“Érase una vez un pueblo llamado San Rafael que nació dos veces (...) La primera, con los campesinos mineros que provenían de los municipios antioqueños de Santa Rosa de Osos, Donmatías y El Peñol, quienes se asentaron en las riberas de la quebrada La Veta, en busca de oro. Pero con el paso de los años, el metal se fue agotando, y los pobladores comenzaron a preocuparse. Hasta que el presbítero José Jesús Correa Jaramillo propuso el traslado a la región conocida como El Valle, a tan solo un kilómetro del asentamiento, y la comunidad aceptó. Y así, San Rafael nació de nuevo el 5 de agosto de 1905”.
Esta es parte de esa historia que los sanrafaelitas han querido contar en una exposición itinerante y un catálogo que complementa dicha exhibición, que desde el pasado 25 de septiembre están disponibles. Estos productos de memoria son el resultado de un Plan Integral de Reparación Colectiva que acompañó la Estrategia de Reparaciones del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). “Dentro ese plan – explica Ana Cristina Jiménez, miembro del Comité de Impulso para Reparación Colectiva de San Rafael- hay algunas medidas que se proyectan, y una es la de rehabilitación, dignificación y satisfacción (..), que consiste en mantener y transmitir la memoria histórica, eso que nos sucedió, para frenar la indiferencia (..). Estamos muy felices porque vamos a recibir de parte del CNMH una exposición con una línea de tiempo, la cual se construyó con todas las organizaciones de base, asociaciones y personas que conocieron los hitos de violencia más representativos del municipio, y fueron orientados por unas metodologías muy profesionales del CNMH”.
La exposición fue instalada en la Casa Museo El Totumo, y presenta la línea de tiempo de la historia del municipio, así como algunos símbolos de resistencia de la población como fotografías, herramientas que evocan su vocación minera y una de las más significativas: la Colcha de la Memoria. El catálogo conserva estos elementos: contiene un apartado sobre la historia de San Rafael, desde su nacimiento hasta la aparición de los actores armados, acompañado de relatos que narran algunas de las formas usadas por los sanrafaelitas para resistir y enfrentar el conflicto. “Esta última parte es quizás el elemento con más vitalidad que contiene este librillo; es el resultado de varias jornadas de entrevistas individuales, familiares y colectivas, en las que se reconstruyeron varios de los hechos aquí narrados. Si bien hay elementos literarios a los que fue necesario recurrir, los detalles no fueron modificados”, precisa Juan Carlos Jiménez , líder de esta investigación desde el equipo de Reparaciones del CNMH.
Diana María Mazo, también integrante del Comité de Impulso, cuenta que este ha sido “un proceso de sanación y transformación después de haber sido víctimas del conflicto armado”, y destaca que se ha logrado “recuperando desde lo ancestral hasta nuestros tiempos toda la memoria histórica del municipio de San Rafael, superando traumas, elaborando un duelo y dignificando la vida. Hoy, esta exposición la recibimos de parte del CNMH y queremos ponerla a disposición de las nuevas generaciones”.
Y desde ya, las nuevas generaciones comienzan a apropiarse de la historia de su pueblo. Niñas y adolescentes del municipio presentaron una muestra de cumbia. Las polleras que usaron narraban intrínsecamente lo vivido por sus familiares o vecinos años atrás: las dos primeras iban de falda negra, recordando las noches oscuras que les tocó vivir, el miedo y la zozobra. Las dos siguientes, de falda roja, como la sangre derramada en las praderas, en los valles, en las lomas, en los ríos, en las veredas. Luego, dos faldas hechas con retazos, como símbolo del tejido social, de lo que hay que reparar, volver a tejer, a juntar. Cerraban el baile dos jóvenes de faldas blancas: ellas representaron la paz, la esperanza y la resiliencia que hoy se respira en su municipio.