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Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

05 Oct 2015

Lanzamiento de la Revista Conmemora

 
Lanzamiento:

Lugar: Cine Tonalá, carrera 6 #35-37.
Hora: 6:00 p.m.
Entrada libre hasta completar aforo.

El síndrome de Korsakoff

“Somos nuestra memoria” afirma Jorge Luis Borges en un poema, apuntando tal vez a que las experiencias y los recuerdos —difusos y lejanos en algunas ocasiones, certeros y vivos en otras— nos definen y determinan nuestro presente y futuro.


Reconstruir nuestra memoria histórica es vital: saber qué es lo que nos ha pasado, por qué nos ha pasado y, sobre todo, hablar de ello para construir el porvenir y no repetir los errores, como tarea que cobra especial importancia para la sociedad colombiana que quiere superar el conflicto y avanzar hacia la paz. Resulta por ello inexplicable que también a menudo pareciera que padecemos del síndrome de Korsakoff: amnesia, dificultades de aprendizaje y reemplazo de los vacíos de nuestra memoria a través de la invención de historias, omisiones o negaciones, ya por conveniencia, ya por dolor.

En países como Alemania el negacionismo de los crímenes nazis (Holocaustleugnung) es un delito. La reciente condena a cuatro años de cárcel al “Contador de Auschwitz”, Oskar Gröning (94 años) luego de dar su testimonio y aceptar su culpa en el genocidio, o el caso de Úrsula Haverbeck (86 años), a punto de ir también a la cárcel por negar el genocidio judío, son dos ejemplos de la gravedad y el peso que se da a la reivindicación de la historia y a las víctimas y que ha sorprendido a la opinión pública mundial.

Este año, el día de la conmemoración de los 70 años de la liberación de Auschwitz, justamente algunos sobrevivientes reafirmaban la importancia de sus testimonios y de conocer la verdad, y declaraban ante los medios de comunicación: “Sobrevivimos para evitar que el horror se repita”. Esa es una consigna que las víctimas del conflicto y toda la sociedad colombiana debemos asumir como propia.

En Colombia no es un delito negar las evidencias del horror del conflicto armado y la violencia de más de medio siglo, sin embargo, deberíamos cuestionarnos por qué a veces se minimiza o se excluye el tema de la agenda pública. Se hace necesario unirnos para hablar y procesar el dolor de este país: de familias como las de El Salado (Bolívar) o Puerto Torres (Caquetá) que han esperado más de una década para enterrar dignamente los restos incompletos de sus familiares; de las “casas de pique” y de la catástrofe humanitaria que vive Buenaventura (Valle del Cauca); o de los daños ambientales como el de Tumaco por causa de la guerra. O hablar también de los militares, insurgentes y civiles que siguen muriendo porque el conflicto no termina.

Conmemora en su tercera edición reivindica los testimonios, las reflexiones, las inquietudes, los retos y las búsquedas de las memorias del conflicto. Es una apuesta por integrar y visibilizar los rostros y la dignidad de las resistencias. Se trata de retratos de víctimas que bajan en balsas por los ríos, de historias que ocurrieron en pequeñas y apartadas poblaciones, como el relato del Cuerpo 36 en Caquetá y la búsqueda incansable de una madre o el recuerdo vivo de la tragedia de Bojayá, la memoria en las calles y los encuentros y diálogos inesperados en el centro de la ciudad.

Sea esta una invitación para reflexionar sobre una guerra, una tragedia y a la vez un reto de transformación y compromiso que también son suyos.

Nota al lector de la tercera edición de la revista por Daniel Valencia Yepes, periodista CNMH.

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