquetas. «Hemos llegado incluso a diseñar con Hernán Zajar», cuenta Ruiz, orgullosa del alcance de su trabajo.

A punta de agujas e hilos, Mampuján dejó de ser un nombre exclusivamente asociado al dolor y la crudeza del conflicto. Sus mujeres le regalaron otra oportunidad, otra existencia. Su nombre sonoro, que parece hablar de la fuerza de sus habitantes, de su empuje, hoy nos lleva a imaginar inmensos telares de colores que adornan museos y salas de cualquier casa. Su historia, que es la de todos y todas en este país, cuelga de las paredes para cumplir con una premisa insoslayable: que no se repita.

 

Otros lugares para encontrarse

La vereda Las Brisas ha encontrado otras formas de recordar y encontrarse, además de los telares. Su Quiosco de la Memoria, inaugurado el 28 de octubre de 2013, está sostenido por 12 columnas que representan a los 12 hombres asesinados en la masacre del 11 de marzo de 2000, quienes levantan el techo de palma amarga.

Es un espacio abierto que invita al encuentro y a la reunión, como resume su espíritu una de las publicaciones de la Red Colombiana de Lugares de Memoria, de 2019: «La violencia rompió el tejido social construido por décadas, por eso este espacio cuenta nuestras memorias para hacer historia desde la perspectiva de los sobrevivientes y resistencia a lo que buscaron arrebatarnos: la tertulia y la vida en comunidad».

Pero el Quiosco de la Memoria no será el único espacio de congregación de la comunidad, pues se espera que pronto abra las puertas el Museo de Arte y Memoria de Mampuján, «un sueño colectivo que ya está a punto de inaugurarse», como señala Juana Alicia Ruiz, quien tendrá otro lugar para abrir sus telares y exponer su historia de reconciliación y reparación. Hay mucha más tela para cortar… y contar.

 

Referencias

Ministerio de Cultura. (2004). 46 Salón Nacional de Artistas. Inaudito Magdalena. Tejedoras de Mampuján. https://bit.ly/3JcnTQK

Pulgarín, L. A. (2020). El tapiz de Mampuján y sus tejedoras: el Museo Nacional de Colombia como espacio para narrativas del conflicto armado. Cuadernos de Curaduría, 16, 119-137. https://bit.ly/3ZWVjJT

Red Colombiana de Lugares de Memoria. (2019). Red Colombiana de Lugares de Memoria. Un tejido social para la verdad, la resistencia y la convivencia pacífica. ACDI/VOCA y USAID. https://pdf.usaid.gov/pdf_docs/PA00XRHV.pdf.

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