Las pre-bases del Concurso fueron publicadas el pasado 9 de abril coincidiendo con el Acto de Presentación del Predio. ¿Qué expectativas tiene de este Concurso?, ¿cuántas propuestas se podrían recibir?
“El Concurso abre el camino para que la arquitectura y el urbanismo, como profesiones y disciplinas del pensamiento y la creación, aprovechen esta oportunidad para expresarse crítica y responsablemente frente al fenómeno más impactante que ha desarrollado la sociedad colombiana en toda su historia: la violencia, respecto a la cual el ámbito profesional colombiano nunca se han manifestado de manera comprometida.
Es, también, el momento para que dejen una impronta articulada a la fundamentación de la producción de nuevas ciudadanías, esto es, de maneras conscientes y respetuosas de establecer relaciones con los otros, con la naturaleza, con la imaginación.
No tengo elementos para hacer un cálculo, pero si se presentan varias decenas de propuestas estaríamos frente a un panorama alentador con respecto a la necesidad, inaplazable, de dotar a Colombia con centros de pensamiento y, a la vez, de íconos y símbolos que referencien la cotidianidad de nuestros centros poblacionales en una perspectiva de pensamiento crítico”.
La Sociedad Colombiana de Arquitectos ha realizado concursos muy importantes en todo el país. ¿Ya se han dado experiencias similares?
“En el orden interno no existe ninguna de la significación, la complejidad y la magnitud del Museo Nacional de la Memoria. Poner de manera consciente, en el espacio público de la capital del país, un ícono que convoque permanentemente al conocimiento, la reflexión, la crítica y a la superación de la característica más permanente y determinante de nuestra configuración como nación, esto es, la reacción violenta frente a la diferencia, instituye una actitud sin precedentes políticos y culturales en toda la historia nacional y, por tanto, para las disciplinas del espacio constituye una convocatoria que pone a prueba toda sus consistencia académica y científica.
En el ámbito mundial, en cambio, esta es una práctica cultural que, especialmente, después de la llamada Guerra Fría ha venido proliferando. Por fortuna, se ha venido generalizando un proceso de reconocimiento de lo absurdo, del recurso a la violencia, que ha permitido ir extendiendo la construcción de museos de la memoria como un componente natural de las planeaciones urbanas contemporáneas y de la generación de nuevas ciudadanías”.
¿Cuál debería ser la premisa de diseño que deben tener en cuenta quienes participen en el concurso?
“El proyecto tendría que prefigurar un hito del espacio público que, en su propuesta arquitectónica y urbanística, convoque a criticar el pasado para crear, individual y colectivamente, un futuro que asegure la no repetición de los hechos que estamos deplorando”.
¿Cómo se diseña un lugar para acoger las memorias del conflicto armado que al mismo tiempo sea reparador?
“Es necesario apelar a una gran sensibilidad y a un profundo conocimiento crítico de la capacidad destructiva de la violencia para exponer simbólicamente –en un hito urbano- lo absurdo (“estúpido”, dijo Mandela) de la eliminación del otro en la controversia. Su interior, la arquitectura del edificio, tiene que garantizar la posibilidad de que el conocimiento y la reflexión y el despliegue de la creatividad cultural, evidencien permanentemente la necesidad del tratamiento consciente del conflicto como parte de la construcción de la sociedad”.
¿Cuál es su posición frente a la relación entre arquitectura y memoria?
“La arquitectura es la materialización estética del re-conocimiento crítico del acontecimiento -de la Memoria- en el ámbito colectivo, en el espacio público. De esa manera lo convierte en referente permanente y cotidiano. Además, es el arte que en su propio ser, en su devenir, en su funcionamiento guarda la memoria para que la ciencia y los demás campos artísticos puedan convertirla en potencia creativa hacia el futuro.
¿Cuál puede ser el papel de los arquitectos en la construcción de la paz?
“Ante todo, imaginar una arquitectura que albergue dignamente las acciones y actividades de los hombres y las mujeres que la construyen y habitan; que propenda por la contemplación, la reflexión y el pensamiento críticos, y que mantenga viva la sensibilidad y la solidaridad en las relaciones de los humanos entre sí y con la naturaleza (con las demás especies) y con las expresiones de la imaginación”.
En el diseño de museos similares al MNM a nivel internacional, se han realizado invitaciones a firmas prestigiosas o se reciben propuestas con nombre propio. ¿Cuáles son las ventajas de hacer un concurso público en donde las propuestas serán anónimas para el jurado?
“La compleja singularidad de los conflictos colombianos, la diversidad de sus orígenes y la multiplicidad de sus consecuencias implican un objeto de trabajo que no tiene precedentes en el concierto internacional, por lo cual es de esperarse que sus interpretaciones sean también múltiples. En ese sentido, el concurso se constituye en una manera de ofrecer el ámbito para que salgan y se ubiquen en el espacio público, para su examen y debate, tantas propuestas como sean posible”.
Los jurados seleccionados son los arquitectos Willy Drews, Clemencia Escallón, Mauricio Pinilla, Efraín Riaño y Mario Figueroa. ¿Qué opinión le merece este panel?
“El jurado constituye una potente amalgama de conocimiento y de sensibilidad arquitectónica y urbanística contemporánea, nacional e internacional, con el manejo riguroso y profesional de la función expositiva y de la problemática de la memoria. Seguramente ya han tenido una idónea comprensión de lo que las bases del concurso han planteado y ello garantiza una labor de juzgamiento excelente”.
Hay algunos autores que afirman que los museos son las nuevas catedrales urbanas. El MNM tendrá un fuerte componente de diseño urbano en tanto que involucra la Plaza de la Democracia, la escultura Ala Solar, el Eje de la Memoria y la Paz, y el panorama hacia los cerros orientales. ¿Qué especificidades a nivel urbano o territorial considera que deben tener en cuenta los proponentes?
“Además, está ubicado en el punto de confluencia de las tres más importantes avenidas bogotanas: El Dorado (Calle 26), La Norte-Quito Sur (la Carrera 30) y Las Américas, equidista con todos los puntos cardinales de la ciudad, y es perfectamente perceptible desde Monserrate. Prácticamente es imposible no verlo. Así que, más allá de constituir la materialización física de la reconstitución política y cultural de la Nación colombiana, será el hito urbano ciudadano más notable de Bogotá”.
Algunos arquitectos señalan que este es un concurso particularmente complejo porque hay elementos antagónicos a nivel conceptual, por ejemplo mantener una escala humana y hacer un diseño monumental…
“Particularmente, desde la consolidación del Movimiento Moderno, la arquitectura resolvió ese problema con la consolidación y la legitimación formal del espacio público democrático: el ámbito donde se define lo que nos determina todos y todas. En esa dirección, en América Latina y en Colombia se han aportado formalizaciones excelentes: El Museo de Antropología en México D.F. (Pedro Ramírez Vásquez), la Plaza Cubierta en la Universidad Central de Venezuela en Caracas (Carlos Raúl Villanueva), el Museo de Arte Contemporáneo de Niteroi en Brasil (Oscar Niemeyer), el Museo Quimbaya en Armenia (Rogelio Salmona). Las referencias programáticas van por el camino que abrieron esos clásicos”.
¿Cómo se imagina arquitectónicamente el Museo Nacional de la Memoria?
“Como un hito urbanístico, arquitectónico y estéticamente contemporáneo, que al servir como referencia del espacio público metropolitano permita, en la funcionalidad de su interior y su entorno inmediato, el desarrollo del estudio y la reflexión sobre los estragos de la violencia y el valor de las resistencias pasadas”.