Noticia

Autor

Angélica Forero

Fotografía

Ruben Agudelo

Publicado

05 Oct 2018

El renacer del Albarico

Gracias a una sentencia en la que se les restituyeron 850 hectáreas de tierra, los habitantes del Albarico, norte de Santander, retornaron a su vereda, después de tener que desplazarse forzadamente por las amenazas de grupos paramilitares en el año 2000.


Para Amalia Roa el Albarico es su vida misma. “Es el pasado, el presente y el futuro de cada uno de los que tienen la dicha de haber estado aquí, de haber pasado momentos difíciles, de aquellos que hoy ven un  futuro esperanzador”, dice.

Hoy los ojos de los hombres y las mujeres del Albarico, una vereda ubicada en el municipio de Zulia, contagian esperanza, sus voces iluminan la historia, confrontan el miedo y el abandono. “Cuando inició el retorno, lo primero en lo que pensamos fue en la familia, entonces construimos la escuela”, dijo Ángel Castro, uno de los habitantes de la vereda. Allí en la pared se dibujó el rostro de doña Ernestina, la abuela de todos; el camión de la leche, el único vehículo que sube hasta allí; y un turpial, el ave de la región. Estos tres elementos son los más representativos para esta comunidad que tuvo que padecer el desplazamiento causado por el conflicto armado.

Durante el año 2000 grupos paramilitares desplazaron con amenazas a los habitantes de la vereda el Albarico,  un lugar que durante años padeció el control territorial de diferentes grupos armados. María Concepción, una habitante de la vereda, aún recuerda la advertencia que le hicieron los paramilitares: “Nosotros venimos a quedarnos, ustedes se tienen que ir, tienen hasta las 10 a.m. para irse de la vereda”. Ella no se podía ir, tenía que esperar a su esposo, pero los hombres en voz desafiante le rectificaron que se debía marchar porque no respondían por su vida. Ese día 9 familias que habitaban en la vereda tuvieron que abandonarlo todo.

Pasaron trece años, cuenta María Concepción, para que llamaran al presidente de la junta del Albarico y le explicaran que lo necesitaban para una reunión en la Alcaldía. Ahí empezó la esperanza para esta comunidad. “Tuvimos que contar, que hacer una línea de tiempo y tres años después, en el 2016 nos escuchó la juez”, complementa Concepción.

María Claudia Linares, coordinadora del programa Propaz, destaca el papel que se ha desarrollado a través de la Mesa de Trabajo para la Memoria Histórica en Norte de Santander, “un espacio valioso para las personas de la región”. Esta Mesa, que cuenta con el apoyo de la Secretaría Departamental de Víctimas, Paz y Postconflicto; la Corporación Cultural Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero; el Centro Nacional de Memoria Histórica  (CNMH) y el acompañamiento del Programa de Apoyo a la Construcción de Paz ProPaz de la Agencia Alemana para la Cooperación al Desarrollo, GIZ, “ha dinamizado la memoria y se han identificado oportunidades para aprender en conjunto”, dice Linares.

Edwar Álvarez, director territorial de la Unidad de Restitución, resalta la articulación interinstitucional. “La sentencia es integral, hace un llamado para que el CNMH se integre a las mediadas de reparación simbólica en la comunidad y en articulación con la cooperación alemana se obtiene un gran producto: el video y el mural”.



Publicado en Noticias CNMH