El arte como memoria, otro lenguaje y resistencia de los pueblos indígenas en Colombia

Publicado 22 Oct 2019
Modificado por última vez en 22 Oct 2019

  • •Desde el 12 de octubre y hasta el próximo 3 de noviembre, tres piezas creadas por artistas indígenas para el Informe Nacional de Memoria Histórica harán parte del Tercer Festival de Arte y Decolonialidad.

  • •La exposición puede ser visitada de martes a domingo de 9:30 a.m. a 4:00 p.m. en las instalaciones del Museo Colonial, ubicado en la Carrera 6 #9 - 77 en la ciudad de Bogotá. Además, la exposición contará con un conversatorio sobre esta temática el próximo 1 de noviembre a las 2:00 p.m.

  • •Las obras también serán expuestas en el lanzamiento del informe, el cual se llevará a cabo el próximo 18 de noviembre en el Teatro Colón, de 4:00 p.m. a 6:30 p.m.

"El arte es otra forma de resistencia. El arte nace con la mujer Wayuu. Son las Abuelas quienes transmiten esta sabiduría": Paola Gouriyu.

Eliana María Muchachasoy, Fixonder Huipa y Aldibey Talaga son artistas indígenas de diferentes regiones del país. Tras una convocatoria de la Organización Nacional Indígena de Colombia –ONIC- en la que se invitaba a reflexionar en torno a la: "Memoria Viva de las luchas indígenas en Colombia", cada participante desarrolló una obra que expresa una realidad: la memoria viva de los Pueblos Indígenas se expresa en diferentes lenguajes, entre esos el arte.

Las obras que salieron ganadoras del concurso, en el que  se presentaron 35 artistas de todo el país, fueron un acrílico sobre lienzo, una intervención a un vestigio de guerra y un cántaro hecho en chaquira a mano. Las tres obras narran desde la lucha de líderes indígenas que cayeron por la defensa de la Madre Tierra y la salvaguarda de sus derechos, hasta los principios que comparten los 102 Pueblos Indígenas del país: Unidad, Territorio, Autonomía y Cultura.

Por ejemplo, Do Fare o “Padre del río o agua” es el nombre que lleva la creación realizada por Fixonder Hiupa Nacavera y su familia, todos Indígenas Embera Chami. Este es un Cántaro en honor a Kimy Pernía.

“Kimy fue un gran líder indígena que lo asesinaron por salvaguardar el agua y el territorio, por defender el Río Sinú, él se oponía a la construcción de la hidroeléctrica Urra”, dijo Fixonder. La obra hecha en chaquiras tiene diferentes grabados haciendo alusión a los distintos pensamientos, colores, cosmogonías y diversidad que existe entre los Pueblos Indígenas.

El diseño en honor a Kimy Pernia, como las creaciones de Eliana Muchachasoy, indígena Kamëntsá del Valle de Sibundoy y la de Aldibey Talaga, indígena Nasa, coinciden en reforzar una de las ideas centrales que condensará el Informe Nacional de Pueblos Indígenas de la ONIC y el CNMH: la perspectiva de “larga duración” del conflicto para con los Pueblos indígenas. “Las obras reflejan que, en el pasado, presente y el futuro la lucha por pervivir como pueblos indígenas ha sido una constante”, aseguró Fixonder Hiupa.

Estas y otras perspectivas fueron las que hicieron posible que cada una de las obras que ganaron la convocatoria de la ONIC, también fueran tenidas en cuenta en varios espacios como: el Encuentro Nacional de Daño Cultural en Cartagena organizado por el CNMH, la exposición en la Jurisdicción para la Paz “Cuenten con nosotros para la Paz, nunca para la guerra” y ahora en el Festival de Arte y Decolonialidad que se celebra en el Museo Colonial.

Estas tres obras de arte indígena, al igual que las 40 ilustraciones y más de 40 fotografías que aparecen en el Informe, hacen parte integral de la Memoria Viva de los Pueblos Indígenas. Estas son otras formas de expresar la sabiduría, el arte de sanar, equilibrar y armonizar los Tiempos de Vida y Muerte.

