Con talleres e intervenciones de personas provenientes de diversas asociaciones e iglesias (Pablo y Pedro Stucky, César Augusto Moya, Milton Mejía, Ricardo Esquivia, Olga piedrasanta, la hermana Maritze Trigos, Patricia Urueña y William Plata, entre otros), durante estos dos días los asistentes tuvieron la posibilidad de reflexionar alrededor de las siguientes preguntas:
- ¿En qué se diferencia y en qué se asemeja la experiencia del conflicto colombiano a la que han atravesado o atraviesan otros países?
- ¿Qué lugar ocupan los líderes y las lideresas de las comunidades de fe en el conflicto colombiano?
- ¿Cuál es el papel de la espiritualidad dentro de conflictos armados?
- ¿Qué tienen de particular las resistencias desde la fe?
- ¿Qué aporta la fe a la capacidad de resiliencia y, posteriormente, a las resistencias que a veces desarrollan las víctimas?
- ¿Cómo y por qué han sido victimizadas estas comunidades fe?
- ¿Qué pueden decirle al país las comunidades de fe sobre la ruta a seguir para salir del conflicto armado?
María Emma Wills, asesora de la Dirección del CNMH, aprovechó el espacio para recalcar que en esta guerra ya no existe ningún lugar sagrado, pues todos han sido triturados por los actores armados. Sin embargo, aseguró, los líderes y lideresas de fe han sido capaces de encarnar esa esperanza y esa autonomía de las comunidades, razón por la cual se han convertido en una piedra en el zapato para los alzados en armas. “Las comunidades de fe tienen la capacidad de construir mundos en común”, dijo.
Este encuentro fue una oportunidad, no solo para conocer los procesos de las comunidades de fe en otros conflictos armados, sino para presentar y discutir la historia de cuatro comunidades (Toribío, Macayepo, Tierralta y Corinto) que han sobrevivido al conflicto armado colombiano, pues han aprendido a levantarse y a mantenerse firmes inspirados en su fe.