comunicado-de-prensa

Autor

CNMH

Foto

CNMH Mujeres del Catatumbo movilizándose en las calles contra la violencia. Fotografía tomada de las redes sociales de ASCAMCAT.

Publicado

19 de junio 2024

«Nuestros cuerpos no son botines de guerra»: mujeres contra la violencia sexual en los conflictos

En el marco del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos, el CNMH contrasta algunos datos oficiales y regionales sobre esta problemática en la subregión del Catatumbo.

 

La violencia sexual en el marco del conflicto armado en Colombia ha sido el principal hecho victimizante que ha afectado a mujeres, niñas y personas con orientación sexual e identidad de género diversa (OSIGD). En el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) Catatumbo: Memorias de vida y dignidad (2018), se relata cómo, desde los años ochenta, los grupos armados ilegales impusieron castigos corporales para «mantener el orden» y lograr el control territorial en esta subregión. 

El Observatorio de Memoria y Conflicto (OMC) del CNMH, al corte de este informe, había documentado 255 casos de violencia sexual cometida por paramilitares en el Catatumbo. Al respecto, los municipios más afectados fueron: Tibú, con 88 casos; Teorama, con 59; San Calixto, con 42; El Tarra, con 30; y Ocaña, con 20.

«Les encantaban las mujeres embarazadas y las mataban después de que las violaban», manifestó una de las personas entrevistadas por el CNMH en el informe. «Cómo les parece que les veían la barriguita y les encantaba, y saben qué decían: que la patilla (barriga) era buena», agregó el participante de un taller sobre violencia sexual en Ocaña (2016). 

Conozca el informe completo aquí: Catatumbo: Memorias de vida y dignidad 

Este informe no solo detalla casos de acceso carnal violento, sino que también menciona que los actores armados ilegales hacían uso de otros actos de violencia sexual, como los abortos forzados, la cohabitación forzada y la desnudez forzada. 

De igual manera, las personas OSIGD también han padecido agresiones tanto físicas como sexuales a causa de su identidad de género.  «Los homosexuales que había en La Gabarra, unos se fueron y otros, pues terminaron violados por ellos también, los violaban y a otros los asesinaron», dijo otro entrevistado del CNMH en el Catatumbo (2016).

Las mujeres resisten desde el cuidado del territorio 

La resistencia y la movilización social, principalmente lideradas por las mujeres, han sido determinantes para transformar esta realidad histórica en el Catatumbo. Uno de los liderazgos más destacados es el de las Madres del Catatumbo por la Paz, una asociación que protege a niños y niñas del reclutamiento forzado, y también defiende a la comunidad de las violencias basadas en género. 

Según Carmen García, presidenta de la asociación: «Hoy por hoy, los chicos LGBTI se han podido movilizar [en] el Día del Orgullo gay, han buscado en nosotras un apoyo y les hemos acompañado en su lucha, [...] hemos tenido que educar también a sus padres para que no les rechacen».

Adicionalmente, de acuerdo con el Observatorio de Asuntos de Género de Norte de Santander (OAGNDS), en su séptimo boletín sobre seguridad y género Hasta que la dignidad se haga costumbre, las cifras se han transformado en los últimos años. Esta organización plantea que, entre 2022 y 2024, se ha venido presentado un incremento significativo en los casos denunciados por las autoridades locales con respecto a la violencia sexual en menores, específicamente entre los 12 y los 17 años de edad. 

Conoce también el informe: Mujeres y guerra. Víctimas y resistentes en el Caribe colombiano 

Sin embargo, Gissel Jaimes, investigadora del OAGNDS, indicó que «el rezago del acuerdo de paz de manos, como del gobierno anterior, hizo que esa violencia obviamente se encrudeciera, pero, sobre todo, que aparecieran nuevos actores que no necesariamente responden, de pronto, como a estos llamados ideológicos […] sino que responden más bien a unas lógicas de control territorial muy arraigadas en el plano del control del espacio, específicamente, para poder tener como un dominio total sobre los escenarios económicos y sobre los escenarios de tránsito».

Al respecto, el reporte por municipio indica que la violencia sexual afecta significativamente a las mujeres adolescentes en la región. En Ábrego, el 71.43 % de los casos de violencia sexual se presenta en adolescentes; en Convención, un 66.67 % de los casos corresponde a explotación sexual en adolescentes; en El Tarra, el 66.7 % de los casos de violencia sexual afecta a este grupo etario; en Hacarí, el porcentaje es del 80 %; en Ocaña es del 56.14 %; en San Calixto es del 50 %; en Sardinata, el 100 % de los casos reportados corresponde a adolescentes; en Teorama, el 46.77 %; y en Tibú, el 40 %.

 

 


En cuanto al tipo de agresor —tal como lo señala la tabla— los actores armados ilegales representan los datos más bajos frente a otros responsables de delitos por violencia sexual. Sin embargo, por protección a las víctimas, generalmente no se señala a un actor violento específico.

Al revisar estas cifras, es evidente que el Estado enfrenta un gran reto en Norte de Santander, especialmente en las zonas de conflicto, para garantizar que los niños, niñas, adolescentes y mujeres, —quienes han sido las principales víctimas de violencia sexual— sean acompañadas y defendidas adecuadamente. Es crucial implementar medidas efectivas de protección, apoyo psicológico y judicial, y promover iniciativas que aseguren su bienestar y recuperación.

No se puede olvidar que los cuerpos de las personas que habitan el Catatumbo tienen en su memoria el dolor de la violencia sexual, así que es tarea de todos aportar a la eliminación de este tipo de violencia en los conflictos. Desde el CNMH, se espera que las heridas colectivas sean reparadas con justicia y que tanto en el Nororiente como en Colombia se pueda crecer en entornos seguros.

 

Volver arriba