Cuando les preguntaron para qué sirve la memoria y recordar eventos o situaciones del pasado, varios contaron que es una forma de no repetir los mismos errores, romper ciclos de violencia y pensar espacios tranquilos y seguros.
“La paz empezaría por cada uno de nosotros y de nuestras familias. Mi madre me abandonó cuando tenía cinco años y me dejó con mi papá. Trabajando esas herramientas, me di cuenta que si mi mamá me dejó abandonada yo cuando crezca no lo haría porque tengo que cortar la cadena”, contó Adismar Burbano del resguardo de Huellas.
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A pesar de que la violencia subyace en sus colegios, barrios y casas, pensar en un futuro distinto como sociedad debería incluir sus relatos y los planes que tienen para sus familias y comunidades. Garantizar que crezcan en entornos seguros, donde sean escuchados y protegidos es una prioridad en un país que se piensa una transición hacia la paz.