Museo de Memoria de Colombia: de un espacio tradicional a una propuesta renovada

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Publicado

14 abril 2023

Museo de Memoria de Colombia: de un espacio tradicional a una propuesta renovada

  • Durante la última jornada de conversaciones en el Exploratorio Nacional, en el marco del Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas, fueron presentados los avances del Museo de Memoria de Colombia y una de sus exposiciones base: Voces para transformar a Colombia.

Un ejercicio colectivo, de elección de palabras para ubicarlas en su mejor contexto, reveló las ideas que algunas personas tienen acerca de los museos tradicionales y los museos renovados. Los primeros, asociados a cierta visión paternalista, a una voz autoritaria, al monoculturalismo y la cautela, se enfrentan al reto de reconfigurar su camino hacia los segundos: los museos renovados que reflejan un respeto mutuo entre su público y su organización interna.

«Un museo tradicional basa su razón de ser en la colección, pero de nada me sirve tener 32 mil piezas si no las investigo, y tampoco me sirve de nada si no las sé cuidar, y tampoco me sirve nada lo que he hecho si no lo comunico a la gente. Todo esto debe conducir a la reparación simbólica». De este modo, Daniel Castro, asesor del Museo de la Memoria de Colombia, le explicó al público que participó en el conversatorio acerca de los avances de la construcción física y social de esta obra, y cómo debe girar la idea general de este espacio, que se crea como parte del mandato establecido en la Ley 1448 de 2011, más conocida como Ley de Víctimas.

El principal reto que tiene el Centro Nacional de Memoria Histórica, como entidad que levanta el museo, es «cómo culturalmente, con las víctimas y la sociedad civil, podemos transitar del dolor a otras emociones que nos permitan superar la violencia». No olvidar, sino recordar y sanar. No condensarlo en una mole de concreto, sino gestar espacios simbólicos donde las víctimas sean protagonistas y estén en el centro, a través de las diferentes dimensiones del museo: la físico-espacial, la virtual y la territorial.

Estas tres dimensiones expresan, a su vez, las tres «personalidades» del museo, que son: museo de memoria - lugar de memoria - colaboratorio de las memorias. Es un museo que exhibe ideas, pero también un lugar que invita a reflexionar sobre el pasado violento de Colombia. Además, es un escenario de colaboración y colectividad, una suerte de laboratorio que servirá para cocrear y experimentar, porque «un museo es un ente vivo. Un museo se piensa y se construye cotidianamente».

Para finalizar el diálogo, Castro, junto con David Uribe, también asesor del Museo de Memoria de Colombia, explicó la hoja de ruta para encauzar la construcción del edificio que lo albergará, así como la articulación de este espacio físico con nueve equipos móviles regionales y 22 nodos territoriales para descentralizar el museo.

 

Víctimas con carácter heroico

«No pensemos en las víctimas como un sujeto débil, sino como personas con mucha valentía, casi con un carácter heroico». Esta idea bisagra fue el cierre de la primera conversación sobre el museo, pero también un punto de inflexión para dialogar sobre la exposición Voces para transformar a Colombia, que actualmente cuenta con medidas cautelares emitidas por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).

El reconocimiento del daño causado y el reclamo de justicia es un hecho heroico que en Colombia ha sido posible gracias a las víctimas. Así que por ellas y con ellas comenzó a construir esta propuesta expositiva, considerada como un piloto para ver cómo podría funcionar el Museo de Memoria, como lo explicó Eric Arellana, líder de la plataforma de esclarecimiento del museo.

«Voces para transformar a Colombia» es una exposición expandida, compuesta por varios elementos que van más allá de los objetos y el mobiliario: su fuerza está en los textos que la soportan y otras piezas acompañadas, en gran parte, por las mismas víctimas que ayudan a narrar la exhibición.

Sin embargo, contar una historia inacabada resulta complicado. Es justo lo que sucede con el conflicto armado colombiano: no ha dado tregua. «Había un hilo rojo para unir las distintas memorias del conflicto, pero es muy difícil hablar del pasado si no se ha resuelto. Así las cosas, se plantea como una exposición que no está terminada: no es conclusiva ni definitiva», subrayó Arellana.

Para construir la exhibición, se tomó como base la investigación realizada hasta ese momento por el CNMH. A partir de esto, se generaron tres ejes narrativos para establecer casos nodales que pudieran relacionarse en diferentes regiones del país. Una vez se definieron los territorios desde los que se hablaría, se trabajaron varias metodologías con las comunidades: algunas piezas fueron construidas conjuntamente con ellas, otras veces se invitó a artistas para crear una obra a partir de lo que vivían con las comunidades, y otras más fueron construidas por el equipo del Museo de Memoria.

Con el piloto montado, llegó el público, sus lecturas y sus sugerencias. Por ejemplo, los textos resultaron complejos para algunas comunidades. «Pero esas sugerencias no fueron bien escuchadas, y se empezó a transformar la exposición tomando un camino equivocado». El senador Iván Cepeda y el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado tocaron las puertas de la JEP para exponer su recelo frente a los cambios propuestos en la pasada administración del CNMH frente a la exposición. La JEP los escuchó y, por primera vez en la historia, se dictaron medidas jurídicas sobre una exposición de memoria, lo que le otorga unas características especiales a Voces para transformar a Colombia.

El camino de reconstrucción de la confianza es el que ahora transita el CNMH y el Museo de Memoria mismo. Dejar la senda de la revictimización y devolverles el estatus a las víctimas presentes y ausentes, a los sobrevivientes y a los resistentes es la labor que convoca hoy a la entidad y sobre la que giran sus directrices.

Por eso las víctimas han dejado de ser sujetos débiles y se han convertido en héroes y heroínas. Su valiosa labor en la defensa de sus derechos y la necesidad imperante de la no repetición de las violencias ha mantenido en pie, pese a todo, una exposición que es suya. Sus voces transformadoras permitirán que no solo la exhibición gravite alrededor de sus memorias, tal y cual las sienten, sino que el Museo de Memoria las honre y las repare, pues esa es su razón de ser.

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