Un recorrido por las comunas 1 y 18 de Cali, en el marco del lanzamiento de la iniciativa de memoria histórica «Jóvenes, teatro y comunidad», expuso el impacto del trabajo colectivo del Teatro Esquina Latina en diferentes sectores de estos departamentos.
La boda roja cuenta la historia de un quinceañero que acaba en tragedia y está inspirada en Bodas de sangre, de Federico García Lorca. Se trata de una obra que retrata varias de las realidades del barrio Terrón Colorado, en la comuna 1 de Cali. Allí, los problemas entre pandillas se agudizaron y llevaron a sus pobladores a habituarse a la violencia urbana, a las fronteras invisibles, y a los escándalos en El Bar de Nelly y el estadero La Terraza. A la zozobra.
#ElTerritorioHabla Este 2023, el teatro @EsquinaLatina cumple 50 años. Para celebrarlo, presenta hoy, junto con el #CNMH, la iniciativa «Jóvenes, teatro y comunidad»🎭, una multimedia que reflexiona sobre la memoria histórica, social y el conflicto en #ValleDelCauca y #Cauca🧵👇 pic.twitter.com/WNR4bCdxV8
— Centro Nacional de Memoria Histórica (@CentroMemoriaH) June 30, 2023
Dos décadas después de haber llevado a cabo un proceso de paz entre pandillas, la estatua de un Simón Bolívar envuelto en la bandera tricolor nacional, sosteniendo un pergamino con las palabras «Paz y Libertad», mira al horizonte y recuerda que, aunque aún hay una violencia residual —mucho menos intensa—, un acuerdo fue posible en su momento. Alrededor de la figura, veinte adolescentes del programa «Jóvenes, teatro y comunidad», del Teatro Esquina Latina, escuchan la historia de su origen.
El relato se lo sabe de memoria Yury Andrea Marín, una de las animadoras teatrales de «Jóvenes, teatro y comunidad», programa que trabaja por municipios o comunas y que ha aplicado diferentes metodologías participativas desde doce grupos teatrales base. Los grupos están conformados por 500 niños, niñas, adolescentes, jóvenes y algunos adultos, y su objetivo es promover proyectos de vida ligados al arte, la resistencia cultural, la construcción de paz y la reflexión de sus contextos, para posibilitar una mirada al pasado desde la luz de la memoria crítica.
«Este parque no era así, no tenía esos colores […]. Terrón Colorado es un barrio que se ve marginado, peligroso, pero uno, que es el que vive aquí, se da cuenta de que no es así», cuenta Marín sobre esta comuna que comenzó, como tantas otras, como una invasión.
El Parque de la Estatua, ubicado en la calle 22 oeste, entre las avenidas 7A y 8A oeste, en el barrio Terrón Colorado (zona de laderas de Cali), es un lugar icónico para la memoria, pues allí las pandillas llegaron a un acuerdo que antes de los años dos mil parecía imposible: sus colores han pintado la esperanza de días mejores para los vecinos del sector, quienes todavía señalan con el dedo las marcas de los días más brutales, como las puñaladas en la puerta de un bar.
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Las comunas 1, 13, 14, 15, 18 y 20 de Cali; los municipios de Candelaria, Florida y Pradera, del sur del Valle del Cauca; y los municipios de Buenos Aires, Corinto, Miranda y Puerto Tejada, del norte del Cauca, son los lugares donde han surgido decenas de animadores teatrales formados en el programa «Jóvenes, teatro y comunidad».
Aquella mañana de sábado en que hicimos el recorrido por las comunas 1 y 18, dos decenas de chicos y chicas que hacen parte de esta estrategia de formación conocieron realidades de otras geografías, del hábitat de sus compañeros. Lo que sabían hasta el momento era lo que contaban las obras de teatro que habían visto en escena, como La boda roja o Los reinos de la muerte. Ahora saben otras cosas.
—¿Qué es la memoria? —les pregunta María Camila Mojica a los jóvenes que la acompañan en el recorrido.
—Lo que se conserva a través del tiempo.
—Inmortalizar algo.
—Recordar algo.
—¿El actor para qué usa la memoria? —pregunta ella de nuevo.
—Para recordar los libretos.
—Para contextualizar las historias.
En ese parque de colores, la memoria empieza a entretejerse más claramente con el teatro, la cartografía del conflicto armado y las violencias que propone el programa de formación del Teatro Esquina Latina. Mojica toma las repuestas de los artistas y empieza a conectarlas, a darles un sentido colectivo. Ella es la líder de la iniciativa de memoria «Jóvenes, teatro y comunidad» que impulsó la compañía de teatro caleña, iniciativa que apoyó el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y que tuvo como resultado la construcción de una multimedia donde reposa el proceso de la cartografía de memoria que propone Esquina Latina.
«La memoria es el baúl del que el actor bebe para construir arte», dice Mojica. Agrega que «la convivencia, que se necesita en el teatro, también es necesaria para crear acuerdos de paz, para lograr otras formas de habitar el territorio». Las actitudes y aptitudes que se requieren en el quehacer teatral son las mismas que se necesitan para la construcción de paz, para los acuerdos comunitarios e, incluso, para la memoria colectiva. Lo que los jóvenes hacen sobre el escenario —los pactos que los mantienen unidos como grupo— son un ejemplo, a pequeña escala, de la convivencia. Su talento tiene otra dimensión, aún más profunda: su habilidad en el proscenio los acerca a la paz. Su historia colectiva reescribe la narración de los lugares convulsos de donde vienen, donde habitan. Cada escena es un nuevo comienzo.