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Publicado

24 Oct 2016

Muros para recordar en Chámeza

A la población chamezana, históricamente abandonada por el Estado, le cambió la vida cuando la prensa nacional e internacional reveló, a comienzos de los años noventa, la existencia de grandes yacimientos petrolíferos en la región. Como consecuencia, en diciembre de 1992, el Estado activó la XVI Brigada del Ejército con sede en Yopal para garantizar la explotación petrolera, haciendo frente a la creciente presencia de las Farc y el Eln. 


Se les asignó responsabilidad sobre los nueve municipios del sur de  Casanare (incluido Chámeza) y cuatro municipios de Boyacá. Según la Subdirección de Reparación Colectiva de la Unidad para las Víctimas, esta activación coincidió con la agudización de la crisis por el conflicto armado en esta región del país (1993 -2005), y el fortalecimiento de las Autodefensas Campesinas del Casanare, ACC, bajo el mando de alias “Martín Llanos”, alias “Caballo” y alias “Careloco”, según señala la Subdirección para la Reparación Colectiva.

“En el 89 la guerrilla mató a un teniente del Ejército aquí en el pueblo, y después de eso, los militares se ensañaron contra la población. Dijeron que esto era zona roja. Mataron a mucha gente que acusaban de ser colaboradora de la guerrilla, y cuando se metieron los paramilitares, la guerrilla mató gente acusándola de ser del Ejército”, cuenta Marina Toro, hermana de los desaparecidos José Santos Toro y Rigoberto Toro.

Durante este periodo de tiempo, campesinos, maestros, estudiantes, médicos y alcaldes fueron víctimas de homicidio, desaparición forzada, desplazamiento, minas antipersonales y violencia sexual. En cuatro años, el municipio sufrió cuatro desplazamientos masivos por hostigamientos armados, amenazas y zozobra: en 1999, habitantes de las veredas la Palma y Teguita Alta se desplazaron hacia la zona urbana de Chámeza. En el 2001 tanto los habitantes de las veredas como de la zona urbana abandonaron sus casas para resguardar la vida en Recetor. Y en el 2002 se desplazaron masivamente en dos oportunidades, hacia Pajarito. Según el Registro Único de Víctimas, de los cerca de 1.800 habitantes inscritos en el municipio, alrededor de 781 hogares fueron desplazados entre 1985 y 2014: 18 familias en el año 2000, 150 familias en el 2001, 241 en el 2002 y 169 familias en el 2003.

Cada vez que María Toro va de su finca hacia Chámeza, piensa en sus hermanos José Santos y Rigoberto. Se imagina cómo se los llevarían, qué les habrían hecho, y dónde podrán estar. A ello se suman 1392 desapariciones forzadas entre 1998 y el 2005 en los nueve municipios del sur de Casanare, incluido Chámeza, identificadas en el informe “Casanare: Exhumando el genocidio” del CINEP, cifra que contrastan con el registro de medios de comunicación y fuerzas militares, que reconocen únicamente 17 casos en todo el departamento en el mismo periodo de tiempo.

La lucha contra la invisibilización y estigmatización de las víctimas de desaparición forzada, y contra el ocultamiento de la magnitud de los hechos, motivó a los familiares de las personas desaparecidas a realizar el taller “Memorias para la crea-acción y no repetición”, con el apoyo de Familiares Colombia y Beligerarte. En el “Día de la vida y la paz” en Chámeza, y el “Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada”, 20 familias se reunieron para la recuperación de la identidad y la memoria de sus seres queridos. Para ellos, el reconocimiento de la historia reciente debe aportar en la comprensión del conflicto, y de la desaparición forzada como un hecho que no solo afecta a las víctimas y sus familiares, sino al conjunto de la población.

Como resultado de cada momento del taller, se intervinieron 3 muros del coliseo del pueblo, el lugar donde se realizan actos culturales, deportivos y de celebración del municipio. El primero, el mural de la historia de Chámeza, plasma la cartografía social realizada por los familiares, respondiendo ¿Cómo era Chámeza? ¿Quiénes estaban en el municipio? ¿Dónde estaban? ¿Por qué estaban? ¿A qué se dedicaban? ¿Qué estaba pasando? ¿Cómo es ahora el municipio?

Otro es el mural de los desaparecidos, con 19 rostros y nombres de habitantes de Chámeza víctimas de desaparición forzada, recoge el trabajo de varios días del taller, en el que los familiares compartieron las fotos de sus seres queridos, sus historias, mientras construían las plantillas para la elaboración del mural.

Finalmente, el mural del recuerdo busca motivar la siembra de la memoria. La intervención pública busca “que no solo los familiares los recordemos todos los días, sino que sea todo Chámeza y toda Colombia”, señaló Luz Nelly Alfonso, esposa del desaparecido Jesús Antonio Valero.


Publicado en Noticias CNMH

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