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CNMH

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Publicado

7 Feb 2020

Hace 17 años el horror tocó a El Nogal

  • 36 personas muertas y 198 heridas dejó el carro bomba detonado en el parqueadero del edificio, en el norte de Bogotá, el 7 de febrero de 2003.
  • Los encargados de ubicar los explosivos también murieron en los hechos, siguiendo órdenes de las Farc.

También era viernes. Frío, congestión en el tráfico, afanes… lo de siempre. Hasta que el horror tocó esa noche bogotana del 7 de febrero de 2003. A las 8:15 p.m., la detonación de una bomba de 200 kilos de anfo y clorato de potasio en el parqueadero del club El Nogal, en el norte de la capital, destruyó buena parte de la fachada y abrió un cráter del tercer al séptimo piso. En aquella tragedia ocurrida hace 17 años murieron 36 personas y otras 198 resultaron heridas. Quienes sobrevivieron llevan marcas, algunas más difíciles de sanar que las del cuerpo.

Un desespero inusual sacó a *César Páez —bogotano, diseñador de muebles— de una reunión con unos clientes y lo llevó a encontrarse con su esposa en el club.

“De pronto me empezó un escozor, unas ganas de irme. Y yo no tenía carro porque era pico y placa precisamente. Y hubo un momento que les dije a los clientes: qué pena con ustedes pero me tengo que ir, yo me voy”, recuerda.

Llegó al club, donde lo esperaba Catalina —arquitecta barranquillera, esposa y socia del negocio familiar—. Fue la última vez que la vio con vida. Le tenía agarrada la mano cuando explotó la bomba.

“Yo quedé un rato inconsciente. Y cuando desperté, estaba metido entre dos columnas de concreto; casi me voy al hueco del piso. Y las llamas salían de abajo”. Recuerdos que no se borran, aunque pase el tiempo.

“Para mí significa cortarme las alas a ras para nunca más volver a volar, porque con ella tenía una relación muy especial. Era una mujer muy hermosa, por fuera y por dentro. Muy amable, generosa con la gente que no tenía nada. Realmente es una pérdida muy grande”.

Según la Fiscalía, el atentado terrorista fue planeado por Herminsul Arellán, miembro de la columna móvil Teófilo Forero de las Farc. La intención era derribar el edificio entero, puesto que habían determinado que en el club se reunían altos funcionarios del Estado en medio de una difícil situación de orden público que atravesaba el país. Sin embargo, en los hechos también murieron Oswaldo y John Freddy Arellán —su hermano y su sobrino— a quienes habían encargado poner los explosivos, ocultos en el carro que manejaba el primero.

*Los nombres de los protagonistas de esta historia fueron cambiados por motivos de seguridad.