Las resistencias ante la violencia urbana se escucharon en la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín
En el estand del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), resonaron las voces de expertos, fotoperiodistas y ciudadanos de la capital antioqueña que narraron cómo buscan caminos distintos a la guerra urbana.
Al hablar del conflicto armado, a veces se piensa que sus impactos solo han pasado en las zonas rurales; sin embargo, sus consecuencias también llegaron a las grandes ciudades. Medellín, como capital de Antioquia, es prueba de ello: sus habitantes todavía narran cuáles son las huellas que ha dejado la violencia desde lo urbano.
De acuerdo con el informe Medellín: memoria de una guerra urbana —realizado por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH)— a mediados de los ochenta, en la capital antioqueña imperaba el miedo y la zozobra colectiva. «Estaba marcada por la puja entre la vida y la muerte», se lee en el ejemplar, ante los casos registrados de secuestros, masacres y asesinatos de líderes de izquierda y defensores de derechos humanos.
A pesar de este panorama, el CNMH también enfatizó en que Medellín ganó otra distinción: «la de ser una ciudad que ha logrado resistir, se ha sobrepuesto y transformado a pesar de las violencias o, tal vez, debido a ellas». Ante esa realidad, el Centro Nacional de Memoria Histórica dispuso un espacio para escuchar a «Todas las memorias todas» no solo de la guerra urbana de Medellín, sino también de Antioquia y el Eje Cafetero durante la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín 2024.
En el Jardín Botánico de Medellín, entre el 6 al 15 de septiembre, el estand del CNMH acogió las voces de expertos, fotoperiodistas, estudiantes y otros integrantes de la población civil que han narrado la violencia de un conflicto armado que aún persiste. Tras escucharlos, el Centro Nacional de Memoria Histórica destaca tres de los conversatorios que capturaron la atención del público de la capital de Antioquia.
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El 9 de septiembre, más de 30 personas se reunieron en el estand del CNMH para escuchar el conversatorio «Esclarecimiento de la verdad en el marco de la violencia urbana de Medellín». En el espacio participaron Paula Andrea Vargas y Gloria Naranjo, dos profesoras de la Universidad de Antioquia que han estudiado este fenómeno.
Las expertas manifestaron la importancia de entender a las víctimas no solo desde el conflicto armado, sino vinculadas a otras problemáticas. «La violencia urbana surge también por la segregación y el empobrecimiento», señaló Paula Vargas, reconociendo que la guerra está vinculada estrechamente a las desigualdades económicas. «Tenemos que ver el concepto de víctima desde la pluralidad», agregó.
«Hablamos de víctimas no solo desde el conflicto, sino también desde una lógica económica desigual; la violencia urbana surge igualmente por la segregación y el empobrecimiento. Tenemos que ver el concepto de "victima" desde la pluralidad»: Paula A. Vargas, profesora de la @UdeA. pic.twitter.com/JomvBZL45D
— Centro Nacional de Memoria Histórica (@CentroMemoriaH) September 10, 2024
Partiendo de esa pluralidad, Vargas destacó que, para lograr el esclarecimiento de la verdad en Medellín, debe pensarse desde una dimensión colectiva. «Se habla de una verdad total y de una verdad completa —reflexionó la profesora de la Universidad de Antioquia—. Yo pienso en una verdad plural que dignifique a todas las víctimas y hable de las afectaciones en los tejidos sociales».
Por su parte, Gloria Naranjo señaló cómo el CNMH y la Comisión de la Verdad sentaron las bases para hablar sobre el esclarecimiento de la verdad en Colombia. «Estamos tratando de afrontar ese reto desde la urbanidad», precisó la experta y manifestó que es necesario que los actores armados se acerquen a los mecanismos de justicia transicional. «Para mí, ellos tienen la responsabilidad de aportar a la verdad», puntualizó.
Así fue el diálogo restaurativo «La experiencia de “El elegido”» en el estand del CNMH durante la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín.
Asumir responsabilidades implica tener conversaciones difíciles y, en el caso del conflicto armado, dolorosas, pero necesarias, con el propósito de romper el ciclo que prolonga la violencia en Colombia. Por ese motivo, el Centro Nacional de Memoria Histórica abrió un espacio en el estand de la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín para escuchar sobre las ejecuciones extrajudiciales, también conocidas como «falsos positivos».
—Mi teniente, tenemos listo al pelado. Solo es que dé la orden.
—Pues, ¡adelante! ¿Qué más esperan? Cada uno sabe qué hacer. Sin maricadas. Lo que deben tener presente es que, después de esto, van a tener un fin de semana de permiso. Allá ustedes qué hacen, ver a su mujer o a su madre, pero si se equivocan, les juro que los dejo en el monte dos meses enteros.
Ese diálogo corresponde al libro El elegido, que narra los casos de homicidios reportados como bajas en combate por miembros de la fuerza pública. El ejemplar fue tema de conversación en el estand del CNMH el 15 de septiembre debido a que recoge los testimonios de algunos responsables de los «falsos positivos» en Medellín y ha servido para reconocer las perspectivas que puedan aportar a la reparación de las víctimas.
