Los consejos comunitarios reconstruyen su memoria histórica a través del tiempo y el espacio

encuentro en sardinata

 

¿Sabías qué el Centro Nacional de Memoria Histórica acompaña a las comunidades negras, afrodescendientes, raizales y palenqueras en sus procesos de reconstrucción de memoria histórica?  Este año, cuatro consejos comunitarios: Domingodó y Bocas de Chicao en Carmen del Darién, Chocó; Imbilpi del Carmen, en zona rural de Tumaco, Nariño, y Cuenca Baja del Río Calima, en zona rural de Buenaventura, Valle del Cauca, iniciaron un recorrido por la reconstrucción de la memoria de sus comunidades. 

Con el acompañamiento del CNMH, estas comunidades han podido reconstruir momentos e hitos históricos que cuentan la memoria del poblamiento de sus territorios, el reconocimiento de los usos y costumbres que se han perdido, lo que ha prevalecido y se ha fortalecido a través del tiempo, las formas de ser y de estar en el territorio que se han transformado a partir de la violencia estructural que han sufrido, y el reconocimiento de su resistencia y capacidad de sanar sus territorios.  

Durante tres días de trabajo en cada consejo comunitario, un grupo de representantes, líderes, lideresas, mayores y mayoras hizo memoria de cómo han hecho frente al conflicto armado y a todos los procesos de extractivismo que han vivido, así como de sus capacidades, sus liderazgos, y sus formas de organización, de permanencia y de resistencia en sus territorios, aun cuando muchos han tenido que salir de estos a causa del conflicto.

Las jornadas realizadas tuvieron dos momentos claves:

  • La experiencia del tiempo, con la construcción de la línea de tiempo de memoria histórica de cada uno de los territorios y del pueblo negro que los habita desde los tiempos del cimarronaje, en la búsqueda de libertad y autonomía.
  • La experiencia del espacio, con la construcción del respectivo mapa de cada uno de los territorios, a partir de su relación con los ríos Atrato, Domingodó, Imbilpi y Calima, así como con los afluentes, las quebradas, los esteros y los caños a lo largo de los cuales los ancestros fundaron los diferentes puntos y puntas que fueron referencia para las rutas de poblamiento y de protección a los hombres y mujeres que llegaron a estos territorios. 

Si bien, inicialmente, estas comunidades pensaron en un modelo organizativo que las reconociera como palenques, y que no fue escuchado en su momento, ahora perviven como comunidades organizadas a través de los consejos comunitarios, manteniendo su lucha por el reconocimiento pleno y realización de sus derechos colectivos, ancestrales y consuetudinarios.

Este proceso que se vivió en cada consejo comunitario responde al cumplimiento del Auto 005 de 2009 y la orden tercera de la Sentencia T-025 de 2004, emitida por la Corte Constitucional, la cual busca consolidar la memoria viva las comunidades negras, promoviendo la reflexión sobre el poblamiento de sus territorios, su historia, sus procesos organizativos, sus luchas, y sus formas de pervivencia y resistencia, así como el sueño a futuro que tienen para sus territorios y cómo se sueñan sus consejos comunitarios.

 

Pero ¿cómo pueden ser comprendidas y abordadas estas dimensiones en clave de memoria histórica? 

El tiempo y el espacio son entendidos como dimensiones fundamentales para construir la memoria colectiva. El espacio no se limita al territorio físico, sino que también es simbólico, ya que se trata del lugar donde ocurren las relaciones sociales, donde se habita el cuerpo y se viven experiencias; por lo tanto, está cargado de significados que reflejan experiencias de resistencia y pertenencia. 

Por su parte, el tiempo no solo es cronológico, sino que también es emocional y subjetivo; además, articula lo individual con lo colectivo, enlazando vivencias personales con hitos históricos pensados como una pluralidad de trayectorias que permiten diversas interpretaciones según identidades y contextos.

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