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Publicado

3 junio 2022

Los niños, las niñas y los adolescentes de Medellín usan sus ‘poderes’ para contar y evitar la violencia

  • Niñas, niños y adolescentes del nororiente de la capital antioqueña participaron de un par de encuentros organizados por el Centro Nacional de Memoria Histórica -CNMH- y la Corporación Con-vivamos para visibilizar las afectaciones que han sufrido en relación con el conflicto armado en el país.
  • Las actividades pedagógicas se realizaron a propósito del Día Internacional de las Niñas, los Niños y los Adolescentes Víctimas Inocentes de Agresión, que se conmemora cada 4 de junio.

Los muñecos —medias largas, rellenas con retazos de tela, ojos que bailan en los rostros de colores, pelos de lana— esperaban a niñas, niños y adolescentes en la sede de la Corporación Con-vivamos, en lo alto de las laderas del nororiente de Medellín. Ellas y ellos llevaron hasta allí las historias para aquellos personajes; historias tristes, con la tristeza presente en nuestro país cada vez que se vulneran sus derechos.

Las y los invitados al encuentro organizado por la Corporación Con-vivamos y el Enfoque Diferencial de Niños, Niñas y Adolescentes del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), a propósito de la conmemoración del Día Internacional de las Niñas, los Niños y los Adolescentes Víctimas Inocentes de Agresión, participaron de un diálogo para hacer visibles los daños, impactos y afectaciones que sufren en relación con el conflicto armado y los ‘poderes’ que tienen para impedirlos.

«Todos los actores de la sociedad debemos aportar acciones efectivas para garantizar los derechos de las niñas, los niños y adolescentes, así como para su protección en contextos que profundizan las victimizaciones que sufren y los enfrentan a situaciones de riesgo», señala Sara Márquez, líder del Enfoque Diferencial de Niños, Niñas y Adolescentes del CNMH.

Según el Observatorio de Memoria del Conflicto del CNMH, hasta el 30 de abril de 2022, un total de 41.270 niños, niñas y adolescentes han sido víctimas del conflicto armado en el país. Cada 4 de junio se conmemora el Día Internacional de las Niñas, los Niños y los Adolescentes Víctimas Inocentes de Agresión, una fecha para analizar, comprender y tomar acciones que eviten que sigan siendo víctimas del conflicto armado colombiano.

 

Dialogar desde el juego

Primero fue el momento para botar la vergüenza de mirarse, de reír, de saltar en un pie, en el otro… «Vamos a jugar», dijo Marce, “la profe”.

—Vamos a caminar como si se nos estuviera quemando el arroz en la casa.

—Ahora, vamos a caminar como señoras ricas.

—Vamos a juntarnos con el que tenga camiseta del mismo color.

—Vamos a juntarnos con los que midan lo mismo que nosotros. Vamos a formar grupos.

En una pared, en el salón dispuesto para el encuentro, cuelga la palabra «colectividad» con letras de colores, como ropa tendida en una cuerda. Niños y niñas, en un espacio contiguo, decoran con plastilinas siluetas humanas dibujadas sobre cartulina, que también serán personajes de sus historias, mientras los adolescentes interactúan con los muñecos de trapo. Usan los colores de la tristeza que las situaciones de vulneración de derechos les hacen sentir. Luego, empieza la dinámica de hablar y escuchar.

—¿Quién me puede decir qué es la violencia de género?

—Es cuando discriminan a alguien por ser diferente.

—¿Quién me cuenta algo sobre la desaparición forzada?

—Es cuando obligan a alguien a irse y después no se sabe qué le pasó.

—¿Y qué pasa por sus casas? ¿Hay situaciones que les hagan sentir miedo?

—Es peligroso andar por la calle porque no respetan para conducir.

—Cuando voy por la calle, me siento insegura cuando los hombres me empiezan a decir cosas.

 

Personajes y secuelas de derechos vulnerados

En hojas de papel, escriben los que serán los nombres de los muñecos, edad y género (si lo tienen definido): Los peinan, mientras escuchan y cuentan historias sobre la vulneración de derechos, sobre las violencias basadas en género, sobre desaparición forzada; sobre el uso, utilización y reclutamiento de niños y niñas por parte de grupos armados; sobre desplazamiento y sobre las minas antipersonal y explosivos de guerra.

«Mi primo vivía junto a una cañada. Él se mantenía con un perro y un día sacó al perro y pasó un puente. Allá había un señor y el señor lo metió a una casa en construcción», contó uno de los adolescentes. «Le robaron el perro», contestó alguien más entre las risas. «No. El señor le hizo sexo oral y después quería que mi primo le hiciera penetración —siguió contando—. Y le dijo a mi primo que si no lo hacía, le iba a contar a todos los de barrio lo que hicieron».

«Ella es una mujer trans, y trabaja en otro barrio —contó otro de los adolescentes en el encuentro—. Y una vez venía de trabajar y la pararon encapuchados y le preguntaron en qué barrio vivía. Ella dijo que vivía aquí y la amenazaron porque ellos no se la iban con los de aquí. Ella quedó muy asustada por eso y ya le da mucho miedo pasar por ahí. Entonces tuvo que hablar con los duros del barrio».

«En quinto, me cambiaron de salón a uno lleno de hombres —se escuchó decir a alguien más—. Solo había tres mujeres, por ahí. Y las mantenían jodiendo. Pero había una que la jodían más que al resto. La insultaban, le jalaban el pelo, le pegaban… ella les decía a los profes, pero no le daban mucha importancia».

Y los muñecos se llenan de cortes, se quedan sin cabello, sin ojos, sin sus colores… y esas marcas representan el daño que causan esas historias de derechos vulnerados para los niños y las niñas que las han vivido o escuchado de personas cercanas.

En el salón del lado, niñas y niños charlan, discuten, se acusan. «Profe, me gustan sus zapatos»; «profe, él está cogiendo mucha plastilina»; «profe, te quiero mucho». La “profe” repasa el cuento de Caperucita Roja.

—¿Qué representa ese cuento?

—Que a Caperucita la violan.

—No les creamos a esos lobos que nos ofrecen dulces y nos piden que les demos besitos. Hay lobos en los territorios… están disfrazados.

—¿Qué necesitan los niños y las niñas?

—Juguetes, jugar, saltar, ir a la escuela, aprender.

 

Reparar, enseñar

Los salones de la Corporación Con-vivamos se llenarán de nuevo de risas, de voces y de historias una semana después. Entre juegos, se repararán los muñecos dañados. Les pondrán manos, nuevos pelos de lana y lo que les haga falta. Sobre todo tendrán boca, porque la participación de las niñas y los niños pasa por tener la posibilidad de poner sus voces, de poder nombrar lo que sucede, denunciar, gritar, proponer y crear. Tendrán manos y piernas con las que se puedan defender. Alas, capas y los poderes para dignificarse y cuidarse de que esos y tantos daños no los vuelvan a tocar, para seguir adelante a pesar de todas las situaciones de vulneración.

Después de haber escrito los sentimientos que les producían las historias de violencia, quienes participaron de la actividad escribirán los mensajes que estos personajes remendados, resignificados, renovados le darían a los adultos y a otros niñas y niños que han sido víctimas de alguna de las violencias mencionadas, invitándoles a que, como los personajes, que ahora tienen boca, hablen acerca de lo que pasa.

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