“Son estas las otras múltiples formas de entender y comprender la memoria viva y diversa de los Pueblos Indígenas en Colombia”, resalta Óscar Montero, Líder Indígena Kankuamo y Coordinador del Informe de Memoria Histórica de los Pueblos Indígenas de Colombia.

Además, el proceso de selección de las obras que terminan haciendo parte del Festival Arte y Decolonialidad, funciona mediante convocatoria abierta dirigida a artistas en general (estudiantes, profesionales o empíricos). Dicha acción “es llevada a cabo por un equipo de trabajo colaborativo al que llamamos ‘Colaboraduría’ ”, relató David Arteaga, organizador de la exposición.

Así pues, cada una de las piezas hará parte más específicamente de un concepto de exposición colectiva in situ en el que se busca “dignificar otras formas de existir”. Para Arteaga, “el espacio logra interpelar formas de sentir, pensar y actuar que lleven a resignificar imaginarios”. Esto, sin olvidar que la historia se entiende no solo como pasado vivido, sino también como presente constante y forjador de memoria.

* Esta tercera versión del festival que reúne un nodo de artistas, investigadores, organizaciones y sociedad civil se desarrollará en escenarios como el Museo Colonial, la Galería Desborde y el Centro Cultural A Seis Manos. A su vez el festival contará con una intervención en espacio público.

Contactos

Óscar Montero
Coordinador del Informe de Memoria Histórica de los Pueblos Indígenas de Colombia - Consejería de Derechos de los Pueblos Indígenas, Derechos Humanos y Paz ONIC
oscardavidmontero@gmail.com 

David Arteaga
Director Festival Arte y Decolonialidad
Animal Simbólico
animalsimbolico.nc@gmail.com

 

Raizales de Providencia, otro lugar para desarrollar memorias étnicas

Publicado 23 Oct 2019
Modificado por última vez en 05 Nov 2019

  • Con una visita de tres días, el Enfoque Diferencial Étnico del Centro Nacional de Memoria Histórica, no solo retomó el contacto que se había establecido con la comunidad de la isla desde el año pasado, sino que esta, a su vez, expresó la necesidad de elaborar un proceso de memoria histórica con perspectiva de “larga duración”.

Se desarrollaron sesiones participativas de trabajo en las que asistieron líderes comunitarios, sabedores ancestrales y autoridades de la comunidad. Junto con ellos afloraron preguntas como el ¿para qué reconstruir la memoria histórica del Pueblo Raizal? ¿para quién?  y el ¿por qué de hacerlo.

A estas interrogantes se le sumó el interés por construir una línea de tiempo de la comunidad Raizal y de Providencia.

Hitos que van desde la llegada de Colón en 1492, pasando por el arribo de “los puritanos” o los primeros habitantes, los procesos de “colombianización”, las luchas de líderes como Marco Polo Archbold, la creación del AMENSD, el incremento paulatino de dinámicas de desaparición forzada y los fallos que ha establecido La Haya, hacen parte de la historia de los raizales, aquella comunidad étnica propia del archipiélago de San Andrés y Providencia.

No obstante, sobre estos y otros hechos que han incidido en la historia del pueblo raizal, los participantes aludieron a la memoria de “larga duración” como una necesidad, pues el pueblo -en su mayoría- no conoce su historia y esta tampoco es enseñada en los currículos académicos, toda vez que se enfatiza en los procesos históricos de Colombia y Europa.

De esta manera, se estableció como imperativo que las nuevas generaciones conozcan la historia de su pueblo. Para ello, se consideró la creación de un grupo de memoria Raizal que mediante la facilitación del equipo de enfoque étnico del CNMH logre recoger la memoria viva entre los sabedores ancestrales. Este grupo, sistematizará y elaborará productos pedagógicos que puedan divulgarse en las escuelas, colegios, medios de comunicación e iglesias.

