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Autor

Daniel Sarmiento

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Daniel Sarmiento

Publicado

31 Ene 2018

Historias que transforman

Docentes, estudiantes, investigadores de grupos regionales, miembros de organizaciones y el equipo de Pedagogía del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) se reunieron en diciembre de 2017 en la Universidad Pedagógica de Bogotá, en el encuentro “Pedagogía para la memoria: un tejido para la paz”, protagonizada por el intercambio y reconocimiento de experiencias e innovaciones pedagógicas impulsadas por maestros y maestras de diferentes lugares de Colombia.


Los asistentes al evento, cerca de 100 personas, reflexionaron sobre la pregunta: ¿Cómo la memoria desde las aulas de clase le aporta a la construcción de paz?

Algunas experiencias hablaron por sí solas:


     

    Gloria, la maestra de Medellín que impidió un suicidio en su clase

    “Tenemos muchísimas problemáticas muy duras, que han generado demasiados dolores a la población civil.

    Mis alumnos son chicos de grado 11.°, hijos de la comuna 13 de Medellín, huérfanos de la Operación Orión, algunos porque sus papás estaban activos en la guerra o simplemente porque fueron una línea más de la lista de ejecuciones extrajudiciales que ha dejado la guerra en Colombia.

    Por un lado, pensé en que muchos de ellos han sido revictimizados, es decir, son personas que vinieron huyendo del conflicto en otras zonas del departamento de Antioquia y que luego volvieron a ser víctimas por la presencia de actores al margen de la ley o incluso por el mismo Estado.

    Por otro, el segundo periodo de la clase de sociales, estaba enmarcado sobre los conceptos de DIH, corte penal internacional, comité internacional de la cruz roja, estatuto de roma, entre otros; entonces comencé a relacionarles a los chicos estos temas con los episodios que ha vivido nuestro país. La masacre del Salado, Catatumbo, el Pacífico y hasta el propio Medellín, casos que hemos tenido la oportunidad de conocer gracias al material que hemos recibido del Centro Nacional de Memoria Histórica.

    Así entonces creé un proyecto de aula al que llamamos ‘Yo también soy memoria’, entendiendo que estos chicos necesitan trabajar su autoestima, trabajar en lo que han vivido y necesitan fortalecer sus procesos de resiliencia.  Porque si la memoria histórica está enmarcada en que los chicos sólo miren a otros dolores alrededor del país ¿quién los está mirando a ellos?

    Teniendo en cuenta la metodología sugerida por la Caja de herramientas del CNMH en la parte de ‘Memoria Personal’ les di la instrucción de construir una línea de tiempo de sus vidas destacando 10 aspectos y encontré por ejemplo, que un niño se iba a suicidar.

    En ese momento se dio el paro de maestros que hubo este año pero yo los seguí convocando a que de manera voluntaria adelantáramos trabajo, a que repasáramos los momentos que destacaban en su línea de tiempo, sus análisis y reclamos. Yo no me uní al paro y donde lo hubiera hecho ese chico se habría suicidado.

    En esta semana se llevarán a cabo los grados y el último día de clase me abrazó y me dijo ‘Profe este grado se lo dedico a usted’ a lo que yo le respondí, ‘no, este grado es para usted mismo, porque encontró elementos importantes y fundamentos claros para poder seguir’.

    Para mi el valor de trabajar la memoria histórica en clase radica en el potencial que tiene para resignificar a las personas como seres humanos, percibirse y reconstruirse de otra manera”

    El profesor Alain en el Arauca que cuestiona la incredulidad de los estudiantes

    “Para nadie es un secreto que Arauca, además de ser una región apartada, es tierra de actores armados que están todavía en vigencia. Para los jóvenes es difícil creer en que algo va a cambiar.

    Por otro lado pasa muy recurrentemente que el Ministerio le dice a usted ‘esto es lo que hay que hacer’ y uno siente que eso no aplica para nada a su contexto,  entonces con más veras hay incredulidad. Sin embargo, cuando el CNMH llegó a la región, los profesores participaron del proceso de creación de la Caja de herramientas pedagógicas para trabajar temas de paz y memoria y no nos llevaron un paquete solamente para que lo aplicáramos.

    Cuando este material estuvo listo en el 2015 y llegó a la región empezamos a aplicarla pero encontramos que no podíamos hacer esfuerzos por separado, debíamos integrar todo lo que teníamos a la mano. En mi caso yo cuento con un aula muy bien dotada, con equipos y acceso a internet, lo que permite que desde ahí consultemos los informes de memoria o las cartillas de la Caja de herramientas vía virtual. Llegar por estos medios digitales a los chicos es muy importante, pues es hablarles en su lenguaje.

    Por otro lado estaba la famosa cátedra de paz, entonces también incorporamos sus metodologías y el análisis de los casos emblemáticos a las clases, siempre evaluando su aplicación a los contextos que se viven a nivel local: la ciudad, el barrio o los propios casos de los estudiantes.

    Por último, todo esto fue hecho en el marco de un pacto de aula: un acuerdo por el respeto a la palabra, a la participación del otro, pero sobre todo a la escucha. Muchos de los estudiantes pertenecen a población desplazada y desde estos acuerdos no sólo se predica sino que también se aplica un trato no violento dentro de la misma escuela.

    Todavía hay mucho trabajo por hacer, pero esta generación que está siendo testigo del cambio es la que  debe creer más que nadie en lo que está pasando. La memoria en el aula de clase es una herramienta fundamental para por lo menos generarles inquietud.

    El encuentro finalizó con una integración liderada por María Emma Wills, asesora de la Dirección del Centro Nacional de Memoria Histórica y líder del equipo de Pedagogía quien afirmó: “La escuela, sin proponérselo, puede ser un engranaje de la guerra, reproducir discursos y actitudes que tienen y alimentan la guerra. O por el contrario convertirse en un escenario donde los maestros y maestras junto a los estudiantes arraigan la democracia incluyente en este país”.


    Publicado en Noticias CNMH

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