La reparación frente al dolor que han sufrido las comunidades asentadas a orillas del Atrato busca, entre otras cosas, evitar el olvido. Para lograrlo, este domingo 2 de mayo, cuando se cumplen 19 años de la masacre de Bojayá, el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) presenta un tablero conmemorativo con las cifras que se han podido establecer alrededor de esta acción bélica, inscrita en una violencia que no se ha detenido ante el reclamo de los pueblos del río por vivir en paz.
Ese mismo domingo, la comunidad de Bojayá se reunirá para rendir homenaje a las víctimas en el mausoleo. En el antiguo Bellavista, la conmemoración incluye una eucaristía, una presentación de teatro, el informe de la Comisión de la Verdad del Pacífico y la socialización de la Ley 2087 de 2021.
Desde el CNMH, la antesala será el sábado 1 de mayo, con la emisión del programa radial País con Memoria, que en esta ocasión girará en torno a la importancia de reconstruir memoria histórica como herramienta de esclarecimiento y sanación para la comunidad de Bojayá. Lo podrán sintonizar en la señal de RCN Radio, a partir de las 11:30 am.
Así mismo, en cumplimiento de la Ley 2087 de 2021, que institucionaliza el Día de las Víctimas de Bojayá, el CNMH presentará el documental Renacientes en la comunidad el sábado 1 de mayo. Este producto audiovisual, que se construyó a partir del encuentro de varias generaciones para pintar el recuerdo de su pueblo y sus anhelos en un mural en el nuevo Bellavista, se emitirá a través del Sistema de Medios Públicos RTVC y de varios canales regionales, y también se podrá ver en las redes sociales del Centro.
Las mayores víctimas fueron niños, niñas y adolescentes
El Observatorio de Memoria y Conflicto, en conjunto con el Enfoque Diferencial de Niños, Niñas y Adolescentes del CNMH, registra la muerte de 81 personas por el lanzamiento de un cilindro bomba que destruyó la iglesia de San Pablo Apóstol, en Bellavista, cabecera de Bojayá el 2 de mayo de 2002. Entre las víctimas mortales identificadas plenamente, 47 fueron niños, niñas y adolescentes.
Las cuentas son difíciles: Domingo Chalá pasó tres jornadas recogiendo con una pala y una carretilla restos humanos entre los escombros de la iglesia. Amigos y conocidos quedaron en pedazos, dispersos. Además de niños, niñas y adolescentes, también varias mujeres en embarazo, cuyos hijos e hijas son parte del duelo de las familias a pesar de no haber alcanzado a nacer.
Ni siquiera Domingo, el sepulturero de Bojayá, sabe cuántas personas murieron en medio de los enfrentamientos entre guerrilleros del Frente José María Córdoba de las Farc y el comando paramilitar del Bloque Élmer Cárdenas, aunque fue él quien tuvo que meter los restos de los lugareños en bolsas, y sepultarlos sin rituales ni protocolo.
Fueron 18 días en los que las comunidades de Bojayá y Vigía del Fuerte vivieron en medio del fuego cruzado. La sevicia con la que se perpetró el hecho ha dificultado los esfuerzos de la comunidad y de las instituciones por precisar la cifra exacta de heridos, desaparecidos y víctimas totales. Entre el 20 de abril y el 7 de mayo, los sobrevivientes vieron canoas cargadas de cadáveres navegando por el Atrato. En ese período, el OMC registra 94 víctimas de 3 acciones bélicas (incluida la del 2 de mayo), 3 casos de asesinatos selectivos, 5 casos de desaparición forzada y 2 de violencia sexual.
Referidos a todo el conflicto armado, desde 1958, los registros del OMC dan cuenta de 275 víctimas en 167 hechos de violencia perpetrados en Bojayá. Este hallazgo, uno de los que se desprende de la publicación del tablero conmemorativo del CNMH, puede consultarse en este link.
Las mujeres del Bojayá bordaron un telón con 119 nombres que conservan como memoria. La ceremonia colectiva ‘Bojayá honra a los sagrados espíritus’, que se celebró el 18 de noviembre de 2019, incluyó 101 cofres: algunos representaban a víctimas desaparecidas o que no fue posible identificar. Casi dos décadas después de la masacre, las cifras no alcanzan a dar dimensión del daño causado a la comunidad. Sin embargo, los esfuerzos de investigación aportan a la memoria y al esclarecimiento, a la reflexión y al pedido colectivo de que no se repita un hecho de violencia de proporciones incuantificables.
Acompañar en el dolor
El acompañamiento para la reparación simbólica en Bojayá inició en 2009, cuando el Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (que pasó a ser parte del CNMH con la Ley 1448 de 2011 —Ley de Víctimas—), produjo el informe Bojayá, la guerra sin límites, referente de los daños que el conflicto ha provocado a las comunidades afro e indígenas del Medio Atrato.
El Enfoque Diferencial Étnico del CNMH ha promovido el fortalecimiento del grupo de cantadoras del Consejo Comunitario de Pogue, proceso que derivó en la producción, publicación y divulgación de la cartilla Pogue: un pueblo, una familia, un río y el documental Las musas de Pogue, en alianzas con la Corporación Pasolini de Medellín, la Universidad de Columbia y la Organización Internacional para las Migraciones. El trabajo con la comunidad ha servido además para comprender la trascendencia de los procesos mortuorios y la mala muerte que representa la masacre para la comunidad.
El Centro acompañó desde 2017 las diligencias de identificación de las víctimas, a cargo de la Fiscalía General de la Nación y el Instituto de Medicina Legal, que fueron parte de los acuerdos de paz de La Habana, escenario en el que la guerrilla de las Farc reconoció su responsabilidad en los hechos. Mediante encuentros familiares, el Enfoque Étnico, el Comité por los Derechos de las Víctimas y la comunidad, elaboraron 40 álbumes familiares que fueron entregados en el acto de despedida ‘Bojayá honra a los sagrados espíritus’, y que se convirtieron en instrumento de duelo y un tesoro íntimo y privado que contiene el recuerdo de los familiares muertos.
A partir de solicitudes de la comunidad, en 2019 se realizó un mural en homenaje a los niños y niñas fallecidos en la masacre, que se conserva en el Parque de la Memoria, en el nuevo Bellavista. En esa misma oportunidad se reconstruyó otro mural de memoria que había sido elaborado en 2004, en la escuela de la antigua cabecera. Ambos murales fueron realizados en un intercambio de saberes del que participaron niños y niñas, gestores locales, alabadoras y sabedoras de Bellavista y el corregimiento de Pogue.
Actualmente, el Centro Nacional de Memoria Histórica adelanta la elaboración de un micrositio, en compañía de la comunidad, que reúne las historias de personajes icónicos del pueblo, su derecho a tener una muerte digna y la importancia de ciertos símbolos y elementos del ritual mortuorio, esenciales en el imaginario religioso y colectivo de ese territorio.