Entre tanto, el espacio se convirtió en una buena oportunidad para definir unos temas principales y diseñar un cronograma de actividades a desarrollar. Entre los temas reseñados estuvieron los que hacen alusión a la historia de poblamiento; la historia política y configuración del Estado en la isla; la historia productiva y económica; los saberes ancestrales (cultura, prácticas, gastronomía y espiritualidad); los cambios en el territorio; y el narcotráfico y la desaparición forzada.

A su vez, con respecto al cronograma, se acordó que este tendría siete actividades puntuales. La primera -y cuyo responsable es el grupo de memoria histórica Raizal-, consiste en definir su forma organizativa propia. La segunda y siguientes, se realizarán con el acompañamiento del equipo de Enfoque Étnico del CNMH e involucrarán: una capacitación administrativa, herramientas de investigación y encuentro con sabedores ancestrales (Poblamiento, cultura y costumbres); jornadas de historia política de la isla; de historia productiva y económica; de los territorios y cambios ambientales; el evento del Día de la Emancipación; y reflexiones en torno al narcotráfico y la desaparición forzada.

Por otra parte, se resolvieron dudas y cuestionamientos sobre la actividad del Estado con respecto a la memoria, al trabajo con las víctimas y la comunidad raizal en particular. Esto, debido a que la comunidad no quisiera que este se convirtiera en un proceso más en el que una entidad les convoca para un programa, pero posteriormente la información que se genera, no se les es compartida.

Finalmente, la comunidad se comprometió a adelantar y trabajar por el proceso de memoria histórica Raizal; y la coordinadora del equipo de Enfoque Étnico, Tania Gómez, se comprometió tanto a realizar el primer encuentro, el 28 y 29 de noviembre de 2019, como a gestionar el proceso proyectado para el próximo año en el Plan de acción del Enfoque Diferencial Étnico y del CNMH 2020.

Publicado en Noticias CNMH

Machuca, Antioquia; la ilusión a flor de comunidad

Publicado 29 Oct 2019

  • •Hace 21 años, Colombia conoció en dónde quedaba el corregimiento de Machuca. En esa tierra del nordeste antioqueño, el Eln produjo una  explosión en el oleoducto que por allí pasaba y además detonó una carga explosiva que provocaría un gran incendio. 84 personas murieron. Los hechos se conocen como la masacre de Machuca.

  • •Históricamente, este corregimiento del municipio de Segovia se ha visto atravesado por la falta de oportunidades, la disputa entre actores armados, el estigma y el abandono. Sin embargo, sus pobladores han desarrollado sus propias iniciativas para conmemorar y para seguir adelante.

Al tiempo que la canción “Pedro Navaja” se apoderaba de las pistas de baile de América Latina, su letra -por si solita- empezaba a ser comparada con algunas de las mejores crónicas de este lado del continente.

Cuando Alberto Salcedo dijo que los vallenatos de antes eran cuentos bien contados, muchos le dieron la razón. Y cuando Carlos Pacheco -en ese entonces soldado profesional del Ejército-, escribió “Barbarie en Machuca”, parecía que para Fraguas (Machuca), el resurgir no fuese más que una quimera.

Su composición vallenata reza: “una madrugada del 18 de octubre del año 98, en el pueblo de Machuca, ahí llegó la guerrilla y se tiró el oleoducto causando muertes injustas. Una llamarada de grandes magnitudes, de la forma más absurda. Los ancianos gritaban y los niños lloraban con enormes quemaduras. Fue tan enorme esa explosión que hasta cultivos arrasó y aquel río contaminó, fue un pueblo humilde y soñador que un día las llamas consumió con su esperanza e ilusión”.

Y sí, es cierto, de aquella madrugada quedó un saldo de 84 personas muertas (42 de ellas niños), pero también la fortaleza para iniciar un proceso conmemorativo propio.

El pasado jueves se conmemoraron 21 años de lo ocurrido. Y los pobladores, como año tras año, desarrollaron acciones para mediante el recuerdo dignificar a sus seres queridos y para volver a poner sobre el tapete, el Machuca que desean, por el que han venido trabajando.

