La población indígena colombiana, considerada por muchos, los verdaderos herederos de esta tierra, ha sido por siglos la más ignorada y atropellada de todos los grupos sociales que habitan este país. Su trabajo, incansable, ha sido resistir y asegurar la sobrevivencia de su cosmovisión.
El Centro de Memoria Histórica presenta su más reciente investigación sobre pueblos indígenas. Paéces, yanaconas, guambianos, coconucos, emberas e ingas del departamento del Cauca narran la historia de su participación política y su supervivencia en medio de las balas, el desplazamiento, las desapariciones forzadas, las masacres y la indiferencia de millones de sus hermanos menores.
Nuestra vida ha sido nuestra lucha, es la reconstrucción de la memoria de los indígenas caucanos desde la formación de sus primeras asociaciones en los años 60, pasando por su participación en la Constituyente de 1991, hasta el camino que recorrieron con firmeza en las marchas de la primera década del siglo XXI. Toda esta actividad ha estado concentrada en tres demandas históricas, identificadas por lo investigadores del CMH: Unidad de tierras, unidad de culturas y autonomía.
La oportunidad de entender el trasfondo de estas demandas a través del informe del CMH se da precisamente en el momento en el que la etnia Nasa-Paez del norte del Cauca alza su voz una vez más. Durante lo últimos meses esto ha tenido repercusión en la agenda noticiosa del país: imágenes de desalojo, análisis de los medios y declaraciones encontradas han sido el pan de cada día. Su grito por el respeto a la autonomía territorial tiene, en esta ocasión, otros reclamos puntuales: seguridad alimentaria y el retiro de las concesiones a multinacionales para la exploración y explotación minera y energética en sus territorios.
Una salvedad importante sobre este informe que queda clara desde el prólogo es la pluralidad de voces que el lector encontrará en los diferentes capítulos. Esto se debe a que los investigadores encontraron que es imposible hablar de una sola “memoria” para todos los pueblos indígenas, así que optaron por aproximar al lector a distintas “memorias” sin temer a los matices y contradicciones que pueden hallarse entre ellas.