El decreto 4803 de 2011 ordenó la creación de la Dirección del Museo de Memoria, cuyo mandato principal es “Diseñar, crear y administrar, bajo las directrices del Consejo Directivo y del Director General, el Museo de la Memoria, procurando conjugar esfuerzos del sector privado, la sociedad civil, la cooperación internacional y el Estado”. Otras de las funciones asignadas son:
A estas se suman las demás contenidas en el artículo 13 del Decreto 4803 de 2011.
Descubre el Museo de Memoria de Colombia: más allá de un espacio físico
El Museo de Memoria de Colombia (MMC) es el umbral de la memoria del país, un espacio vivo para el encuentro, la reparación y la no repetición. El museo se despliega en tres equipos de trabajo (dimensiones): físico-espacial, territorial y virtual; cada una está pensada para generar un alto impacto y asegurar su posicionamiento en los buscadores.
Explora con nosotros cómo el MMC se convierte en un espacio público para la reflexión, un aliado en cada rincón del país y una experiencia accesible para todos, sin importar dónde se encuentren. Conoce las dimensiones que dan vida a la memoria y construyen un futuro de paz.
Esta dimensión del Museo de Memoria de Colombia (MMC) abarca mucho más que solo un edificio en Bogotá. Comprende un entorno total que incluye sus espacios internos (salones, auditorios, jardines, salas de investigación, talleres de creación, el Archivo de Derechos Humanos y áreas de cuidado personal y conmemoración) y su entorno público inmediato (el parque, la plaza, la calle, el eje vial y el paisaje urbano).
El MMC se concibe como un lugar de encuentro para la memoria y el ejercicio democrático. Su diseño busca establecer una relación dinámica e incluyente entre las personas y el espacio, propiciando una experiencia memorable y reflexiva. Esta vivencia conduce al reconocimiento de los hechos violentos y sus causas (Viviescas, 2013; Lleras, 2014). Así, los ámbitos espacial, ambiental y simbólico del MMC configuran un espacio público fundamental para la memoria, el encuentro crítico ciudadano y la reflexión que impulsa el compromiso con la no repetición (Viviescas, 2016; CNMH, Área de Pedagogía, 2014).
Durante los encuentros y talleres regionales realizados por el CNMH entre 2013 y 2015, los participantes discutieron la relevancia de ubicar el MMC en la capital. Una perspectiva común destacó que la ubicación física en Bogotá «podría mostrar lo ocurrido de una manera más amplia, posicionar las voces de las víctimas y aportar a la no repetición» (CNMH, Dirección de Museo de Memoria Histórica, 2015b). Los asistentes expresaron el deseo de «no quedarse hablando entre los mismos, en las mismas zonas donde no han sido escuchados y ven en el Museo una herramienta para multiplicar sus voces» (CNMH, DMMH, 2015b). Comunicar esta señal simbólica en la ciudad más poblada de Colombia ofrece una oportunidad invaluable para visibilizar los acontecimientos y los procesos de resistencia tanto en otras regiones del país como en Bogotá, contribuyendo sustantivamente a su mandato de reparación simbólica.
Consciente de las preocupaciones sobre la centralización, el MMC adopta un modelo de funcionamiento en red con iniciativas y lugares de memoria, definiendo la dimensión territorial como una de sus tres maneras de existir.
El proyecto arquitectónico del MMC y el espacio exterior de la Plaza de la Democracia son ‘componentes prioritarios’ para consolidar el Eje de Paz y Memoria. Este proyecto urbano, reglamentado por el Decreto 632 de 2014, busca «fortalecer un espacio urbano de reconocimiento y remembranza de los hechos y víctimas de la violencia, a partir de transformaciones en torno a los Conjuntos Monumentales de Espacio Público localizados alrededor de la Avenida Jorge Eliécer Gaitán (Calle 26), con el fin de contribuir a la reparación integral de las víctimas de hechos violentos ocurridos en la historia reciente de la ciudad y el país».
En su dimensión físico-espacial, el MMC busca la restitución física y simbólica de la identidad de las víctimas en el espacio público. Transforma un escenario de violencia, indiferencia e incredulidad en un entorno inclusivo, un símbolo de respeto y defensa de los derechos humanos (ONU Mujeres y CNMH, 2015a), de la pluralidad, de las diversas formas de recordar y dignificar a las víctimas e, incluso, del ejercicio democrático (Viviescas, 2013).
Define cómo el Museo de Memoria de Colombia (MMC) se arraiga en los diversos rincones del país, va más allá de su sede principal, operando en red con otros lugares de memoria y garantizando que las comunidades y sus experiencias en estos territorios se visibilicen y resuenen dentro del Museo.
La profunda conexión del MMC con los territorios y su modelo de trabajo en red se fundamentan en el principio de participación y en su enfoque diferencial. A través de esta dimensión, el Museo facilita mecanismos diversos para asegurar la participación de personas, procesos y organizaciones de todas las regiones de Colombia, incluyendo a los compatriotas fuera del país, en exilio o condición de refugio.
