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Autor

Laura Cerón

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Laura Cerón

Publicado

15 Ago 2017

En La Moralia revive la esperanza de paz

18 años han pasado desde que La Moralia, un pequeño corregimiento de Tuluá, se volvió el epicentro del conflicto armado en el Valle del Cauca. Hasta allá llegaron combatientes del Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia que venían del Urabá a enfrentar a las guerrillas y de paso crear temor en la población que les diera apoyo. Con lista en mano asesinaron a Orlando Urrea y a su hija Sandra Patricia, tras ser señalada como la amante de ‘Oscar’, comandante del Frente Sexto de las Farc. La incursión paramilitar dejó a su vez centenares de personas desplazadas forzadamente del departamento.

Sin embargo, el coraje ha llevado a que la gente del pueblo vuelva a sus hogares y sobre todo, ha permitido que su historia y sus luchas sean escuchadas. Desde hace 10 años, la Asociación de Trabajadores Campesinos del Valle del Cauca (Astracava) se puso al hombro la tarea, entre muchas otras, de recuperar el tejido social y visibilizar la misión consagrada de los pueblos campesinos, porque se reconozcan sus derechos.


     

    Es así como desde hace 5 años Astracava viene realizando los encuentros de víctimas del paramilitarismo en el Valle del Cauca. Para esta ocasión, el pasado 30 de julio campesinos de las veredas de Monteloro, Santa Lucía, San Antonio, San Marcos, San Rafael y Venus se reunieron en la conmemoración Memoria y Dignidad Campesina.

    “Nos reunimos con el fin de recordar a nuestros compañeros asesinados, afirmó José Orlando Gómez, secretario de víctimas de Astracava, el llamado es a no olvidarlos. Necesitamos saber quiénes fueron los que permitieron que esto ocurriera y por qué lo hicieron, pues acá recordamos con dolor pero también con dignidad. El campesinado se mantiene en el campo”.

    Para este año la consigna de la conmemoración fue clara: los campesinos y campesinas del Valle del Cauca en cabeza de sus organizaciones sociales respaldan el acuerdo final firmado por la guerrilla de las Farc y el Gobierno nacional. Sin embargo, exigen que se dé la implementación efectiva del mismo especialmente en el reconocimiento de las víctimas del departamento como sujetos de reparación colectiva y que a su vez se garantice la existencia de Zonas de Reserva Campesina en el territorio.

    “Desde hace un tiempo hemos trabajado por llevar a cabo un proceso de reparación colectiva en la zona rural de Tuluá. También hemos visto la importancia de constituir una Zona de Reserva Campesina en la zona de Tuluá como medida de reparación a las víctimas del conflicto armado.  Esperamos que haya voluntad de la gobernación y las alcaldías para seguir este proceso en el que la participación democrática y popular son importantes”, afirmó Anardelly Rodriguez, Coordinadora Departamental de la Red de Derechos Humanos del Suroccidente Colombiano.

    La cita se dio en el parque principal. Allí, en medio de la cancha los asistentes escucharon a los voceros de las organizaciones y entidades que acompañaron el evento. Se instaló una galería fotográfica en la que se mostraban distintos paisajes campesinos: las plazas llenas de comida, las prendas típicas, retratos que enmarcaban la sonrisa de las señoras que se sientan por la tarde en un parque.

    Poco a poco la gente se acercó a ser parte del encuentro. Después de una misa en homenaje en el que se leyó cada uno de los nombres de las víctimas, la música campesina y las presentaciones culturales se tomaron el espacio. Más arriba en el parque los niños jugaban fútbol y las tiendas abrían sus puertas de par en par. Era claro que la época era otra: una distinta a esa en la que se leían letreros de las AUC en las paredes llenas de balas. Quienes estaban allí eran partícipes de un nuevo momento lleno de esperanza.


    Publicado en Noticias CNMH



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