Una eucaristía en el cementerio; una reunión en el parque que incluía el descubrimiento de una pirámide que contiene piedras con los nombres de las víctimas de la masacre; y una marcha que recorrió “Barrio Nuevo” (el barrio que terminó más afectado), fueron algunas de las actividades desarrolladas el jueves pasado.

Precisamente, quienes decidan emprender un viaje de 10 horas para llegar a Machuca -distancia que separa a Medellín de este corregimiento-, se encontrarán con un “Barrio Nuevo” repleto de casas pintadas de todos los colores. Los mismos que la comunidad decidió utilizar para pintar las piedras incrustadas en la pirámide. Es como si se tratara de recordarse que la vida es mejor verla así, a color.

Atrás han quedado las casas en madera, las que se convirtieron en lo que señalan los mismos machuquitas: “la leña de los cuerpos que las habitaban”.

La huella que dejó el paso de las llamas por este barrio no impidió que personas como Maribel Agualimpia, desarrollaran -allí mismo y casi al tiempo de la tragedia-, sus apuestas de vida. Hace 20 años, “Machuca Digital Stereo” se convirtió en la plataforma que le permitiría a la comunidad estar informada, y a Maribel, convencerse de que sí valía por sí misma.

Aquella mujer, cuyo exesposo la maltrataba y que le decía si lo dejaba no sobreviviría porque “no sabía lo que era trabajar”, es la responsable de que día a día y desde el 23 de agosto de 1999, los barrios Lagunita, Las Brisas, Bolívar, La Batea, La Esperanza, Buenos Aíres y por supuesto Barrio Nuevo, estén informados de lo que pasa en su corregimiento, en su municipio y en el país.

“En noviembre del 98 me fui sola a Medellín, pasé diciembre, pasé enero y me apegué mucho a la música y a las noticias porque me sentía sola. Y me dije, yo algún día tengo que ser comunicadora”, relata Maribel, una chocoana que llegó a Machuca a los 12 años y que, tras sobrevivir a la masacre se desplazó a Medellín.

Sin embargo, la tierra y el deseo de reencontrarse de nuevo con sus hijos, “jaló más”. Casi al instante surgió la oportunidad que Maribel estaba esperando: participar de un curso de comunicación ¡Era el momento!

“El curso lo hicimos nueve jóvenes y yo que ya tenía 39 años. Lo terminamos y quisimos seguir. Fue un impacto muy grande para la comunidad porque acá las noticias eran por megáfono. Al iniciar no sabíamos cómo transmitir, no hablábamos bien y la gente se nos burlaba mucho. Muchos de mis compañeros no se aguantaron los comentarios y se fueron, pero yo sabía que este era un proceso que valía la pena”, sostiene Maribel.

De esos inicios de lucha por dotar de equipos a la emisora, esta mujer recuerda acciones como la cartelera que construyeron para que el gobernador de ese entonces, Aníbal Gaviria, no pudiera esquivar mientras daba un discurso en una visita que programó al corregimiento. El resultado fue positivo; gracias a esa iniciativa de la sociedad civil, la emisora recibió una donación del entonces mandatario.

Con aún más cariño, aparecen en la memoria las primeras “complacencias”. Estas, no eran nada diferente a las canciones que los oyentes le pedían. Las melodías que le gustaban a los esposos, a las hijas o a las madres que se fueron en la tragedia del 18 de octubre, siempre fueron solicitud recurrente.

La emisora se ha convertido entonces en reflejo de la voluntad de servicio del machuquita para con los machuquitas. En ella, se pasan los avisos de capacitaciones, se entregan informaciones relacionadas con la alcaldía o gobernación, se notifica sobre el estado de procesos tan importantes como el de reparación individual y reparación colectiva, y se anuncia la siempre esperada llegada de las brigadas médicas.

“Este ha sido mi sueño, yo seguiré hasta el día en que me muera y como le he dicho a mis hijos: esto es de la comunidad. Lo he hecho con mucho amor y queremos seguir construyendo futuro”, reitera Maribel cuando se le pregunta hasta cuándo seguirá ofreciendo este servicio.