El MMC se constituye como una plataforma de encuentro, intercambio y visibilización para los distintos procesos de memoria, tanto en sus expresiones físicas como virtuales. Además, el Museo garantiza su gestión en red mediante la circulación itinerante de contenidos, información y recursos, así como con el apoyo permanente a iniciativas museográficas y de memoria en toda la nación (Rey, 2014).
Los participantes en el diálogo social del MMC propusieron concebir el Museo como una red que integra y fortalece los procesos y propuestas de memoria en las regiones, concibiéndolo como un verdadero "museo de museos" (CNMH, Dirección de Museo de Memoria Histórica, 2015b y 2015c; Artacho, 2014; Red de Lugares de Memoria, 2016).
El carácter nacional del MMC no reside solo en la pluralidad de contenidos y relatos que alberga, sino también en las relaciones de proximidad que se tejen con los lugares de donde surgen dichas memorias. Esto implica construir procesos de fortalecimiento in situ para las iniciativas y acciones de memoria, así como para la creación y mantenimiento de archivos, lo que a su vez fomenta una mayor apropiación social del MMC.
En esencia, la diversidad social y regional en la construcción curatorial es tan crucial como su funcionamiento descentralizado, territorial y en red (CNMH, Dirección de Museo de Memoria Histórica, 2015e).
El reconocimiento del vasto repertorio de iniciativas de memoria, como antecedente del MMC, y del significativo legado social que el trabajo de comunidades y organizaciones de víctimas y sociales aporta al país, exige que la existencia territorial sea una de las formas esenciales del Museo.
Para este fin, el MMC pone a disposición diversos recursos materiales y expresivos, trabajando en estrecha articulación con el entorno espacial y social de Bogotá (más allá de su propio espacio) y con las iniciativas y lugares de memoria en las regiones (Cinep-PPP, 2015a; Roldán, 2014; Rey, 2014).
El MMC mantiene una comunicación constante con estos procesos y actúa como facilitador clave de una amplia red de iniciativas locales y museos comunitarios, siempre respetando su autonomía y su valioso patrimonio tangible e intangible.
Esta dimensión del Museo de Memoria de Colombia (MMC) transforma la manera en que visitantes y víctimas interactúan con la memoria histórica, aprovechando al máximo el potencial de la tecnología. Su alcance es amplio e incluye el desarrollo de plataformas digitales, el fomento de una cultura digital sólida en memoria histórica y derechos humanos, la creación de contenidos digitales innovadores y el despliegue tecnológico que complementa las dimensiones física y territorial del MMC.
Con base en los lineamientos conceptuales del MMC, la dimensión virtual prioriza las funciones pedagógica, comunicativa y memorial. Además, sirve de soporte esencial para las funciones de esclarecimiento y preservación, integrándose de forma ecosistémica con el Archivo de Derechos Humanos y el legado invaluable del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).
El propósito principal de esta dimensión es tejer conexiones entre los públicos del Museo y las dimensiones física y territorial, creando espacios de encuentro dinámicos mediados por la tecnología, que varían en materialidad, lugar y tiempo, ofreciendo una experiencia digital percibida en tres niveles:
Expansión de la experiencia en Bogotá: complementa la visita presencial al MMC.
Fortalecimiento de la presencia territorial: amplifica el alcance del Museo en todo el país.
Experiencias virtuales para todos: ofrece acceso a quienes tienen limitaciones de conectividad o no pueden visitar el Museo físicamente.
Este enfoque no solo introduce nuevas formas de ‘hacer’ intrínsecas a la virtualidad —siendo un museo abierto, móvil, distribuido e inteligente—, contribuyendo a la descentralización del relato del MMC, sino que también promueve el uso de la tecnología entre sus públicos. Así, la tecnología se convierte en una herramienta poderosa para reproducir y generar nuevas expresiones de los principios del Museo: pluralidad, acción sin daño, reconocimiento de la diferencia y participación.
Es un espacio pionero que fusiona el diseño de experiencias y estrategias digitales con prácticas artísticas y culturales en memoria histórica y derechos humanos. Emplea tecnologías emergentes y plataformas digitales para su funcionamiento. Se desarrolla a partir de dos estrategias principales:
Gestión y expansión del legado del CNMH: incluye proyectos como el Observatorio de Memoria y Conflicto, el Archivo Virtual de los Derechos Humanos y programas de Alfabetizaciones Digitales.
Implementación del programa digital del Museo: se desarrolla a través de tres líneas:
Sistema de diseño digital: crea un sistema de co-diseño centrado en los derechos humanos para impulsar cambios sociales en entornos digitales, priorizando los derechos, la experiencia y las necesidades humanas. Es una colección o librería de componentes y elementos de diseño reutilizables, guiados por estándares claros, que se pueden combinar para construir productos, contenidos o plataformas digitales.
Conecta Museo: Esta línea gestiona estrategias para la apropiación social de los contenidos digitales sobre memoria y derechos humanos. Diseña acciones y campañas que fomentan el compromiso, el seguimiento y la interacción de los públicos digitales con el Museo, e impulsa el desarrollo de soluciones tecnológicas que faciliten el acceso de comunidades y organizaciones a los recursos virtuales del MMC.
Territorio digital: ofrece apoyo a víctimas y organizaciones en el desarrollo y la formación de iniciativas y causas digitales relacionadas con la memoria y los derechos humanos.