Autor

CNMH

Publicado

24 Abril 2020

La Dama de Hierro, un guerrero que lucha por los derechos humanos

Sus 7 hermanos le decían el Niño. La algarabia y risas de todos llenaba el patio enorme de la casa de Valledupar, donde montaban en caballito de madera, jugaban trompo, carros, fútbol, boliche y escondidas y se embarraban las manos en la huerta que cultivaba su mamá. En ese tiempo, Dimas Martelo hacia pinitos diseñando vestidos de novia; y los patos, pollos, el perro y el gato completaban la familia unida en la que nació.

A los 17 años, con el asunto de su sexualidad definido, en las tardes se encerraba en su casa como un pajarito a tejer vestidos para toda clase de ceremonias, así evitaba el desprecio de algunos por el estigma social, y en las mañanas trabajaba en la fábrica metalúrgica de su hermana haciendo ventanas, puertas y barandas, este era el sustento de la familia. Su buena fama de diseñador y ornamentador creció en el pueblo, al tiempo que las extorsiones y las amenazas que cumplieron los grupos subversivos cuando asesinaron a su hermana mayor y al sobrino al que llamaba hijo. Él mismo fue víctima de las amenazas en los panfletos que condenaban a las putas y los maricas. Entonces se desplazaron, unos hacia Montería, otros hacia Bogotá y Dimas, hacia Riohacha. En La Guajira volvió a empezar desde cero.

A pesar de que llegó con una bolsa de ropa en la mano, Dimas se abrió camino en una tierra de características machistas, con constantes hechos de violencia física y psicológica contra mujeres y niñas en la familia y riesgos de feminicidio, sobre todo contra personas de orientación sexual e identidad de género diversa, según la Defensoría. Después de completar estudios de la Ley 1448 de 2011, contratación estatal, reintegración social, unidad por la paz, manejo de comunidades y enfoque diferencial, llegó a promover acciones de formación y sensibilización frente a los derechos de personas Lgtbi en la Mesa Distrital de Víctimas, a elaborar rutas de atención para esta población y a dictar talleres: de emprendimiento para madres cabeza de familia, motivacion personal para jóvenes sin oportunidades de estudio, de mercadeo y ventas a familias de Riohacha y apoyo psicosocial para jóvenes vulnerables víctimas de violencia sexual y drogadicción. Actualmente, junto con el grupo de Pedagogía del CNMH, trabaja por la reconstrucción de la memoria histórica de su territorio.

“De joven me decían la Dama de Hierro, hacía vestidos para engalanar a las señoritas y aparte forjaba hierro, cobre y aluminio. Aquí trato de embellecer con esperanza a los que parecía que perdieron su belleza y con alma de hierro los animo a ser fuertes frente a sus dificultades”, afirma, orgulloso. No obstante, reconoce que no todo son tacones, lentejuelas, bordados y música, también hay dolor a su alrededor, y el motor para seguir adelante es su familia. “Aunque ya muchos no están, la memoria a cerca de ellos es mi motor frente a la vida, la mirada esperanzadora que tenía de niño, eso es lo que me impulsa a seguir luchando”, concluye Dimas, con una sonrisa grata y esa luz especial en los ojos que indica que no bajará la cabeza ni se irá en silencio, porque de algo está seguro y es de seguir luchando por los derechos humanos en la bella Guajira.

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