En esa perspectiva de esperanza y de futuro en la que ha venido trabajando la comunidad, también han aparecido nuevos procesos. Uno de ellos es el semillero de radio y de memoria con la Institución Educativa Fray Martín de Porres, la única que existe en la cabecera del corregimiento.

Esta iniciativa acompañada por el Centro Nacional de Memoria Histórica se ha transformado en un espacio para conocer los temas que los niños, niñas y adolescentes de Machuca piensan en su cotidianidad, así como para poner en los lenguajes de la radio, perspectivas en torno a la comprensión de la memoria y de los derechos humanos.

Machuca se reinventa, desde el anhelo de sus personas mayores por traer de vuelta las épocas de libertad y sana diversión, pasando por el manifiesto de un futuro digno que hacen sus niños y niñas, y concluyendo en los esfuerzos de sus organizaciones por garantizar el acceso a condiciones de bienestar.

 

Bojayá: llegó la hora de la disposición final de los cuerpos

Publicado 01 Nov 2019

  • •Luego de años de trabajo conjunto entre diferentes instituciones del Estado (Centro Nacional de Memoria Histórica, Fiscalía General de la Nación, Unidad Para las Víctimas y Medicina Legal) y el Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá, la disposición final de los cuerpos caídos en la masacre será una realidad. Del 9 al 18 de noviembre, Colombia asistirá al cierre de una de las heridas más grandes de nuestra historia.

  • •El 2 de mayo de 2002, un cilindro-bomba lanzado por la antigua guerrilla de las Farc perforó el techo de la iglesia San Pablo Apóstol, en Bojayá. En el lugar se refugiaban centenares de personas. El resultado: al menos 72 personas fallecidas y plenamente identificadas (48 de ellos niños y niñas), otras sin identificar, un número incierto de desaparecidos, alrededor de 100 lesionados, el desplazamiento de 1.744 familias y grandes fracturas sociales. 

  • •Sin embargo, estos no fueron los únicos daños que dejó la tragedia. Durante 17 años, las familias de las víctimas no pudieron hacerles un entierro digno a sus seres queridos, de tal manera que los ritos mortuorios, tan importantes dentro de su cultura ancestral, no se han podido realizar.

El día de ayer y en una rueda de prensa realizada en la sede de la ONU en Bogotá, se compartió la agenda de actividades a desarrollar. Este se convierte en el inicio de la última etapa del proceso de entrega de los cuerpos de Bojayá.

El 9 de noviembre se espera que lleguen a Bellavista los familiares de las víctimas. Al día siguiente psicólogos sicosociales iniciarán un acompañamiento con ellos para que puedan afrontar de la mejor manera un momento que han venido esperando con ansias y que se convierte en el encuentro, pero a la vez despedida de sus seres queridos.

El 11 de noviembre y desde Medellín, llegarán a Vigía del Fuerte, los 101 cofres correspondientes a los 82 casos que recibió y examinó Medicina Legal. Para Yuber Palacios, integrante del Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá, esto ocurre porque “de Bojayá ese 2 de mayo salieron huyendo de la muerte y en Vigía encontraron la vida”.

Desde allí, diferentes changas harán una procesión fluvial por el Río Atrato. Esta pasará por comunidades como Piedra Candela, La Loma y Corazón de Jesús para culminar en el viejo Bellavista. Una vez desembarquen en el pueblo, alabaos y gualies preparados especialmente para este momento, serán interpretados en donde quedaba la antigua iglesia San Pablo Apóstol y en cercanías al antiguo centro de salud.

Además, 30 de los 101 cofres irán hasta la comunidad de Pogue, a tres horas de Bojayá y  territorio que los vio nacer. Esa noche retornarán a sus moradas y recibirán una velación de amanecida.

Entre el 12 y 16 de noviembre, los familiares de las víctimas acudirán a una explicación técnico científica que brinda Medicina Legal, la Fiscalía y la Unidad Para las Víctimas. Dicha diligencia judicial busca, de manera individual, explicar cuál fue el proceso que se desarrolló con cada uno de los cuerpos y precisar cómo se dispondrá de ellos en el espacio de mausoleo construido.

