Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

Arek Socha

Publicado

21 Dic 2017

Nacer, crecer y envejecer en el exilio

¨Creo que todos tenemos el derecho a proteger nuestras vidas, el derecho a sobrevivir en familia, el derecho al exilio¨, Joanna Castro, antropóloga colombiana exiliada en Suecia.


A lo largo del conflicto armado miles de colombianos han partido del país y aún no existe un consenso sobre el número exacto de personas afectadas por el desplazamiento forzado transfronterizo.

Luego de firmado el Acuerdo de Paz con las FARC, el país continua sufriendo las consecuencias del conflicto armado debido a la presencia de grupos armados ilegales, tráfico de drogas y disputas por el control del territorio. La población civil sigue enfrentándose al reclutamiento forzado, al control de las comunidades, a las amenazas y a los asesinatos selectivos. Lo anterior, ha obligado a más de 400.000 colombianos y colombianas a salir del país para salvaguardar sus vidas y las de sus familias, según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en su ultimo informe 2016 sobre Colombia. Estimaciones no oficiales hablan de una cifra mucho más alta.

Joanna Castro es una de miles de colombianas y colombianos que han sufrido el destierro. Esta Vallecaucana tuvo que crecer en el exilio por causa de la violencia anti-sindical. Fidel, su padre, era un líder sindical. En 1996 cuando él se desempeñaba como Presidente del Sindicato de Trabajadores de Yumbo, luego de haber sufrido varios atentados y debido a las constantes amenazas recibidas contra su vida y la de su familia, decide buscar asilo en otro país: “yo recuerdo y estaba consiente del trabajo de mi padre y el riesgo en el que estaba, recuerdo cuando mis padres estaban decidiendo a que país teníamos que ir exiliados”, afirma Joanna.

Crecer

A sus 15 años de edad Joanna tuvo que dejar atrás su colegio, sus amigos y la posibilidad de vivir su juventud en Colombia, para asumir grandes responsabilidades no acordes a su corta edad, al convertirse en una parte fundamental de su familia -compuesta por sus padres y sus dos hermanas menores- en el momento en que llegaron a Suecia. Un país con una cultura y un idioma diferente, que planteaba un gran reto de comunicación y adaptación. Siendo Joanna la persona de la familia que con mayor rapidez aprendió el sueco, se convirtió en un miembro de la familia fundamental, pues era quien se encargaba de establecer las relaciones con las otras personas, acompañar a sus padres en todas las diligencias y labores de la vida cotidiana que requerían la interacción con otros:¨Si ellos iban a ir al médico, ir a donde una autoridad o pagar el alquiler, me necesitaban a mí para poder hablar la lengua, para llenar los formularios de las autoridades que llegaban a la casa. Todo eso me tocaba a mí¨.

Para mí el exilio ha sido una ruptura, una dualidad, ha sido blanco o negro, pero nunca ha sido en grises¨,  afirma, recordando lo difícil que fue el exilio para su padre quien como consecuencia del mismo, tuvo que alejarse de su trabajo sindical y de su proyecto político. Pero pasado un año, Fidel, su padre, no aguanto más el exilio. Las noticias que le llegaban desde Colombia eran desesperanzadoras, los titulares de la prensa hablaban del asesinato de otros dirigentes sindicales y amigos cercanos: ¨para mí como hija era difícil ver como mi padre sufría de esa manera y ver que su proyecto político terminara así, era muy duro¨. Es en este contexto en el cual el padre de Joanna toma la decisión dejar el exilio a su mujer y sus tres hijas y regresar solo a Colombia. Tiempo después, es asesinado.

En el exilio la soledad ronda, las personas llevan consigo sus historias, llevan el país con una eterna añoranza y muchas cosas más. Además, cuando las personas son exiliadas por razones políticas, la mayoría de las veces no pueden hablar o contarle a otras personas las razones por las cuales salieron del país, pues el miedo también los acompaña al nuevo lugar: ¨yo continué mi adolescencia en el exilio, y eso significa crecer entre muchas culturas diferentes a las de uno, los adolescentes suecos hablan de historias que yo no conocía, hacían chistes que yo no entendía, y ahí es cuando llega esa sensación de soledad¨, explica ella.

Envejecer

Poco a poco la memoria de Joanna se sacude y se estira. Recuerda que su madre al salir del país tenia 35 años y era contadora de profesión y al inicio se opuso al exilio como opción para preservar la vida. Pero las circunstancias y el riesgo al que estaba expuesto su esposo y la familia cada día aumentaba. Joanna recuerda ¨cuando salimos al exilio a Suecia la idea de ella era no quedarse, ella siempre pensaba en volver porque en Colombia estaba su vida y su familia¨. El exilio se fue convirtiendo en años y las maletas que permanecían empacadas para el retorno como un gesto que sostenía la esperanza de volver, en un momento de la vida, luego de varios años, fueron desempacadas totalmente.

¨Mi madre tuvo que pasar por cosas muy duras, primero aprender el idioma a su edad, luego cambiar de profesión y ya sin mi padre tuvo que sacarnos adelante¨, es por eso que como lo enfatiza Joanna, la soledad y dificultad en esos años de exilio se convirtieron en una experiencia tan difícil que envejecieron a su madre. Sin embargo, con el paso de los años, también se hizo evidente para la madre de Joanna, las oportunidades y apoyos que el gobierno sueco da a las mujeres cabezas de hogar y las personas en condición de exilio, que en cambio en su país de origen difícilmente existirían, empezando por garantizarles el derecho a la vida. ¨Mí madre entendió esas oportunidades que daba este país hacia las mujeres, y ella supo aprovecharlas, volvió a estudiar y pudo crear un círculo de amigos. Todo esto hace que desde hace varios años ella esté bien aquí después de más de 20 años de exilio¨.

Nacer

En la actualidad Joanna tiene una hija de 5 años cuyo padre es sueco. Su hija vive entre dos idiomas y dos culturas: la cultura materna que tanto ella como la abuela y las tías colombianas de su hija le enseñan; y por otro lado, la cultura sueca de la familia paterna. Pero la diferencia de la experiencia del exilio entre Joanna y su hija es que desde sus inicios esta nueva generación crece en el país de acogida. En el caso de Joanna, ella era consciente que la salida del país de su familia era forzada a causa del trabajo político de su padre, ¨la persecución era contra mi padre, sin embargo el exilio también fue para mi, yo viví una situación y en un entorno social al que pertenecía y fui arrancada de raíz, fue un exilio al que yo también estuve expuesta¨.

En contraste, la hija de Joanna no vivió directamente los hechos que llevaron al exilio a su madre y su familia y por lo tanto existe un gran reto para que su hija conozca su memoria y no olvide la cultura de donde proviene y las razones por las cuales parte de su familia llegó a Suecia. ¨Mi hija va a la guardería y sus compañeritos la mayoría son suecos, pero para mi es importante que tenga la cultura colombiana también, por eso yo le canto y le leo cosas que a mi me leían cuando yo estaba pequeña¨.

Para Joanna sus raíces culturales son una riqueza y a través del exilio ha comprendido que esa riqueza esta compuesta también por las distintas historias de vida de aquellos colombianos y colombianas que han tenido que salir de su país. Por lo tanto como madre de segundas generaciones nacidas en el exilio, quiere que este legado sea conocido por su hija: ¨mi hija está en Suecia desde siempre, yo quiero que crezca con esas dos culturas y cuando este más grande, poderle contar toda nuestra historia¨.


Publicado en Noticias CNMH

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