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En la actividad, Héctor Andrés López, exmilitar y compareciente ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), habló de su decisión de no volver a empuñar un arma y sus esfuerzos por reparar el daño causado en las familias de las víctimas, en la suya y en su propia vida. «Me di cuenta de que aquellas personas tenían familiares que querían la verdad. Mi madre, que estaba orgullosa de que fuera un soldado, ahora sentía vergüenza porque caí a la cárcel», reconoció.
«Me di cuenta de que aquellas personas tenían familiares que querían la verdad. Mi madre, que estaba orgullosa de que fuera un soldado, ahora sentía vergüenza porque caí a la cárcel», reconoció Héctor Andrés López, exmilitar compareciente ante la JEP. pic.twitter.com/bn5IbqEf69
— Centro Nacional de Memoria Histórica (@CentroMemoriaH) September 15, 2024
El elegido fue publicado en 2022 por la Secretaría de la No-Violencia de la Alcaldía de Medellín y la organización Umain Transiciones para la Paz. Juan Carlos Villamizar, director de la Umain, manifestó la importancia de trabajar como sociedad para que no vuelvan a suceder estos crímenes: «necesitamos que no se repita el heroísmo de la guerra y los referentes de la guerra en los barrios».
El elegido fue publicado en 2022 por la Secretaría de la No-Violencia de la Alcaldía de Medellín y la organización Umain Transiciones para la Paz. Juan Carlos Villamizar, director de la Umain, manifestó la importancia de trabajar como sociedad para que no vuelvan a suceder estos crímenes: «necesitamos que no se repita el heroísmo de la guerra y los referentes de la guerra en los barrios».
El 12 de septiembre se realizó el conversatorio «Nos paramos duro. Imágenes del estallido social», en el estand del CNMH durante la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín.
A pesar de que en 2016 se firmó el Acuerdo de Paz con la extinta guerrilla de las FARC-EP, ahí no terminó el capítulo del conflicto armado en Colombia. Las inconformidades de una sociedad que ha vivido en guerra por más de 75 años se acrecentaron durante el gobierno de Iván Duque entre 2019 y 2021.
Ese descontento de la población terminó siendo una bomba de tiempo que estalló con la presentación de una reforma tributaria y las desigualdades socioeconómicas exacerbadas por la pandemia de la COVID-19. Las calles del país se llenaron de jóvenes, trabajadores y otros grupos poblacionales que gritaban con arengas y canciones por un cambio en Colombia.
«Los jóvenes que salieron a las calles venían de barrios populares y condiciones precarias —explicó Mariana Patiño, estudiante de antropología de la Universidad de Antioquia—. Ya les habían quitado todo, hasta el miedo». Con esas palabras, empezó el conversatorio del CNMH «Nos paramos duro. Imágenes del estallido social», realizado el 12 de septiembre en la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín.
En la charla también participaron el fotoperiodista Freddy Henao y el fotógrafo documental Andrés López, quienes le apostaron a contar la verdad del estallido social a través de sus lentes. Para la moderadora del encuentro, Natalia Marín, el papel que tuvo la prensa alternativa en el Paro Nacional fue indispensable, pues «los medios tradicionales introdujeron una narrativa estigmatizante de la protesta social, que realmente era legítima», señaló la contratista del CNMH.
👉Ayer, cerramos la jornada en la @FiestaLibro con una charla sobre las resistencias juveniles✊. En el conversatorio «Nos paramos duro. Imágenes del estallido social en Medellín», escuchamos las voces detrás de los lentes 📷 que capturaron el paro nacional de 2019, 2020 y 2021. pic.twitter.com/KGbO1JKLpk
— Centro Nacional de Memoria Histórica (@CentroMemoriaH) September 13, 2024
«El uso de la capucha no es gratuito; si te identifican, te asesinan», comentó Andrés López sobre el rol de la primera línea entre 2019 y 2021. También señaló que el hecho de ser fotógrafos y documentar lo que en verdad estaba sucediendo en las calles no los eximió de las violaciones a derechos humanos durante la protesta. «Una vez, me capturaron junto con otros colegas, como si tener una cámara nos pusiera en riesgo», agregó.
Por su parte, Freddy Henao indicó que la decisión de salir a registrar el Paro Nacional implicaba asumir una gran responsabilidad personal y social. «Cuando tomábamos las fotos, debíamos tener mucho cuidado con la identidad de las personas porque estaban matando gente en las calles», precisó el fotoperiodista.
Tanto para Andrés como para Freddy lo que vivieron los ha cuestionado mucho respecto a su rol en la sociedad. «Me he preguntado muchas veces si realmente generamos un cambio —reflexionó López ante más de 30 personas que asistieron a la charla—. El hecho de que estemos aquí reunidos en torno a esta conversación significa que de algo debió de servir».
Pensando en esas palabras, el Centro Nacional de Memoria Histórica reitera su compromiso con la búsqueda del esclarecimiento de la verdad y la construcción de memoria histórica. En esta ocasión, se escucharon a «Todas las memorias todas» de una guerra urbana y, en otros espacios, seguirán resonando las voces de resistencia de cada rincón del territorio nacional.