El 17 de noviembre, los 101 cofres estarán dispuestos en el Auditorio Municipal del nuevo Bellavista. Sobre la mañana, se hará una eucaristía que luego dará paso a un acto público y político. Garantías de no repetición, electricidad, respaldo a proyectos productivos y la reubicación de la comunidad de Pogue, son algunas de las demandas que tiene esta población del Medio Atrato chocoano.

Sobre la tarde de ese mismo día, el Enfoque Diferencial Étnico espera poder entregar los 40 álbumes familiares en los que ha venido trabajando de manera conjunta con la comunidad y que reconstruyen la historia de vida de las víctimas mortales.

Cabe destacar que el acompañamiento del CNMH a la comunidad de Bojayá se ha dado bajo el principio del reconocimiento al derecho a la verdad y la memoria histórica garantizado mediante: el desarrollo de procesos de fortalecimiento, construcción, adecuación, mantenimiento, preservación y transmisión de las memorias de la subregión del Medio Atrato.

Finalmente, en la noche del 17 de noviembre iniciará una larga velación que se extenderá hasta la mañana del 18 de noviembre, día en el que, tras la realización de una misa ecuménica, se hará la disposición final de los cuerpos de Bojayá.

Estas acciones esperan convertirse en el ciclo que les permitirá empezar a sanar unas heridas que la comunidad bojayaseña ha tenido abiertas durante años. Con la entrega y disposición final se produce una individualización y ubicación pertinente de los cuerpos, se contará con una identificación plena de ellos y existirán mayores certezas sobre sus desaparecidos.

 

Lanzamiento: “Detrás del uniforme”

Publicado 05 Nov 2019
Modificado por última vez en 07 Nov 2019

  • ¿Qué se siente ser parte del conflicto? ¿Por qué muchos militares no se atreven a relatar sus memorias? ¿Cuáles son los sueños y anhelos de los soldados en medio de la violencia? A estas preguntas responde el especial transmedia, del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), “Detrás del uniforme”, un trabajo basado en las narrativas y memorias de aquellos soldados que nos compartieron sus experiencias de gratitud por el Ejército, pero también de esos momentos difíciles.

“Detrás del uniforme” hace parte de la serie de trabajos hechos desde 2014 por el CNMH con víctimas de la fuerza pública y surge como respuesta a esas historias de recuerdos íntimos de soldados, suboficiales y oficiales fuera y dentro de sus áreas de operaciones.

Este es un especial que nos permitió conocer desde distintas conversaciones, en los batallones de Villavicencio (Meta), de Florencia (Caquetá) y Tolemaida, que para estos militares era la primera vez que hablaban de sus vivencias. Por ejemplo, la vida de Elizabeth Vélez, oficial herida en combate.

De igual forma es el reconocimiento a las memorias de los hombres y mujeres que están detrás del uniforme, como Wilson Roa quien fue abandonado por su mamá en San José del Guaviare cuando tenía 5 años de edad (ella lo arrojó a un río); a los 7 –porque su madrastra lo humillaba y lo golpeaba con objetos– huyó de la casa y comenzó una travesía que terminó una década después, cuando un amigo le propuso prestar servicio militar.

“Yo sentía que mi vida iba a medias en todo y pensé que siendo soldado algo podría cambiar”, dice el soldado profesional hoy pensionado de la fuerza pública.

Estas son historias que reflejan las marcas de la violencia, vista desde los integrantes de la fuerza pública. Una oportunidad para tejer caminos más allá de las cifras, para construir, por medio de sus relatos, la humanización del conflicto.

“Detrás del uniforme resume el corazón del conflicto en Colombia. Se habla de la soledad y del silencio ante la muerte, de los recuerdos antes de empuñar un fusil, del honor de vestir el camuflado y de los anhelos por volver a casa”, explica el especial que estará disponible en la web del CNMH y en una cartilla impresa.

