Las huellas del genocidio en las víctimas de la Unión Patriótica
En el Día Internacional para la Conmemoración y Dignificación de las Víctimas del Crimen de Genocidio y su Prevención, recordamos el caso del genocidio contra la Unión Patriótica (UP), que dejó más de 6200 víctimas.
El Estatuto de Roma de 1998 establece que el genocidio consiste en destruir total o parcialmente un grupo nacional, étnico, racial o religioso. En ese sentido, en Colombia, desde 1984 al 2002, se dio el genocidio contra el partido político de la Unión Patriótica (UP), el cual fue ejemplo de una violencia sistemática y estatal ante un movimiento político distinto, que desembocó en profundos daños individuales y colectivos.
El genocidio de la UP dejó dos candidatos presidenciales asesinados, Jaime Pardo Leal, el 11 de octubre de 1987 y, Bernardo Jaramillo Ossa, el 22 de marzo de 1990. También fueron asesinados sistemáticamente 9 congresistas, 70 concejales, decenas de diputados, alcaldes, dirigentes de juntas comunales, líderes sindicales, estudiantes, artistas, militantes y simpatizantes del sector de la cultura y el magisterio, profesionales y campesinos. De acuerdo con la Corporación Reiniciar, la cifra asciende a más de 6200 víctimas.
En el capítulo «Las huellas del exterminio en las víctimas» del informe del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), Todo pasó frente a nuestros ojos. Genocidio de la Unión Patriótica 1984-2002, se narra cómo las violaciones a los derechos humanos contra miembros de la UP impactó sus vidas en diferentes ámbitos: les negaron su libertad de expresión, de asociación y sus derechos políticos como postularse y ocupar cargos de elección y de gestión pública.
De acuerdo con la mencionada investigación, la dimensión política del daño que puede tener este tipo de hechos impactan en el proyecto de vida de las personas, que es uno de los vínculos más visibles que caracteriza el daño individual y que, al final, tiene un impacto colectivo, truncando su actividad misma como colectividad. Para las víctimas, la estigmatización en la cual se equiparaba a los miembros de la UP con guerrilleros de las FARC hizo imposible mantener su buen nombre.
Lea el informe completo Todo pasó frente a nuestros ojos. Genocidio de la Unión Patriótica 1984 - 2002
Óscar Calle y Belarmino Salinas, víctimas sobrevivientes de este genocidio y líderes de la UP en Urabá, narraron para el informe del CNMH que el hecho de tener que desplazarse o esconderse —producto de la persecución—, les impidió llevar una vida pública reconocida y mantener un estatus relevante en la sociedad, lo cual evitó que avanzaran en la carrera política que querían.
Ambos tienen en su memoria el acto de que se les impidiera llevar a cabo sus facultades de gobierno y gestión de lo público. Óscar Calle contó en una entrevista con el CNMH y la Corporación Reiniciar, en 2024, que había sido personero de Mutatá (Antioquia), y luego Bernardo Jaramillo le solicitó presentarse al mismo puesto en Chigorodó: «pero todo eso se quedó en la venida [con el desplazamiento forzado, producto de la persecución en su contra]», puntualizó el sobreviviente.
Los líderes y las lideresas sobrevivientes recuerdan cómo la UP se convirtió en el lugar para ejercer sus libertades y avanzar en el proyecto de vida que se habían trazado. En el partido, las oportunidades se materializaron, se abrían caminos nuevos y cada vez había más escenarios significativos de acción que les permitían avanzar en su realización personal; sin embargo, las ilusiones de ejercer y actuar políticamente se desdibujaron durante el genocidio.
Para muchas de ellas y ellos su vida cambió de forma trascendental; por seguridad, muchas personas dejaron a un lado la política para subsistir de otras formas. Un familiar de una de las víctimas contó cómo sufrieron el desplazamiento forzado de Coyaima (Tolima) donde su padre «fue concejal del municipio cuatro periodos seguidos durante 20 años». Para esa familia, el impacto del genocidio fue muy duro: «Mi papá llegó a esta ciudad [Bogotá] a vender aguacates en las calles, después de ser un líder en el pueblo. Fue reiniciar nuestra vida totalmente», agregó dicho familiar.
Las huellas del genocidio contra las víctimas de la Unión Patriótica han sido profundas y dejan en evidencia la importancia de los procesos de reconstrucción de la memoria histórica. Esas iniciativas han permitido no solo dignificar a las víctimas, sino también seguir dando pasos hacia la búsqueda de verdad, justicia, reparación y garantías para la no repetición.