El evento de lanzamiento contará con la presentación de varios militares, sus historias de vida y la explicación de cómo se forjó la construcción de este trabajo. Además presentaremos apartes de la multimedia.

Lanzamiento Detrás del uniforme

Hora: 5:00 p.m.
Fecha: 6 de noviembre
Lugar: HotelTequendama, salón Monserrate, Carrera 10 #26 - 21, Bogotá
* Entrega gratuita hasta llenar aforo - Entrada libre

 

Álbumes familiares de Bojayá: para siempre recordar a las víctimas

Publicado 18 Nov 2019

  • •El Centro Nacional de Memoria Histórica, entregó 40 piezas que compendian información genealógica de núcleos y parentescos de las personas que murieron en la masacre de mayo de 2002, a partir de relatos familiares.  Estas piezas se produjeron con el apoyo del Programa de Alianzas para la Reconciliación (PAR) de ACDI VOCA / USAID, quienes, además apoyaron la realización del mural en homenaje a los niños y niñas víctimas del hecho violento.

  • •Este proceso, en el que se trabajó durante más de dos años con las comunidades, es un componente de reparación simbólica y es emblemático dentro de la reconstrucción de memoria en el país.

Tal y como lo solicitó la comunidad de Bojayá, dentro del proceso de reparación simbólica, componente adicional al compromiso de exhumación que se adelantaba desde 2015 con Fiscalía y con Medicina Legal, el Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH, entregó a habitantes de ese municipio del Chocó colombiano, este domingo, 17 de noviembre, 40 álbumes familiares.

Los álbumes, que fueron entregados a las familias en cajas de madera, contienen imágenes y relatos de cada una de las víctimas de la masacre, y fueron producidos con apoyo del Programa de Alianzas para la Reconciliación de ACDI VOCA / USAID y se trabajaron con la metodología de encuentros familiares, encuentros permanentes de investigadores, gestores locales de memoria, diseñadores y parientes, un trabajo mancomunado.

En la construcción de las piezas, que se constituyen en un nodo para tramitar el dolor de la comunidad, se destaca la labor del Comité por los Derechos de las Víctimas, gestores locales de memoria y el equipo local de Comunucaciones.

Según Tania Helena Gómez, del equipo de Enfoque Étnico del CNMH, estas piezas permiten recordar a los familiares fallecidos, reconstruir sus historias de vida, el árbol familiar, genialógico de madres, abuelos, tíos, historias de vida conmemorativas en homenaje a las personas que fallecieron en la masacre.

“Los álbumes se vuelven un referente para las nuevas generaciones de bojaceños que no conocieron a sus padres, abuelos, tíos. Es la forma de darles a conocer a las nuevas generaciones, lo sucedido”, explica.

El CNMH se comprometió con la elaboración de las Historias de Vida y Albumes Familiares como parte de todo el Sistema Nacional de Atención y Reparación a las víctimas, para ser, también, parte de este proceso en lo que tiene que ver con la repacion simbólica de las víctimas de Bojayá.

Gómez, añade que “la comunidad de Bojayá había enterrado los muertos, en su momento, en fosas comunes, pero tenía la necesidad de darles cristiana sepultura con el ritual mortorio propio de la comunidad afro del Atrato y por eso  inició este proceso de exhumación y reconocimiento de familiares fallecidos, el cual terminaría en la posterior entrega digna de los cuerpos, inhumación y despedida espiritual de las víctimas de la masacre del 2 de mayo de 2002 en la iglesia”.

Igualmente, el CNMH respondiendo a las solicitudes de la comunidad y a los compromisos asumidos en las Asambleas, realizó recientemente junto con habitantes de Bellavista y Pogue, un mural en homenaje a los niñas y niños fallecidos en la masacre, y reconstruyó un mural de la memoria muy significativo para la comunidad elaborado en el 2004 en la Escuela de Bellavista viejo.

 

Gran acogida tuvo durante la Semana las presentaciones los informes de Pueblos indígenas, Cuantitativo del paramilitarismo y Ser marica en medio del conflicto.

 Lizeth Sanabria


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